La máxima es del máximo interés: siempre que aparece una pistola en una obra de teatro o en una película es porque alguien va a usarla. En nuestros días da la impresión de que nunca pasa nada, pero como hay tantas pistolas a la vista de todos y todas e incluso de todes más otras muchas invisibles a la vista del personal en su concepto genérico, es evidente que algo tiene que pasar. Mejor dicho, ya está pasando, la Historia parece que está quieta y que no sucede nada nuevo, pero vaya si se mueve y claro que van a pasar cosas.
Mucha gente encabronada
Hay mucha gente encabronada, parece que no pasa nada y no es así. La gente padece, aguanta y observa hasta que le llegue el momento en que considere que puede dar el zarpazo. España ha sufrido un retroceso socioeconómico, educativo y cultural increíble, muchos turistas, pero menos ingresos, casi dos millones de personas mayores de 50 años cobrando subsidios de paro, nueve millones y medio de jubilados, nacimientos detenidos o a la baja, una inmigración que por lo general no aporta sino que cubre tareas que, sí, en efecto, podrían cubrirlas indolentes españoles y esos otros a los que llaman “obreros” los decimonónicos progresistas. Seamos serios que por eso no vamos a ir al infierno nazi ni odiamos a nadie: afirmando lo anterior no se es racista sino que se expresa uno con realismo y con la libertad que otorga Occidente gracias a los millones de muertos que costó traer ese derecho.
No olvidemos, por otra parte, el gasto público y la indigencia en la inversión más una alternativa progresista que parece salida de un seminario o de La Biblia, una religión laica vigilada por unos Torquemadas de tebeo. Por supuesto que pasan cosas y precisamente porque pasan parece que la gente está hierática y no ocurre nada.
Hace nueve años, un joven brasileño de 19 años, en un chalé de la campiña guadalajareña, asesinó y descuartizó a sus tíos y a sus dos primos pequeños “con una frialdad que heló al país”, afirman desde la web de Mediaset. Se llamaba Patrick Nogueira. El mozo “retransmitió” en directo a través de su móvil la carnicería, en exclusiva para Brasil, para su amigo Narvin Henriques Correia quien le daba consejos sobre qué hacer con los cadáveres o con los trozos de cadáveres. Condenaron a Nogueira a cadena perpetua que en España se llama prisión permanente revisable como si todas las cadenas perpetuas no fueran revisables. Según los peritos defensores, el asesino comentó a un psiquiatra: “En las guerras también mueren muchos niños y personas y no pasa nada.”
Dios y sus tres personalidades
Da la impresión de que el tipo estuvo acertado. Si procuro reír por no llorar, que es lo que suelo hacer en mis textos, me recuerda al gran Gila cuando afirmaba que le gustaba la guerra porque mientras más gente matabas más medallas te ponían.
En Gaza matan y matan y vuelven a matar y no pasa nada. Aquello debe ser peor que el infierno, aquellas víctimas se tienen el cielo ganado y que las reciba personalmente Dios o Alá con alfombra roja. Creo que Dios, Alá y Yahvé deben estar peleando también y no pasa nada, me parece que el Sumo Hacedor es como las tres caras de Eva, esa mujer de la película del mismo nombre (1957) que los médicos creían que poseía dos personalidades hasta que se dieron cuenta de que tenía una tercera. Desde luego, si Dios no ha muerto es evidente que tiene más de una personalidad y por eso padecemos un mundo tan revuelto como el que tenemos. Desde siempre.
¿Qué no pasa nada? No será la primera vez que un pueblo hace desaparecer a otro o lo deja reducido a la mínima expresión. Es monstruoso, pero es, sucede, está pasando y la actitud de los demás es la actitud de la no actitud.
Guerras, negocios, muertos
En Ucrania han matado mucho menos y han sido mucho menos brutos y asesinos que en Gaza y sin embargo le están dando muchos más palos a los rusos que a los judíos. En el fondo todo va de negocios, las guerras son negocios pero como eso no se lo van a decir a quienes tienen que morir para que no pase nada y los negocios sigan, se reviste todo de sentimentalismos y fantasías como ocurrió con las Cruzadas en el siglo XI o con la creación de la Iglesia Anglicana en el XVI o con la revolución de Cromwell en el XVII.
Hablamos de muertos y de guerras como si no pasara nada, nos importa un carajo que cuando charlemos de éste o aquel conflicto detrás de todo haya vidas humanas que se pierden. Me acuerdo de la frase que le dice Clint Eastwood a un joven e impulsivo pistolero en la película Sin perdón: “Cuando matas a alguien matas todo lo que tiene y todo lo que pudiera tener”.
Sin embargo, vaya si pasa. Cada día aparece un arma nueva con vistas a que, si no se utiliza la pistola, al menos tengamos paz mediante la amenaza de guerra. El nuevo equilibrio del terror. La Guerra Fría ya es un juego de niños al lado de lo de ahora, que de tan fría que ha llegado a ser quema a diario nuestras mentes, el dominio mediante el miedo es el más rentable. Miedo y libertad ilusoria son los dos grandes somníferos y, a pesar de ellos, la gente no está dormida. ¿Por qué?
Comprar votos
No estoy de acuerdo con ese personal que insulta a los españoles con todo tipo de improperios porque, según cree, no hacen lo que deberían hacer: echar a Pedro Sánchez, alzar más la voz. Sánchez hace lo que tiene que hacer: perpetuarse en el poder y para eso todo vale, no nos engañemos; en sus vacaciones estará calculando cuentas sobre cómo comprar más votos, tiene tiempo, lo que queda de 2025, todo 2026, hasta 2027. Tal y como está el panorama, no le queda más remedio que comprar votos que añadir a los de sus adictos y empleados directos e indirectos.
Quienes estamos en la universidad sabemos los recortes que hay para la investigación, por ejemplo; sabemos la cantidad de proyectos de I+D que se rechazan teniendo méritos para lo contrario (“que inventen ellos”, nosotros a servirles una birra). Sabemos que en Hacienda están revisando todas las declaraciones de la Renta desde 2020 a ver cuánto pueden sacar de más. Tacita a tacita… El Leviatán de Sánchez no se va a saciar, seguirá quitando dinero a unos para dárselo a otros y comprar sus voluntades, todo además revestido de progresismo. Condena, pero no condena a Israel, defiende a Ucrania, pero en 2024 elevó las compras de gas ruso. Está, pero no está en la OTAN. Con los votos que compre más el apoyo independentista podría tener bastante. Y, sin embargo, algo pasa.
Los dos tipos de alimento
El ser humano tiene necesidad de dos tipos de lo que llamaré “alimento”: el material y el espiritual. Con ambos están jugando Sánchez, su maestro ZP y el blando de Rajoy desde hace ya demasiados años. Y con ambos han jugado diversos líderes mundiales supuestamente progresistas. La falta de ambos alimentos es el motor silente que está moviendo a la aparentemente pasiva ciudadanía. Y se está moviendo cada vez con más soltura hacia el caudillo, hacia el pensamiento autoritario, fijo, claro, sin remilgos. Parece como si la gente, cada vez más, aplaudiera con mayor entusiasmo lo de “a grandes males, grandes remedios”.
Un ejemplo de lo anterior es la reunión en Alaska de Putin y Trump. He aquí el mensaje que nos mandan: “Nosotros, machos alfa con ideas sólidas, nos vemos y empezamos a decidir. Ya informaremos a esa tropa de mediocridades débiles, relativistas y posmodernos, de aduladores que chillarán, pero harán lo que nosotros queramos”. Otra cosa es que les salgan bien las jugadas, pero por lo menos deciden, actúan, caminan, se arriesgan, emprenden.
Nada sustancial aporta la progresía ante este hecho que no sea palabrería monocorde que busca salvar lo que pueda de los puestos de trabajo que la misma desgracia que combate le facilita. Hay algo que nunca le perdonaré a estos progresistas actuales: que hayan matado la ilusión de la gente porque una población sin ilusión es una población muerta y eso es todo lo contrario a lo que exige el progreso y el progresismo.
Que yo me enfrente a una juventud universitaria generalmente adicta al carpe diem y a la pereza; a millones de personas -no sólo jóvenes- que tienen en las máquinas un fin en sí mismas y un oráculo de Delfos mientras sus cerebros se secan o se dedican a crear, entendiendo por eso idear sistemas informáticos para una venta cada vez más sofisticada; que yo me enfrente en la universidad con una mayoría de estudiantes del último año de la carrera que quieren ser periodistas pero, debido a un sistema educativo lamentable, ignoran aspectos de la vida y de la Historia que un periodista no puede ignorar si desea dignificar una profesión que agoniza, eso, eso, no puedo perdonárselo a esta legión de farsantes que se llaman a sí mismos progresistas. Porque la obligación del Poder es adormilar y el de la disidencia subvertir más allá de banderitas, frases e imágenes sentimentales, memes, emoticones y manifestaciones que están en el guion del propio Poder.
"Eppur si muove"
Bien, pues con todo y eso, algo se mueve, una minoría, como siempre, pero hace muchos años que sabemos, por ejemplo, por psicólogos como Sergei Moscovici, que una minoría consciente y organizada influye más que una mayoría dispersa y estática, eso siempre ha movido el mundo, no lo mueven las masas como creen los progres sino las minorías conscientes y los carismas y talentos individuales. Las masas informes son el río en el que pescan los listos y vividores. También los seres y grupos minoritarios que saben lo que quieren.
Además, tenemos la intuición de la gente, una intuición que pueden despertar las minorías. Como afirmaba Marx, la gente tiene instinto de estar mal pero no consciencia de por qué está mal. El “malestar en la cultura” no llega sólo por las represiones que la cultura genera en el ser humano -como sostenía Freud- sino por esa falta de “alimento” que padece la población y que igualmente procede en gran parte de la cultura.
A pesar de la todopoderosa Inteligencia Artificial (IA), aún necesitamos saber que nuestra vida tiene una finalidad alcanzable, una esperanza en algo, sea o no sobrenatural, una Historia con unos valores y un sentido esencial, un motivo para levantarnos cada mañana. Eso es el alimento espiritual. Y necesitamos comida, nutrientes que comer. Y techo y trabajo digno, no que un bombero se juegue la vida por mil y pico de euros o que un periodista escriba al dictado de unos y otros.
Esta falta de alimento material y espiritual es lo que va por debajo de esa aparente inmovilidad social, de esa apariencia de que nunca pasa nada. Claro que pasa y es muy constatable. Entre unas minorías conscientes y el instinto de supervivencia de todo ser vivo -el humano ahora en primer lugar- está ocurriendo mucho a pesar de esta impresión de inmovilismo que nos posee. Por tanto, como se supone que dijo en voz baja Galileo Galilei (siglo XVII) cuando le estaban aplicando un lawfare por afirmar que la tierra gira alrededor del sol, "Eppur si muove", sin embargo, el humano también se mueve, con su derecho a equivocarse o a acertar.
