Empieza el espectáculo...

"En los aledaños del sultanato la plebe huele a sangre noble y ya sabemos qué ocurre cuando se alimentan los instintos depredadores durante tanto tiempo"

Pedro Sánchez y Susana Díaz, en el centro de la imagen, en un acto de la pasada campaña.
Pedro Sánchez y Susana Díaz, en el centro de la imagen, en un acto de la pasada campaña.

Decía Oscar Wilde, aquel prodigio literario de frases cortas y obras largas, que sólo hay en el mundo una cosa peor que hablen de ti, y no era otra que el que nadie hable de ti. Yo no sé si el equipo de estrategia política de Vox ha leído alguna vez a Wilde, dudo incluso que hayan leído algo más que Ardor guerrero de Muñoz Molina y todo ello por lo épico del título aunque no pasaran del primer capítulo, pero lo que sí es cierto es que Vox ha decidido que hablen de ellos aunque sea mal, una vieja técnica del marketing comercial y en ocasiones también del político.

En los últimos días el partido de la extrema derecha, como no les gusta a ello que les llamen, va de “boutade” en “boutade” y los medios de comunicación entrando al trapo de su intención última que no es otra que se hable de ellos. Esto mismo que escribo es el ejemplo más claro de lo que estoy afirmando, pero es que la vida está llena de oscuros objetos de deseo y hablar de Vox aunque sea mal es sin lugar a dudas uno de ellos, más allá de pin parental, sexo anal o arrancar carteles sindicales en sede parlamentaria.

Y más allá de la extrema derecha y sus excesos verbales la vida sigue, y en Andalucía lo hace por el camino que les anunciaba la semana pasada: la pasión según Hemingway, o lo que es lo mismo la versión andaluza de La caída de los dioses, sin Visconti de por medio y con Susana Díaz en el papel principal.

Las voces de muerte que sonaban cerca del Guadalquivir ya tienen nombre y apellidos, los de importantes militantes del PSOE sevillano que se hacen llamar, eso sí con poca originalidad, “el sector crítico”. Pero más allá de originalidades poco acertadas lo cierto y verdad es que su aparición pública ha sacado a bailar a la propia Verónica Pérez, tiempo atrás autoridad única del socialismo español en crisis, y hasta Susana Díaz se ha marcado unos pasos enviando a la militancia andaluza una carta mitad homilía mitad declaración de guerra encubierta.

La invocación a una afirmación genérica de Ábalos, para quien el cielo puede esperar, en el sentido de que no es bueno manifestar públicamente las diferencias entre socialistas, para convertirlo en una declaración de apoyo a Susana Díaz está teñida  de un marcado surrealismo que para sí hubiera querido Alberti en algunos poemas de Sobre los ángeles. Lo cierto es que en los aledaños del sultanato la plebe huele a sangre noble y ya sabemos qué ocurre cuando se alimentan los instintos depredadores durante tanto tiempo.

Ha venido bien esa semana sabática de Fitur para calmar de momento la expansión de la insurgencia, pero a la vuelta cientos de alcaldes y alcaldesas, presidentes y presidentas de Diputación se darán de bruces con la realidad más allá de los maravillosos videos que han presentado en estos días en Madrid. El espectáculo para la regeneración del socialismo andaluz, otra vez la renovación a cuestas, ha comenzado, por ahora sólo hay entradas para la representación en Sevilla pero parece que se ha programado una gira por toda Andalucía.

Y mientras tanto como cantaba Serrat en su Balada de Otoño, “llueve, detrás de los cristales llueve y llueve… te podría contar que está quemándose mi último leño en el hogar, que por una sonrisa doy todo lo que soy, porque estoy solo y tengo miedo…”, pero a Susana seguro que no le gusta Serrat.

 

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