Desafíos del andalucismo: ¿habrá candidatura en las elecciones europeas?

No existe a día de hoy un discurso que, además de ser coherente con el eje central del andalucismo, sea atractivo para el electorado

Maribel Mora, diputada de Adelante Andalucía.
Maribel Mora, diputada de Adelante Andalucía.

En contribuciones anteriores a este medio, se abordó la ausencia de candidaturas andalucistas en las elecciones generales, con la excepción de la circunscripción de Cádiz. Esta aportación se cerró con la reflexión, transcribo literal: "como la historia demuestra, si no construimos una herramienta y ejercemos política andalucista, alguien lo hará en nuestro nombre, como bien señalaba el poeta". Recientemente, este tema ha vuelto a ser de actualidad con el anuncio de Adelante Andalucía de no presentarse a las elecciones europeas, optando en su lugar por concentrarse en fortalecer su organización y red de apoyos de cara a las próximas elecciones al Parlamento Andaluz. Este paso reafirma la tendencia de ausencia de las fuerzas andalucistas en los ámbitos electorales que trascienden las fronteras de Despeñaperros.

Sin duda, la decisión de la militancia de Adelante Andalucía responde a un planteamiento estratégico soberano, enfocado a la consecución de objetivos que van más allá del electoralismo del momento y centrados en la implantación organizativa. Esta cuestión no admite discusión, toda organización es libre de plantear sus estrategias. Sin embargo, al menos de momento y si nadie pone remedio, en las elecciones europeas se repite la ausencia electoral andalucista.

Es en ese "si nadie pone remedio" en el que quisiera centrar esta aportación para reflexionar sobre un enunciado planteado en modo de interrogación: ¿habrá candidatura andalucista en las próximas elecciones europeas?

Personalmente, espero que sí, a pesar de reconocer la dificultad de plantear una alternativa electoral andalucista, primero en términos de recursos, segundo en términos de solvencia organizativa y, tercero, en términos de coherencia discursiva, notando que utilizo "coherencia discursiva", que no ideológica. A continuación, detallo los planteamientos que me llevan a concluir que espero y deseo que se conforme una candidatura andalucista, y para ello, y en base a un mínimo rigor analítico, planteo la argumentación en base al conocido modelo DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades).

Comencemos por explicar brevemente el concepto DAFO. El análisis DAFO ofrece un marco de trabajo práctico para la comprensión, dentro de su entorno específico, de cualquier organización o movimiento social. Es particularmente útil en momentos de cambio o reorientación estratégica. Bajo este esquema de trabajo y haciendo un ejercicio de analogía entre el andalucismo político y las estrategias de marketing y mercado, se definen las Debilidades que hacen referencia a los elementos internos negativos.

En primer lugar, hay una nula capacidad organizativa para presentar una organización política con roles de poder y estructura y discurso definidos. Se pueden presentar coaliciones de líderes culturales, políticos o intelectuales, de partidos locales, de asociaciones y entidades que representen, en mayor o menor medida, a la ciudadanía andaluza, pero no existe a día de hoy una organización fiable y sólida que presente al electorado un modelo o producto "deseable" de ser votado. Nadie vota dogmas, vota identidad en primer término y modelos de gestión solventes, en segundo lugar.

En segundo lugar, ni "hay un duro", ni lo habrá. Si algún partido político llegase a plantearse el hecho de concurrir a las elecciones europeas, como Andalucía por Sí, por ejemplo, claramente tiene que definir qué porcentaje de recursos está dispuesto a sacrificar en un modelo organizativo que prioriza la representación institucional municipal. La teoría política plantea que las disfuncionalidades comienzan a surgir cuando colisionan la legitimidad como agente del partido y como mandatario público. En este ángulo de la teoría política se presenta un dilema: priorizar los recursos en la reelección como ediles de ayuntamiento de pueblo o apostar por unas elecciones sin resultado claro definido con el único beneficio para el dirigente localista, en caso de tener éxito, de perder el control de la organización.

En tercer lugar, no existe a día de hoy un discurso que, además de ser coherente con el eje central del andalucismo, sea atractivo para el electorado. El economista Carlos Arenas apunta a "dejarse de idealismos identitarios para ir a la raíz del problema: la desigualdad y el ninguneo de lo andaluz en España". En este sentido, los discursos andalucistas, en gran medida, incluyen una gran cantidad de diagnósticos ideológicos centrados en ubicar el andalucismo en el espectro político de las derechas e izquierdas culturales, y por la otra, en el espectro polarizado que se desliza entre el regionalismo folclórico y el soberanismo antropológico y libertario. No existe aún un discurso electoral coherente que el electorado del siglo XXI pueda "comprar". No existe, al menos desde mi opinión, un discurso andalucista que, a pesar de ser escueto, deje de ser eficiente. ¿Sabe alguien la situación en el eje izquierda-derecha de Teruel Existe? Sin embargo, tuvo su éxito y llegó al parlamento español.

Las amenazas identifican factores externos que podrían obstaculizar el crecimiento o la estabilidad de la organización. La principal amenaza a la que se enfrenta el andalucismo político, derivada de no competir en repetidas ocasiones en espacios electorales, es la propia y más lógica amenaza derivada de la ausencia manifiesta: "que ocupen tu lugar". No presentar un partido andalucista a elecciones supone que alguien hará suyo el discurso, el espacio y, si me apuras, la identidad andalucista.

Esta circunstancia ya se ha hecho presente en el espacio escénico televisivo y festivo gracias en gran medida al acopio de voluntades de ex caudillos locales del terruño y apoyos expresos de ex jarrones chinos al presidente andaluz Moreno Bonilla. Sin embargo, no creo que la apropiación del andalucismo por parte del Partido Popular sea el principal problema. Siempre se podrá revertir, pues el Partido Popular tiene su sede en la calle Génova, de Madrid (capital). Cuando sea necesario, llamarán a filas y ocurrirá como con el andalucismo vampirizado del Partido Socialista, se diluirán las demandas de tierra y libertad para apoyar la formación de algún gobierno, quizás encabezado por el propio Moreno.

En mi opinión, la principal amenaza de la apropiación del discurso y espacio andalucista resultará de aquellos localismos que hagan suya la ideología andalucista. Pueden surgir un "Los Palacios en Europa" o un "El Ejido existe". Esto sí supone una amenaza para el andalucismo político. La ausencia manifiestamente repetida de organizaciones con domicilio fiscal en Andalucía dejará espacio a organizaciones locales de ideologías sin definir, pro sistema y apoyadas por el caciquismo del mercado local de turno, que vaciará inexorablemente de espacio para un Partido Andalucista fuerte. Esta lógica simple se observa en los ámbitos de la política municipalista: es más fácil montar un partido que acoplarse a los dictámenes de una organización sólida. He hablado de partidos locales en municipios pequeños o medianos, pero si el localismo surge en Sevilla, Cádiz o Málaga, será muy difícil revertir las inercias enfocando la agencia hacia la construcción de un Partido Andalucista implantado en el territorio modelo que, creo, Andalucía necesita.

Pero no todo son debilidades y amenazas; también hay fortalezas y oportunidades, incluso en política. Las fortalezas constituyen los activos más valiosos de la organización o movimiento social. Son los pilares sobre los cuales pueden apoyarse para lograr sus objetivos estratégicos y diferenciarse. La principal fortaleza del andalucismo político es que sigue vivo en el alma del pueblo andaluz. Dos apuntes sociológicos para confirmar este supuesto: podemos acceder a encuestas como la última de identidad de Andalucía del Centro de Estudios Andaluces (CENTRA) para identificar la adhesión a la identidad andaluza. En ella, en una escala del 1 al 10, siendo 1 "nada andaluz" y 10 "muy andaluz", un 78% de los encuestados se posicionan a partir de la categoría 8, y un 57% declaran posicionarse en la categoría 10. Resumiendo para aquellos no familiarizados con encuestas, un 57% de los encuestados se auto-puntúan con un 10 en identidad andaluza, un resultado más que destacable, de matrícula de honor identitaria.

Quizás se debiera dejar atrás la identidad y centrarnos en el pragmatismo. Que nos declaremos extremadamente andaluces, aunque resulte una dimensión importante y significativa, no resulta para mí, en términos electorales, especialmente determinante.

El segundo apunte surge al revisar el barómetro de diciembre de 2023 y la pregunta "¿Qué partido político cree que puede dar una mejor respuesta a los problemas de Andalucía?". Un 32% de los encuestados contesta el Partido Popular, un 12% el Partido Socialista Obrero y Español, y aproximadamente un 7% otros partidos. Sin embargo, ¡oh sorpresa!, esto no se refleja en los medios de comunicación: un 32% contesta que NINGUNO de los partidos representa los intereses de Andalucía ni es capaz de dar respuesta a los problemas, "los dolores", de Andalucía. Esta es una respuesta lógica, ya que ninguno es andalucista (quizás Adelante Andalucía lo es, pero solo el 1,9% los califica como útiles).

Por tanto, podemos concluir que existen al menos dos fortalezas para el andalucismo político: existe una potente identificación andaluza primero y, segundo, una parte importante del electorado identifica que ningún partido político responde adecuadamente a las necesidades reales de Andalucía. Como reza el lema del escudo, necesitamos "Andalucía por Sí".

¿Es correcta mi interpretación de las preguntas de la encuesta y realmente piensan así los encuestados? No lo sé, pero creo que al menos la extrapolación de los resultados de la muestra encuestada parece ofrecer al andalucismo político una oportunidad (¿electoral?).

En cuanto a las oportunidades, el análisis DAFO se enfoca en los elementos externos que la organización puede aprovechar para su beneficio. Pueden ser tendencias sociales emergentes, cambios demográficos, avances tecnológicos o nuevos nichos de mercado. La principal oportunidad para el andalucismo político, y con ello concluyo esta entrada; es concurrir a las elecciones europeas. Sin lugar a dudas, el esfuerzo por mantener viva la llama andalucista en el Pueblo Andaluz en repetidas ocasiones electorales al menos ofrece la oportunidad al electorado de votar en andaluz. Quizás no sea suficiente, pero seguro que retroalimenta el movimiento social, aviva el fuego y dónde hubo fuego, pasión y quedan rescoldos, ¿quién sabe (…)?

Además, los andalucistas no podemos permitirnos que ocupen nuestro espacio, no podemos permitirnos dejar pasar otra oportunidad. Llegamos al andalucismo por diferentes vías, pero todos convergemos en un punto fundamental: la necesidad de un partido político andalucista que ponga en valor político las necesidades de Andalucía, potencie el desarrollo endógeno, soberano y sostenible de nuestros recursos naturales privilegiados y valore la cultura, identidad y el carácter enérgico del andaluz en el Estado español y la Humanidad.

Presentarse a las elecciones europeas es un esfuerzo de difícil recompensa inmediata, pero ¿quién sabe? En este muy resumido análisis DAFO, como todo análisis sociológico no exento de interpretación libre de VALores, hemos identificado claros déficits de recursos, organizativos y discursivos. Sin embargo, todo éxito en concurrencia electoral, además de "dólares", necesita que se den los supuestos de audiencia proclive al discurso y estructura de oportunidad política. Podemos consiguió “a million votes” en unas europeas y comenzó su despegue, ¿por qué no puede que ahora sea la oportunidad del andalucismo, en estas europeas? ¿Por qué no pueden ser las elecciones europeas la fecha en la que los andaluces se levanten para exigir tierra y libertad? La estructura política es afín e identidad sólida existe; esas son nuestras fortalezas. Apostemos que tenemos una oportunidad que no debemos dejar pasar, pues o hacemos política o “Ahora Mi Pueblo (ni de izquierdas, ni de derechas)” lo hará por nosotras.

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