Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno, entrando en Moncloa.
Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno, entrando en Moncloa.

El vicepresidente segundo del Gobierno y líder de Unidas Podemos,Pablo Iglesias, ha asumido la“derrota sin paliativos” que ha tenido en las elecciones vascas y gallegas, añadiendo a continuación que va a realizar una "profunda autocrítica" y aprender de los errores que“sin duda” han cometido. Así mismo, Juan Carlos Monedero, afirma que el discurso de Bildu y el Bloque Nacionalista Gallego se ha podemizado, motivo por el que se han beneficiado electoralmente, mientras que Podemos,que ha cambiado la política de este país, sigue sin dedicar el grueso de sus energías a lo que debe: construir partido”.

Tras la reunión del máximo órgano de dirección de Podemos, para analizar los citados resultados electorales, ha concluido que dicho descalabro sin analgésicos es por"la debilidad organizativa en los territorios debido a las peleas internas de la etapa anterior".

La Comisión colegiada federal de Izquierda Unida, partido integrante de la coalición Unidas Podemos, atribuye a las divisiones que se han producido en los últimos años y a “las debilidades del proyecto federal”.

Parece pues, que para el diagnóstico realizado el tratamiento no puede ser otro que el fortalecimiento de la estructura de organizativa en cuanto que debe construirse una implantación territorial a todos los niveles, acabar con las disputas internas y fortalecer el proyecto federal.

Respecto de los altercados internos que han afectado a Podemos parece que la situación se ha resuelto, aún está por determinar si de la mejor forma. Ya no están en la formación los errejonistas, tampoco los anticapitalistas ni los seguidores de Carolina Bescansa, es decir, aquel núcleo irradiador que fue el motor del encauce de la indignación de los españoles que impugnó la política, la corrupción política, institucional y económica de nuestro país, ha desaparecido. A lo anterior, hay que añadir la huida por decepción con el desarrollo del proyecto que heredó el 15 M de personas muy valiosas que se implicaron activamente, aportando capacidad, conocimientos y solvencia que pusieron a disposición de un despertar y repolitización de la ciudadanía que sentía la necesidad de sentirse junta y hablar de los asuntos que eran motivo de preocupación de todos en un espacio de encuentro.

Se podría decir, que Podemos se ha vaciado por los motivos antes dichos y a su razón la derrota sin paliativos. Pero está en el gobierno de España donde, todavía, hace visible sus importantes aportaciones al cambio legislativo, del que ya disfrutan millones de personas. Nadie, honestamente, puede cuestionar esa realidad, que se ha visto reforzada por el acuerdo de solidaridad que se ha configurado en la Unión Europea, a pesar de los populares, firmes aliados de los países frugales, especialmente del gobierno del paraíso fiscal holandés, que exigía la privatización de los servicios públicos españoles y el mantenimiento de la reforma laboral que, por cierto, si es tan buena podrían trasladarla tal cual a su país.

A tres años, como mucho, que quedan para las siguientes elecciones municipales, autonómicas y generales, se está para generar implantación y organización territorial. Será una ardua tarea que requerirá, por un lado, reparar los poros por los que sigue goteando la salida de personas respetadas hasta ahora colaboradoras del proyecto de cambio político y recuperar a otras. Y, por otro, apostar decididamente por el municipalismo y el federalismo, pero también federalismo organizativo, escenarios en los que Andalucía juega un papel principal y de equilibrio, tanto en el externo como en el interior de los partidos.

Hace unas semanas decía que se está en una encrucijada y si no se avanza en la dirección que la situación política indica, la fuerza de los acontecimientos, de los que ya se ha tenido un adelanto en Galicia y Euskadi, la realidad sociopolítica acabará imponiéndose y Podemos quedará descolgado, también, en Andalucía, lo que, a decir de muchos, yo incluido, no sería nada bueno para la democracia española, que volvería a ser más deficiente y con negativa trascendencia para la salud política española en general y en andaluza en particular. Se perdería la posibilidad de seguir contando con políticas sociales y económicas que no abandonen a su suerte a las personas, los autónomos y las pequeñas y medianas empresas y de reforzamiento de los servicios públicos. A todos ellos, hoy, se les ha proporcionado un escudo social que los protege de la caída al vacío, lo que debe continuar. De esta crisis no se puede salir de la misma forma que de la anterior, provocada por la especulación financiera – inmobiliaria. Esto es demasiado serio como para jugar al teto.

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