Decálogo de mi diálogo con mi lado feminista

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Miembro de la Asociación de Hombres Igualitarios de Andalucía. (A Rocío siempre, antes, después y luego)

Un pasado encuentro de Hombres por la Igualdad en Jerez. FOTO: MIGUEL MONTEOLIVA S.
Un pasado encuentro de Hombres por la Igualdad en Jerez. FOTO: MIGUEL MONTEOLIVA S.

De acuerdo, quiero intentar ser un hombre igualitario. Qué tengo que hacer.

1. Piensa de forma empática

Bien, primero comienza por pensar en nosotras las mujeres, no como tú objeto sexual, madre, novia, esposa, cuidadora, o seres débiles que necesitan  vuestra protección, a pensar en nosotras como personas que al igual que tú, tenemos derechos, obligaciones, deseos, pasiones, necesidades, dolores, enfermedades, alegrías, desempleo, depresiones, amores, aspiraciones. Pero no lo hagas desde esa superioridad moral que te otorga tú cómoda posición patriarcal, hazlo como si fueses una de nosotras, practica eso que llamamos empatía, deja de poner tantas excusas, cuestionarnos, y buscar justificación a todo.

2. Practica la escucha activa

Escúchanos, no como quien oye llover, porque nada te interesa lo que te diga, y solo esperas, si eres capaz de no interrumpir, que deje de hablar para largarme tú parrafada, como si no hubiese hablado, o ni tan siquiera estuviese frente a ti. Escucha lo que pensamos, como vemos este mundo, y ejercita la escucha activa. No os viene mal.

3. No te creas el centro del mundo

Deja de creerte el ombligo del mundo, y que tenemos que estar pendientes de ti, no pretendas imponer siempre tú razón, monopolizar la conversación, y ocupar todo el espacio. No estás solo. Da un pasito adelante, y por ejemplo, deja de desayunar con tus compañeros, y hazlo de vez en cuando con tus compañeras, tendrás otra visión de las cosas, esa que te falta. No pienses que no pintas nada, o que solo hablamos de trapitos, colegios, y cotilleos. No nos humilles. Abstente por unos días de darnos tú opinión sobre política, fútbol (nosotras también entendemos), las cilindradas de tú moto, o poner cara de idiota cuando hablas de los caballos del coche que te vas a comprar.

4. Acepta la maternidad como una opción

Acepta la maternidad como una opción, que no se es ni más, ni menos mujer por no ser madre, o por tener una sexualidad distinta a la que tú piensas que debemos tener.

5. Recapacita sobre cuál es tu papel en las tareas del hogar

Se sincero, honesto, y recapacita qué sería de tú vida familiar, social y laboral, sin las mujeres, y cuál es tú participación real en las tareas del hogar. Memoriza y apunta los permisos, vacaciones, y reducciones de jornada que disfrutaste en el trabajo para atender necesidades familiares, o las veces que fuiste al colegio porque tus hijos se hicieron pis, y había que cambiarlos. Calcula el tiempo que cada semana dedicas a tu ocio personal. Recuerda quien se tomó todos los descansos por maternidad, haz un ejercicio de inteligencia, esa de la que tanto presumes, y evalúa tú carrera profesional, las subidas salariales, los ascensos y promociones, y la de tú pareja.

6. Imagina un mundo con los hombres discriminados

Imagina que el mundo funciona al revés, que somos nosotras las que lo gobernamos  y ustedes los discriminados y marginados. Que cuando estás en una reunión con mujeres, tú opinión no vale nada, te miran con cara rara y  media sonrisa, y que hasta para dirigirse a ti, utilizan el femenino genérico, y cuando protestas te dicen, engloba a los dos géneros, lo establece la RAE, o eres un exagerado.

7. Piensa en qué sentirías viviendo con miedo

Haz un ejercicio de abstracción y piensa que sentirías, si en la calle, en el trabajo, los hombres te miran de arriba abajo sin pudor, queriéndote manosear, comer o incluso violar. Y que algunos se atrevan a meterte mano en el autobús, o te dicen una barbaridad, y así todos los días. También el miedo que te entra cuando vuelves a casa solo de noche, y un hombre camina tras de ti, o que una pandilla se te acerca de frente.

Piensa sí eso de sacar la ropa de invierno y guardar la de verano, existiría si tú fueses el responsable. Si eres capaz de planificar las necesidades alimenticias de tú familia más allá del día de hoy, cuantas veces has pisado el colegio e instituto de tus hijas, te conoces el nombre de alguno de sus tutore(as), o quién es su médica de familia. Haz memoria de las veces que has puesto la lavadora, si tienes idea de eso de los programas de lavado, o quien cocina todos los días. Abandona las bromitas y risas sobre nosotras, y asume el compromiso de no tolerar, y denunciar todo acto de sexismo, machismo, burla o discriminación hacía las mujeres, que haya en tú presencia.

8. Repasa las estadísticas e infórmate respecto a la violencia de género

Repasa las estadísticas, e infórmate, de cuantas y cuantos ascendientes conviven con sus hijas, y cuantos con vosotros. Observa cómo te relacionas con tus hermanos, y como lo hacen ellas. Busca en Google, y documéntate en sitios objetivos, de eso que tanto sacáis a relucir, de las denuncias falsas. Luego, si te queda vergüenza, habla.

9. Piensa en cuestiones de género sobre quiénes forman las élites de este país

Noveno, piensa quien ha diseñado este mundo, quien lo gobierna,  y cuantas mujeres han participado en ello. Los referentes femeninos que tiene la juventud, cuantas mujeres científicas, literatas, políticas hay, y reflexiona sobre el porqué. El número de hombres asesinados por sus parejas, plantéate con rigor la tragedia de la violencia de género, y no te limites a condenar a los machistas, sino al machismo que lo genera, del que tú sí eres responsable.

10. Reflexiona sobre tus relaciones sexuales

Décimo, reflexiona sobre las relaciones sexuales, olvida tú testosterona, que lo nuestro no es tú mete y saca, que el clítoris existe, que amor no es violencia, abandona tus perjuicios, y egoísmos, relájate y disfruta. El sexo no es una carrera de velocidad que tienes que superar. Metete en la cabeza algo tan claro y evidente, pero que vuestra machista hipocresía os impide, con lo inteligentes que sois, que si significa si, y que no significa no, así sin más lecturas ni enrevesadas interpretaciones. Suprime la violencia de todos tus comportamientos, llora, siente, emociónate, no te avergüences, y reconoce que eres débil, muy débil, y que nosotras podemos ser fuertes y mejores.

Si eres capaz de todo esto, hacerlo con humildad, sinceridad y ganas de cambio,  quizás puedas comenzar a dejar de ser un hombre machista, y te podamos educar en igualdad. Ten el valor.

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