Dejar de pensar con los genitales

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Miembro de la Asociación de Hombres Igualitarios de Andalucía. (A Rocío siempre, antes, después y luego)

Breves lecturas para hombres.
Breves lecturas para hombres.

Dicen quienes estudian la sexología que el sexo es lo que somos, aquello que nos singulariza, que los hombres tenemos componentes femeninos y masculinos, y que los genitales no son los que determinan que seamos hombre o mujer. Parece que una de las razones que condujo a esta afirmación fue la existencia de personas intersexuales, que son las que nacen con órganos que no se ajustan a lo que consideramos masculino o femenino.

Esta reflexión me viene a desbaratar todo el paradigma en el que mujeres y hombres hemos sido educados, que dice que somos de un sexo u otro según tengamos pene o vagina, y que no existe otra alternativa.

Lo anterior me llena de dudas e incertidumbres, porque si el sexo es lo que somos, y no son los genitales los que lo marcan, como se conforma entonces lo que somos de forma que unas personas sientan una identidad sexual u otra. Parece ser que esta construcción no solo se produce por hechos biológicos sino también por circunstancias culturales, es decir por una cuestión biográfica. 

Por ejemplo, saber cómo influye la biología en nuestra identidad, o que parte de responsabilidad le atribuimos a la cultura, que tiene todo que ver con los orígenes, las tradiciones, las maneras de entenderse en cada momento una sociedad. También a preguntarme el cómo nos condiciona a los hombres en nuestra autoconcepción, el hecho de tener pene, es decir el falocentrismo, que es esa cultura por la que el mundo gira alrededor del falo, sin  él que nada se entiende y tiene sentido.

Para los hombres nuestro órgano viril es esencial, porque forma parte ineludible de nuestra identidad, no es el sexo conformado por la biología y cultura lo que nos define, sino que es mucho más simple, somos hombres porque tenemos pene. Pero no solo es esta condición, sino también el rol e importancia que le damos a esa parte pequeña de nuestro cuerpo. Porque además ha de ser viril para poder cumplir en todo momento con la misión principal de nuestra existencia, como es la penetración del cuerpo de las mujeres. Si no somos capaces de hacerlo, da igual que tengamos pene o no, no seremos hombres.

Esta exigencia y teniendo en cuenta que no somos máquinas, sino seres cerebrales y emocionales sujetos a la acción de las incertidumbres de la vida, nos sitúa en un estado de competitividad, con nosotros mismos, y con los demás hombres, convirtiendo nuestras relaciones sexuales en actos de reválida y reafirmación, lo que nos genera mucha frustración y ansiedad. De ahí luego la ira y la violencia que aplicamos en nuestro día a día.

Entonces pienso si no habrá llegado ya el momento de que los hombres desmontemos de una vez por todas las mentiras qué sobre el sexo y la hombría nos venden y vendemos, para que no sea esta cultura la que siga gobernando el mundo y nuestras vidas. 

Será, cuando los hombres dejemos de pensar con nuestro pene, cuando un futuro más justo, pacífico e igualitario, se hará posible. Hasta que eso no suceda seguiremos teorizando, hablando y escribiendo sobre hombres nuevos, pero siendo los mismos de toda la vida en las sociedades desiguales y violentas de siempre, donde las mujeres y las personas excluidas por el sistema patriarcal tienen todas las de perder.

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