Durante todo este tiempo de jaleos políticos unos y otros hablan con asiduidad de putas y putas y más putas. Algunos -llamados progresistas- las han usado para su disfrute. Otros -conservadores y liberales- no hacen más que echarles en cara el hecho a los puteros como si la prostitución no haya sido asunto numerosísimas veces en la Historia de quienes pueden pagarla más y mejor y como si las chicas de compañía hayan sido asuntos exclusivos de cuatro mangantes desclasados. Es la política que no tiene piedad con nada ni con nadie, la alta política que no repara en palabras ni en estrategias dialécticas.
Prostitución y cultura
Detrás de esas putas hay seres humanos, ni el feminismo ha salido a defender a las mujeres que han sido utilizadas y se han dejado utilizar por la causa que sea. España es un país de deslenguados y de incoherencias. Ya vale más y es más protegida una persona que hiere, asalta, mata, que una mujer que busca por necesidad o voluntariamente -si las hubiera- un beneficio económico para vivir lo mejor posible. La prostitución ha estado siempre ahí y va a seguir estando. ¿Por qué? Porque el ser humano al autoimplantarse una cultura, un sistema de valores con el que no destruirse, aplasta sus tendencias más naturales.
Esas tendencias surgen por otros lugares y uno de ellos es la prostitución, eso al margen de enfermedades adicticas al sexo y otras circunstancias. El patriarca de una horda elegía a la mujer que más le gustaba para aparearse. Pero es que la mujer también podía elegir al macho que le pareciera más fuerte para procrear con él. Esto no quita que haya existido y exista el abuso y el maltrato a la mujer en toda la Historia. De sobra sabemos que hay culturas que admiten la poligamia o que en el Califato de Córdoba mujeres de alta alcurnia elegían los varones que deseaban para su desfogue.
En la sociedad romana los prostíbulos estaban señalizados en algunas ciudades y las relaciones sexuales eran mucho más abiertas que las actuales. Con el paso de los siglos hemos deseado en Occidente organizarnos en familias heterosexuales -ahora ya del mismo sexo también- sobre la base de la pareja. Sin embargo, esa monogamia es subvertida con asiduidad, antes bajo cuerda, ahora más “a la vista de todos” con la existencia de la Red y de locales de cambios de pareja, entre otros ardides que llevan a las personas a ejercer una especie de doble vida. Y luego tenemos a quienes esa doble vida la llevan por dentro, en esos deseos que reprimen para que todo siga aparentemente en orden.
Sentido de la prostitución
Todo lo anterior le da sentido a esas mujeres a las que llevamos machacando toda la vida y en estos días mucho más porque se hace desde tribunas públicas: las putas, las putas, venga utilizar a las putas en los follones políticos que son, a fin de cuentas, otra manifestación del pan y circo que nos arrojan a la plebe para que discutamos y perdamos las amistades entre nosotros porque unas mediocridades y unos delincuentes de facto que forman parte de una nomenclatura y de una casta se lían a gorrazos y así nos despistan de las auténticas guerras que conducen nuestras vidas: las que en el silencio o en la “clandestinidad” desarrollan no estos chillones en los parlamentos sino quienes llevan los negocios en el mundo y son dueños de nuestras vidas y de nuestras muertes.
Me trago por necesidad y responsabilidad ciudadana las parrafadas de los políticos, pero ¡a mí me importan tres leches las embestidas de Feijóo, de Sánchez, Abascal, Belarra, etc. y sus acólitos y palmeros! Lo que me interesa de verdad son los centros mundiales donde se decide qué es lo que tenemos que pensar, hablar y hasta qué comprar en las jodidas rebajas éstas en las que hoy algo vale una cantidad y dentro de unos meses lo vemos con un 60 por ciento menos y aún así se le gana plusvalía. Detrás de eso sólo puede haber una realidad: esclavitud siglo XXI con nuestra complicidad. Peor que las putas.
El asunto de la prostitución, como casi todo en la vida, es por tanto muy complejo. La ideología progresista -que cada vez se parece más a la caridad y a los principios religiosos, no ideológicos- aplica esa simplicidad mística pensada para no complicarse la vida y encima quedar como santos: hay que abolir la prostitución. Sentado a mi mesa -como lo estoy ahora- arreglo el mundo en una tarde. Ojalá fuera así la vida.
Abolición o legalización
Hace cinco años, se presentó en mi despacho profesoral una alumna que pretendía que yo le dirigiera su Trabajo Fin de Grado (TFG). La chica llegaba con el cerebro bastante lavado por el anhelo celestial progresista: la abolición. Quería desarrollar su TFG sobre la prostitución, pero ya tenía claro que partía de una base: la necesidad de abolirla. Partía de una base política y además de tres al cuarto, no arrancaba desde bases científicas. La ciencia y la política son como el agua y el aceite, un parlamentario -o un periodista servidor de una línea política- sentado delante de un tribunal académico realmente librepensador no aguantaría demasiado porque el tribunal le exigiría que demostrara y fundamentara cuanto le está diciendo, no vale lanzar acusaciones e insultos así como así.
Le hice saber algo a la alumna. Le pregunté si era consciente de que existe un movimiento y organizaciones “sindicales” de prostitutas que defienden exactamente lo contrario a la abolición y se llaman a sí mismas trabajadoras del sexo. Si no están bajo el yugo de la trata de blancas o semejantes, estiman que llevan a cabo un servicio público y que deben al menos poseer seguridad social por ello. Y pensión cuando se retiraran.
Este dato le sorprendió a la alumna, le dije que fuera a comprobarlo por sí misma, que buscara fuentes de información primarias, es decir, que, para completar su TFG, hablara también con ese sector de prostitutas que tenían incluso una portavoz. En una ocasión, esa mujer, portavoz en Sevilla del movimiento, afirmó que las normativas municipales aprobadas por el “progresismo” habían resultado un remedio peor que la enfermedad ya que desde sus lugares de trabajo en la calle tuvieron que desplazarse a los tenebrosos polígonos industriales donde su seguridad personal corría más peligro aún, dada la delincuencia que en esos lugares se producía a menudo.
Trabajadoras del sexo
La estudiante finalizó su TFG asombrada de la complejidad del asunto y me lo entregó como una investigación bien elaborada, teniendo en cuenta que era una estudiante, no una profesional. Sus planteamientos eran académicos, el resumen de su TFG indicaba:
“La prostitución en nuestro país no está regulada, por lo que las trabajadoras sexuales no son tratadas como trabajadoras, sino como prostitutas. La diferencia entre un concepto y otro es abismal puesto que uno de ellos significa tener derechos como trabajadora y el otro significa obtener dinero a cambio de sexo. En este contexto donde el trabajo sexual está tan castigado socialmente los medios de comunicación son de vital importancia. Informar a la sociedad desde el punto de vista de la libertad y de los derechos es primordial si queremos conseguir que las trabajadoras sexuales tengan los mismos derechos que cualquier trabajador español”.
“Además, el colectivo feminista, que debería luchar por los derechos de todas las mujeres sin excepción, está dificultando que las trabajadoras sexuales consigan sus objetivos y dejen de formar parte de un colectivo discriminado socialmente. Nos encontramos en un momento en que el feminismo está cada vez más separado en diferentes feminismos que trabajan más a favor de los intereses particulares de un segmento social de mujeres en lugar de poseer unos objetivos reivindicativos genéricos”.
El trabajo completo está en consulta abierta en sitios oficiales de la Universidad de Sevilla (US), por si alguien desea ampliar el tema. Al ser un TFG elaborado desde el Departamento de Periodismo II -al que estoy adscrito en la US- se centraba bastante en el tratamiento que algunos medios escogidos para el trabajo otorgaban al asunto. La autora escribió: “En virtud de los documentos analizados anteriormente y para responder a la hipótesis planteada, considero que los medios de comunicación de Sevilla, en general, se posicionan más a favor de la regulación de trabajo sexual que de su abolición: 10 a favor, 6 neutral y 2 en contra”.
“Nadie nos da cobertura”
En las conclusiones, la investigadora recogía declaraciones al respecto procedente de una de las protagonistas del reportaje:
“Uno de los objetivos principales de este trabajo era intentar entrevistar a alguna de las trabajadoras sexuales que forman parte del Colectivo de Sevilla. La única respuesta que recibí tras varios intentos fue que no daban entrevistas por el daño que les habían causado los medios de comunicación de Sevilla. Ya en una entrevista una de las fundadoras del Colectivo de trabajadoras sexuales de Sevilla, respondió a la pregunta de “¿Cómo se sienten con respecto a la cobertura que les están dando los medios?‟, de la siguiente forma:
“A nosotras no nos da cobertura nadie si no es bajo presión, siempre hablan de putas sin putas, sólo son los periodistas freelance los que se han acercado a nosotras. Periodistas que luego escribirán para distintos medios, pero los medios en sí mismos no nos dan cobertura. Y si se está sacando información ahora es porque esos periodistas están haciendo presión”.
“Por otro lado, no aceptamos que venga cualquier medio a sacarnos como prensa amarillista…‟ “Para responderle, personalmente, a autoras y autores abolicionistas que recalcan una y otra vez que la prostitución no es digna y que no podemos permitir que haya mujeres que la ejerzan, yo me pregunto ¿decirle a una mujer lo que debe y no debe hacer desde una perspectiva claramente privilegiada no es el mismo patriarcado de siempre? La solución no es intentar abolir algo que ha existido durante miles de años y que, por mucho que no queramos, seguirá existiendo. Tampoco es criminalizar a trabajadoras sexuales o a clientes. Si queremos ayudar a las mujeres cuyo único sustento es el trabajo sexual tenemos que protegerlas y darles derechos, no decirles lo que está bien y lo que está mal desde un punto de vista privilegiado”.
“Por otra parte -puntualizaba la autora del TFG-, durante el proceso de análisis he podido darme cuenta de que una gran parte de las noticias que hablan sobre prostitución lo hacen sin contar con ninguna prostituta. Hace años el feminismo luchaba en España para que no se debatiese sobre si las mujeres debíamos tener el derecho a abortar libremente o no sin mujeres al frente del debate, ahora es ese mismo feminismo el que, junto a otras instituciones, niega derechos a las trabajadoras sexuales. Los colectivos más privilegiados opinan y debaten sobre qué hacer con los colectivos más vulnerables y sus circunstancias sin contar con la opinión de estas personas, y esto es lo que ocurre con las prostitutas. Para hablar de prostitución, debemos hablar con prostitutas”.
Una carta a Pedro Sánchez
La Asociación StopAbolición me acaba de enviar su último boletín en el que se puede leer, entre otras muchas interesantes informaciones, una carta a Pedro Sánchez:
“Hola Pedro Sánchez. Me llamo Laura y soy trabajadora sexual. Hoy he conocido que en tu partido será falta muy grave contratar servicios sexuales. No quiero hablar de tu oportunismo con normas moralistas en pleno verano y tras vuestros graves escándalos de corrupción.
Pero más allá del momento, ¿Cómo exactamente pretendes vigilar la vida sexual de tus militantes para hacer efectiva tu norma? Si algún día haces una ley similar para España como ya has intentado ¿Impondrás la vigilancia de mi vida sexual y la de los españoles?
Leo estupefacta en vuestro comunicado que "defendéis un modelo social que luche por la desaparición de las causas que llevan a las mujeres a prostituirse". ¿Cómo exactamente ayudas a eliminar las causas que llevan al trabajo sexual a muchas mujeres que se persiga a los clientes de tu partido?
Por enésima vez, te pregunto. ¿Cuándo vais a escuchar a las trabajadoras sexuales? Las graves consecuencias de las leyes criminalizadoras de Francia, Suecia e Irlanda harían a cualquier político reflexionar. Todos los grupos menos el tuyo ya lo han hecho. Pregunta a tus socios de gobierno, no te quedes sólo.
Por último, Pedro. No mezcles, no manipules, no te aferres al voto fácil. Muchas vidas como la mía se verán afectadas sin razón. Robar dinero en mordidas es ilegítimo y un delito grave. Pactar un encuentro sexual por dinero entre adultos no lo es”.
Fin del artículo. Ahora ya pueden seguir unos y otros y unas y otras utilizando a las putas como armas arrojadizas, como los objetos que, al parecer, son en realidad, según los lenguajes que escucho.
