El fin de semana que hoy comienza pasará a la historia política española como el momento en que se produjo en Madrid el mayor duelo de titanes con los pies de barros de la reciente etapa democrática.
Celebra el PSOE su Comité Federal, el que estaba pensado para el lanzamiento de la candidatura de María Jesús Montero a la presidencia de la Junta de Andalucía y que por mor de los renglones torcidos va a terminar siendo, al parecer, un intento a la desesperada de Pedro Sánchez de poner algún remedio al socavón en la dignidad de los socialistas que ha provocado su otrora mano derecha Santos Cerdán al que Dios guarde mucho tiempo en Soto del Real por el bien y el buen nombre del Partido Socialista.
Sánchez, y con él todo el partido con sus votantes y simpatizantes incluidos, vive su peor momento desde que recuperó de forma épica la Secretaría General del PSOE y posteriormente ganó el Gobierno de España tras la moción de censura que acabó con el segundo gobierno de M. Rajoy. Y es que el ejercicio del poder termina provocando acontecimientos que nunca hubieras podido imaginar y que adquieren proporciones apocalípticas cuando se tiñen con las aguas negras de la corrupción. Y es d esas aguas negras de las que intenta escapar Sánchez con la celebración de este Comité Federal que se supone, o al menos así debería ser, una catarsis colectiva protagonizada por él mismo y su equipo al frente de la dirección del PSOE.
De lo que resulte del conclave socialista va a depender la continuidad de la coalición de gobierno, el apoyo de los socios de legislatura y la salida de la depresión colectiva en la que se ha instalado buena parte de la militancia y el electorado socialista. Pero sobre todo de lo que ocurra hoy en Ferraz dependerá también el éxito o fracaso de la comparecencia parlamentaria del próximo día 9, un día aún más importante que el de hoy en el devenir de ese titan con pies de barro que es en estos momentos Pedro Sánchez.
Y en la otra esquina del ring el aspirante a titán que ya tiene los pies de barro antes de pisar La Moncloa, Alberto Núñez Feijóo, que ha puesto de manifiesto su debilidad oculta bajo un manto de pretendida violencia verbal de él mismo y del bufón de su corte, el señor Tellado.
Anticipó Feijóo su congreso afectado de ese síndrome que le impide actuar con libertad y criterio propio que no es otro que el síndrome del aliento de Díaz Ayuso en el cogote acrecentado por el miedo al crecimiento de la extrema derecha que él mismo ayudó a fortalecer con los pactos autonómicos en importantes gobiernos regionales del Partido Popular.
Dicen que este Congreso es la última bala de Feijóo para acceder a la Moncloa, aunque cada vez son más, en su propio partido y entre los votantes del PP, los que creen que Ayuso se la ha cambiado por una bala de fogueo. La ausencia de debate ideológico de fondo y la eliminación de las primarias por el miedo a su principal rival interna vienen a confirmar los pies de barro de este proyecto de titán, que ha considerado que lo mejor para el tiempo venidero es rodearse de matones y voceros y voceras de mal gusto y pésima educación, como proclamaba aquel grupo, peor imposible.