Inés Arrimadas en una comparecencia en Jerez. FOTO: MANU GARCÍA
Inés Arrimadas en una comparecencia en Jerez. FOTO: MANU GARCÍA

Cuando el Congreso de los Diputados procedía a aprobar el cupo vasco, su sistema particular de financiación en el conjunto del Estado, al extinto Albert Rivera y sus caballeros de la mesa redonda no se les ocurrió otra cosa que llamarlo “el cuponazo”, sin poder imaginar que año y medio más tarde Inés Arrimadas y sus compañeros de naufragio terminarían suplicando convertirse en vendedores de la ONCE por los pueblos y ciudades de Euskadi.

Y todo ello en un intento desesperado de sobrevivir a la hecatombe vasca que les espera a la vuelta de la esquina de las elecciones convocadas por Urkullu. La última ocurrencia de Arrimadas y su pandilla de pánfilos ha sido ofrecer al PP de Casado un matrimonio de convivencia electoral en las llamadas comunidades históricas.

El análisis más elemental de la oferta de Arrimadas denota la predisposición de Ciudadanos hacia el bolero y más concretamente a uno de los más universales, el que cantaran entre otros Machín, Chavela o Luis Miguel sin dejar atrás a nuestro inolvidable Moncho. Me imagino a Inés entonando su particular versión de Toda una vida a las puertas de Génova 13: "No me cansaría de decirte siempre, pero siempre siempre, que eres en mi vida ansiedad, angustia, desesperación…", mientras en la planta noble de la sede popular Alfonso Alonso se planta ante García Egea y Casado con un castizo: “por ahí, ni muertooo...".

Y es que el tridente electoral que Ciudadanos había puesto encima de la mesa al Partido Popular, Galicia, Euskadi y Cataluña, hacía aguas antes de salir del puerto. Feijóo fue el primero en plantear la vía de agua del proyecto común. El líder popular gallego no esconde sus diferencias políticas y estratégicas con Casado al que sigue considerando el chico de los cafés de José María Aznar y sin la suficiente entidad para convertirse en alternativa al Gobierno de coalición de Pedro y Pablo, y también el culpable de torpedear su candidatura para suceder a Rajoy al frente del PP. Su contundente “no” a Arrimadas y sus muchachos aún resuena por las rías gallegas, tanto las altas como las bajas, mientras se dirige hacia un horizonte electoral libre de gaviotas y sin más manto protector que él mismo y sus circunstancias.

Y al parecer Alonso, candidato in pectore del PP de Euskadi y poco amigo de los dirigentes nacionales del partido, ha puesto el grito en el contaminado cielo vasco cuando se ha conocido por boca del secretario del grupo parlamentario de Cs, porque la de García Egea debía estar muy ocupada entrenando para el próximo campeonato de lanzamiento de huesos de aceitunas, que su partido habría cedido el segundo puesto de Bizkaia y Álava a las hueste de Inés. Hasta ahí podíamos llegar ha debido pensar el bueno de Alonso.

Y ante tanto desaire Arrimadas ha decidido contraatacar con la amenaza de su presunta preeminencia en unas previsibles elecciones catalanas cuya convocatoria depende de la agenda del molt honorable y ocupado president Torra. Quién sabe si para cuando el señor Torra tenga tiempo de convocar elecciones aun existirá Ciudadanos. Lo dicho, maldito cuponazo…

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