Cuca Gamarra y Elías Bendodo, con Alberto Núñez Feijóo en el Congreso, esta semana.
Cuca Gamarra y Elías Bendodo, con Alberto Núñez Feijóo en el Congreso, esta semana.

Menudo vodevil ha organizado el dúo formado por Cuca Gamarra y Elías Bendodo tras el resultado electoral del 23J y la constitución de las Cámaras legislativas. Los días previos han sido un bucle permanente en el que unos días ella y otros días él repetían machaconamente los mismos mensajes derivados de la factoría de ficción de Génova, elaborados por los mismos que tuvieron la feliz idea de sacarlos al balcón la noche electoral para proclamar su amarga victoria. 

Decía Bendodo un día que Feijóo y el Partido Popular eran los vencedores de las elecciones y remachaba lo mismo Gamarra al día siguiente, como si de un permanente día de la marmota se tratara. Afirmaba Cuca que la obligación real, la de Felipe VI, era encargar gobierno a Feijóo y apostillaba Elías que eso es lo que el ordenamiento jurídico español contempla. Nunca hemos asistido a un ejercicio tan cínico de confusión de la realidad con el deseo como en estos momentos previos a la constitución del nuevo Congreso y la elección de la Mesa de este, acto este cuyo resultado podía convertirse en una enmienda a la totalidad de los argumentos expuestos por ese par de gemelos que van a llevar a Feijóo de victoria en victoria hasta la derrota final.

 Y a todo esto la acorazada mediática de la derecha extrema y la extrema derecha proclamando a los cuatro vientos el derecho, al parecer divino, que no democrático, que asiste a Feijóo para formar gobierno. Difícilmente hemos podido asistir a un espectáculo tan lamentable de pérdida de la ética profesional y apogeo del servilismo mediático como el que está teniendo lugar antes y después de la elección de Armengol como presidenta del Congreso de los Diputados y Diputadas. El simple hecho de leer titulares de los sicarios mediáticos de la derecha extrema y la extrema derecha llevan a cualquier demócrata a reafirmarse en sus convicciones y pensar que lo que está ocurriendo es lo mejor para la España real, tan alejada de la de charanga y pandereta que nos obligaron a vivir durante tantas décadas.

 Y la verdad es que si el Rey, una vez oídos los grupos parlamentarios, encomienda la formación de Gobierno a Sánchez todo lo que hemos visto y oído nos va a parecer un entretenimiento para preescolares comparado con lo que vamos a tener la oportunidad de oír y ver por obra y gracia del sindicato de sicarios mediáticos. El España se rompe va a resultar un juego infantil en comparación con la artillería argumental que van a utilizar los mercenarios mediáticos del PP y Vox. Porque nada será igual en la nueva España que puede haberse empezado a construir este pasado jueves, una España que no se rompe a golpe de democracia y respeto a las diferencias y al diferente, una España capaz de superar el desafío separatista que los años de gobierno de Rajoy llevó a niveles nunca conocidos. Toca construir la nueva España y ese es nada más y nada menos que el reto de quienes el jueves unieron sus votos para demostrar que la democracia vale más que los derechos divinos, ojalá les vaya bien.

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