Estamos muy necesitados de héroes. O somos un país de memes, ese vocablo que en las redes sociales sustituye lo que toda la vida vienen siendo memeces, de memo, que diría mi padre. Una señora de 65 años sale a limpiar la ventana desde lo alto, arriesgando su vida no para salvar la del prójimo sino para que sus cristales luzcan como espejos, y ya está: trendig topic, portada de periódico, nueva superheroína.
Estamos muy necesitados de héroes. O somos un país de memes, ese vocablo que en las redes sociales sustituye lo que toda la vida vienen siendo memeces, de memo, que diría mi padre. Una señora de 65 años sale a limpiar la ventana desde lo alto, arriesgando su vida no para salvar la del prójimo sino para que sus cristales luzcan como espejos, y ya está: trendig topic, portada de periódico, nueva superheroína. La Spiderman gallega, ha sido bautizada. La mujer que en vez de telas de araña dispara percebes al grito de "carallo". Lo último es aportación mía, que muero con una memez.
Volviendo a lo serio, al panorama nacional, les decía que aquí hemos tenido un 'Cadiman', el superhéroe del Cádiz CF, y al terreno de la política espectáculo acaba de saltar otro superhombre con poderes de otra galaxia, el Kichi, capaz de dominar con su mente todas las pantallas LED de la tacita de plata. Investido con los poderes del pueblo y su supernovia, promete acabar con la villanía de la casta en el apocalíptico mundo de la era del posteofilato. En la capital del vino, los caballos, las motos, el flamenco y los meñiques, Superovarios al Poder prometía ser la heroína de moda, con su "no pasarán". No obstante, la alcaldesa Frigopie se le adelantó y no dudó en usar para provecho político su traspiés, que después de aparecer en Sálvame y casi en la BBC -creo que Merkel se negó a comentarlo pero se le escapó una carcajada en plena fuga de depósitos griega-, dejó en agua de borrajas el triunvirato formado por Kichi al sur, Carmena al centro y Colau al noreste. Vamos, que le quitó todo el protagonismo a los Vengadores de la Casta.
Cabría hacer varias interpretaciones sociales, culturales, económicas, psicológicas y hasta climatológicas de por qué esta atracción por las memes. Podríamos culpar a la crisis y la pobreza, al carácter español, a la incultura generalizada, a la superficialidad de las redes sociales y a una juventud cada vez más frívola. Podríamos tratar de combatir esta tendencia o sumarnos a ella. Qué demonios, que alguien me preste una capa.
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