Badajoz, la novena provincia andaluza

Está claro que, a la derecha, que está intentando convertir las elecciones municipales y autonómicas en una cruzada antisanchista

Feijóo en Badajoz.
Feijóo en Badajoz.

Anda que trina la derecha popular de este país porque Biden ha tenido la ocurrencia de invitar al presidente Sánchez a visitar oficialmente los Estados Unidos. No le ha gustado a Feijoo ni a su tropa, con la señora Ayuso a la cabeza, que en pleno inicio de la campaña electoral su oscuro objeto de deseo electoral, Pedro Sánchez esté en la Casa Blanca tratando asuntos de especial importancia para nuestro país con el llamado líder del mundo libre. Feijoo, que hoy ha sufrido otro lapsus espacio-temporal, del tipo de los comentados aquí la pasada semana, manifestando en Badajoz, que era donde se encontraba, la enorme ilusión que le hacía visitar Andalucía de nuevo.

Pues en Badajoz el buen hombre ha querido restar nivel a la visita americana de Sánchez haciendo chistes. Está claro que, a la derecha, que está intentando convertir las elecciones municipales y autonómicas en una cruzada antisanchista, la gira americana de Sánchez le ha roto un poco los esquemas hasta el punto de convertir Badajoz en la novena provincia andaluza en palabras de su presidente. La señora Ayuso muere por un cara a cara con Sánchez y hasta el tímido e introvertido alcalde de Madrid se ha lanzado a ese aquelarre con el que quieren conjurar las virtudes del gobierno progresista de nuestro país. No estaría mal que Feijoo considerara el fin último de la estrategia de la factoría de ficción de Ayuso en su intento permanente de confrontar con Sánchez más allá de las luces cortas del 28M.

Pero más allá de la visita a Biden y de la importancia de los temas a tratar lo que realmente desespera al Partido Popular de Ayuso y Feijoo es la que se avecina, la presidencia española del Consejo de la Unión Europea a partir del 1 de julio y hasta el 31 de diciembre. El papel protagonista a nivel internacional de Sánchez en ese semestre previo a las elecciones generales en nuestro país puede arruinar la estrategia de acoso y derribo permanente al presidente del gobierno de España. Habrá que ver las lindezas que Feijoo y su lugarteniente madrileña lanzarán sobre Sánchez.

Pero si este intento de cruzada antisanchista extemporánea llama la atención de este inicio de campaña, no menos llamativa resulta la cadena de atraco a carteros en Melilla, donde la noble profesión de reparto de correspondencia se ha convertido en una profesión de riesgo. En la ciudad autónoma el cartero también siempre llama dos veces, una a la guardia civil y otra a la policía nacional, que llevan días escoltando a estos profesionales ante el riego que suponen los intentos reiterados de robar los sobres con la correspondencia electoral de quienes han decidido ejercer su derecho al voto por correo.

Lo que se está conociendo a raíz de estos triste hechos es un claro ejemplo de corrupción del sistema democrático que parece haberse instalado desde hace ya algún tiempo en el proceder de determinadas cúpulas partidistas. El conocimiento de estos hechos requiere de una intervención ejemplarizante de la justicia con la colaboración de las fuerzas y cuerpos de la seguridad del estado. La podredumbre que se adivina tras estos ataques a carteros, hombres y mujeres, requiere del esfuerzo de la propia clase política para desterrar prácticas que inclinan la opinión pública hacía las tesis de quienes desprecian la democracia, es lo menos que deben a la ciudadanía.

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