Cuando yo era chico, con 7 años, en 1962, escuchaba una canción en radios y picús llamada Cuando llegue septiembre. En España la interpretaba Gelu. Parece que el tema aparecía también en una película protagonizada por Rock Hudson, Gina Lollobrigida y Sandra Dee, nada menos. Por estas fechas siempre me acuerdo de la copla y este año más por la cantidad de cosas que dicen los medios de comunicación del bando nacional que van a ocurrir al tiempo que los del bando de los rojos progresistas republicanos quitan hierro al tema como es su obligación, aunque ambas posturas tengan más que ver con la propaganda que con el periodismo. Es la guerra y en la guerra, como decía Bismark, la primera víctima es la verdad.
Del verano ígneo al otoño caliente
Por lo leído, visto y oído, vamos a pasar de un verano ígneo a un otoño caliente —cuando no quemante— con un Pedro Sánchez chamuscado no sólo por lo que le venga encima gracias al papel de lo que consideran los rojos lawfare sino por su aspecto físico. Las especulaciones han estallado y, como en el poema de Rubén Darío, el personal se pregunta algo así como “la princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa?”.
La verdad es que a mí que me hablen de otoño —estación en la que a finales de noviembre añadiré un año más a mis 70— ya me suena lejano así que fíjense cómo me pueden sonar proyectos para 2030 o 2050. No nos dejan vivir a nadie y menos a los viejos que tenemos a la parca pegada al trasero. Con cuatro años menos que yo se me acaba de ir mi amigo el artista, ceramista y pintor, Alfonso Orce, profesor y doctor en Bellas Artes. En la calle Tetuán, de Sevilla, hay un enorme mosaico de azulejos trianeros adherido a la pared, el paseante puede pararse a admirarlo. Lo pintó su abuelo Enrique Orce y cuando se deterioraba era Alfonso el encargado de restaurarlo.
La cantidad de noticias que, nos aseguran, van a suceder en el tiempo y lugar donde, como decía mi madre, Jesucristo perdió el bolígrafo, es enorme. Déjenme vivir, por favor, que si llego a esos lejanos momentos lo más seguro es que, sin ir más lejos, ni se haya cumplido lo más mínimo la famosa Agenda 2030; al paso que vamos y dadas las circunstancias geopolíticas puede que haya que olvidarse de ese asunto onírico.
El follón de Cristina y la Montero
Cuando llegue septiembre espero que ya se haya olvidado el follón que esta semana pasada se ha armado con el encuentro tenso entre la ministra y vicepresidenta del gobierno, María Jesús Montero, y la periodista de investigación Cristina Martín Jiménez, a quien le dirigí su tesis en el Departamento de Periodismo II de la Universidad de Sevilla.
Cristina es muy suya, su forma de ser es asunto suyo que yo respeto -igual que ella a mí-. No hemos hablado aún extensamente del tema porque se me ha convertido en una best seller con miles de seguidores de ideología conservadora o muy conservadora -por regla general- cuando su excelente tesis la podía haber redactado alguien de izquierdas porque demuestra el enorme poder que existe detrás de medios de comunicación mundiales por parte de algunos nombres destacados del llamado Club Bilderberg. Era algo que estaba por analizar y ella lo hizo muy bien hace años. En esa red que se llama X algunos han descalificado la tesis pero aclaro que en el mundo académico descalificar una tesis supone leerla y asimilarla con toda atención y luego elaborar otra que la refute.
¿Cuándo va a ser posible que en España dos personas que no coinciden en algunos aspectos básicos de la interpretación de la Historia y de la vida puedan charlar tranquilamente? Cristina y yo lo hemos hecho y lo haremos y no pensamos igual ni yo estoy en su onda ideológica ni religiosa (soy materialista absoluto y ateo convencido). Yo sólo estoy en una onda: la mía.
Claro que ambos conocemos la Historia y como no la conocemos aún bien -ni la conoceremos- intentamos explicárnosla sin tirarnos los trastos a la cabeza. Con todos sus defectos es una periodista valiente, estamos acostumbrados en España a periodistas dóciles con los suyos -de un bando u otro de los citados antes- y no a freelancers con sus propias ideas y medios de transmitirlas sin previas censuras ni presiones diversas de tipo político-empresarial. Las consecuencias llegan después y hasta Google te puede cerrar el canal. Han amenazado de muerte en X a Cristina y a toda su familia porque, quien haya sido, la define como vendida a la ultraderecha. Todo por incomodar a una representante del poder coyuntural.
Sánchez, su salud y la del PP
Lo de Cristina seguramente habrá pasado ya y más cuando llegue septiembre, ahora le está siendo útil a Pedro Sánchez para que no hablen de su hipotética enfermedad. Obviamente, no sé si tiene algo, sólo diré que algunas de sus miradas en la rueda de prensa con motivo de los fuegos me recordaron a la de Anthony Perkins en la película Psicosis (1960) de Hitchcock.
A partir de septiembre casi todo olvidado —la salud del presidente no— porque el juez Peinado vuelve a la carga con la señora de Sánchez y los demás jueces del bando nacional —según interpretación “progresista”— harán lo propio con sus casos, no va a tener don Pedro mala cara si como aparezca ya claramente implicado en alguna grabación no sé qué podrá inventar para no dejar el sillón… Los “jueces de la fachosfera” —a Peinado, a otros y a sus familias les ha sacado El Plural relaciones con el PP por todos los costados— estarán acompañados por los colegas que van a abordar procesos que quedan pendientes relacionados con los escándalos del PP. No sé si estos jueces serán progresistas o conservadores porque esta irregularidad manifiesta de la democracia sigue vigente en España y es real por mucho que apliquemos a cada juez la presunción de inocencia.
Es un hecho, señorías, que detrás de ustedes sigue estando el bipartidismo como lo sigue estando en la profesión periodística -en la que Vox ha penetrado con fuerza por mucho que se queje- y por supuesto en la universidad, en especial en la mía, Universidad de Sevilla (US), donde sobre octubre nos esperan elecciones a rector y casi todas las candidaturas tienen al PSOE detrás.
Lógico, si el PSOE pierde la Junta, el “progresismo” acude a otras fuentes de poder, a los nueve rectores de las nueve universidades públicas andaluzas a los que periódicamente verán ustedes quejarse de forma sincronizada de que la Junta no les da el dinero que les tiene que dar y tienen razón, como creo que la tengo yo cuando digo que no se ocupan casi nada de otros grandes problemas: el alumnado absentista, parásito por pasota, y la burocracia.
¿Seguirá golpeando a Sánchez la prensa de fuera?
No sé si cuando llegue septiembre la prensa internacional seguirá atacando a nuestro presidente. Miren, a mí no me gusta este presidente, pero es mi presidente y si la prensa extranjera representante del sistema más depredador que ha existido -el capitalismo- lo critica, mi patriotismo me invita a decirle que se miren sus propias vigas en sus ojos que ya los españoles diremos lo que tiene que hacer el presidente, si irse o quedarse.
The Times -uno de los golpeadores- pertenece a News Corp. de la familia Murdoch que, en Estados Unidos, controla la Fox, único gran medio de comunicación que ha apoyado y apoya a Donald Trump. El patriarca, señor Rupert Murdoch, ha expresado sin pudor -y se le agradece- que él mismo ha dado órdenes a sus medios de comunicación para que apoyen al Partido Republicano.
The Financial Times, otro medio crítico con Sánchez, está considerado junto a The Wall Street Journal -también de News-Corp/Murdoch- como una de las dos “biblias” del periodismo neoliberal mundial.
Tanto The Financial Times como otro criticón del inquilino de la Moncloa, The Economist, fueron propiedad del grupo industrial liberal-conservador inglés Pearson (The Economist aún lo es), que en España llegó a ser propietario del Grupo Recoletos (Marca, Expansión), desde hace años fusionado con Unedisa (El Mundo). Los orígenes de Pearson están en el sector de la construcción y además está ligado con los sectores de defensa, ingeniería, petróleo y gas.
La propiedad de The Economist se la reparten el citado grupo inglés Pearson, la banca Rothschild -de la que procede Enmanuel Macron- y la familia Agnelli, propietaria de Fiat, fabricante de coches, sí, pero también de armamento de guerra y expropietaria del diario El Mundo, ahora en manos de un magnate italiano cercano a los Agnelli llamado Urbano Cairo que posee desde negocios inmobiliarios hasta equipos de fútbol.
El grupo Pearson vendió en 2015 el FT Group (que incluye al mencionado diario financiero Financial Times) por 844 millones de libras (1.200 millones de euros, unos 1.300 millones de dólares) al conglomerado japonés Nikkei, encargado oficial de publicar el índice Nikkei 225, el más famoso de la bolsa de Tokio desde el año 1971. Nikkei llega a unos veinte lugares clave del mundo (Nueva York, Washington, Chicago, Silicon Valley, Londres, París y Berlín) e influye sobre numerosos altos cargos del Poder de verdad, el financiero, el macro-empresarial.
Es decir, el bando nacional de la guerra civil no declarada en España, ha debido mover hilos para que el desprestigio de Sánchez llegue bien lejos, en concreto, a los más poderosos, ellos ya se encargarán de adoctrinar a la gente. El bando de los rojos “progresistas” se defiende, manipula RTVE y acude a medios amigos como el inglés The Guardian que mantiene alianzas con ElDiario.es. Espero que el francés Le Monde le eche una mano al progresismo español. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Le Monde es considerado progresista; tras estar un tiempo en manos de banqueros (Matthieu Pigasse), y hasta de la firma Yves Saint Loren, en la actualidad lo gestiona el llamado Fondo para la Independencia de la Prensa, cuya independencia no sé bien hasta dónde llegará.
Todo esto -y mucho más- es lo que estudiamos desde hace años Cristina Martín Jiménez y yo mismo junto a una minoría de científicos de la Comunicación en España -con mención especial para la US- y en otras zonas del mundo. Es un trabajo que no le gusta al Poder (la gran empresa) ni al poder (los políticos) y eso que ahora la UE y Pedro Sánchez persiguen que todos los medios nos digan quiénes son sus dueños. Espero que todos sean todos y no solamente los de la “fachosfera”. De todas maneras, nunca sabremos a ciencia cierta quién es el propietario real de la tinta que imprime el periódico, dicho en plan metafórico. Hay diversas formas de evadir la transparencia, ¡pero si es que los mismos que piden transparencia falsean sus currículums y sus dineros…!
Ahora bien, una cosa es que Cristina y yo estudiemos esta parcela esencial de la vida y otra que pensemos lo mismo sobre las causas de lo que está pasando en el mundo. Ahí discrepamos los estudiosos de las estructuras de poder y por supuesto en nuestros talantes personales.
¿Se habrán apagado los incendios?
Esto sí que es grave y termino. Los incendios de agosto me han clavado en el alma la triste seguridad de que vivo en un país caótico por no decir otra palabra que huele mal. La gente sufriendo y los políticos discutiendo a ver quién tiene más culpa, si las autonomías o la Administración Central. Pues la Administración Central y punto, lo recoge la Ley Nacional de Protección Civil en sus artículos 18, 33 y 34, entre otros.
¿Qué se le va a pedir a Castilla-León y a Extremadura?, ¿que cuenten con tecnologías y potenciales como Rusia o China? ¿Pero qué locura es ésta? Son Cataluña y Euskadi las que se pueden permitir policía propia, “embajadas” propias, impuestos propios, pagar los primeros con sus dineros una televisión autonómica o robarle concesiones a Madrid. Los demás tiramos como podemos.
Aviones y otros medios llegando desde el exterior para ayudar a la que se supone una de las naciones más punteras de la UE, dicho por nuestro gobierno (para él la más puntera, la de la moto, el cohete y el misil). El 0,8 por ciento del territorio español quemado. ¿Qué futuro le espera a un país que desprecia al campo, a su juventud y a las tecnologías? En la era de la Inteligencia Artificial, cuando en el Sillicon Valley ya están experimentando con células reproductivas humanas para crear al superhombre y a la supermujer, aquí estamos discutiendo sobre quién debe apagar el fuego y, mientras, el fuego extendiéndose.
Miremos al pasado. Hace 20.000 años el humano luchaba contra el final de la última glaciación. Para no morir. Cuando cambió el clima y empezó a subir la temperatura, poco a poco se inventó y se fue implantando la pre-agricultura como base para alimentar a lo que fue naciendo con ella: las “ciudades”. Llegó otro cambio climático, otra ola de frío, las Joven Dryas, hubo que proteger a los primeros pasos de lo que sería la agricultura. Y se logró. De esto hace unos 13.000 años.
El nacimiento progresivo y el desarrollo global del mercado capitalista y sus codicias provocaron que las ciudades crecieran, hoy más de la mitad de los aproximadamente 8.000 millones de habitantes del planeta viven en ciudades. El campo se muere y si muere el campo morirán las ciudades. Pero no nos importa y ahí está, ardiendo, a causa no sólo de un capitalismo salvaje y su comercio salvaje sino de un ecologismo puritano y falso.
En el verano de 2025 le ha tocado a España, otros años les ha tocado a otros países, hemos abandonado el campo, nos hemos desnaturalizado tanto y nos ha captado tanto el erotismo y el postureo urbano que nos estamos autodestruyendo, esto sí que tiene relevancia y no que discutan una periodista y una ministra o los tuits de ministrillos y odiadores o este artículo que está escrito con la esperanza de que en septiembre o se mejoren las cosas o comience a estallar todo de una vez para que se mejoren las cosas.


