Cuidar, descuidar, amar

Cuidar no es fácil, ya que implica generosidad, empatía, compasión, y sufrimiento

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Miembro de la Asociación de Hombres Igualitarios de Andalucía. (A Rocío siempre, antes, después y luego)

Cuidar, descuidar, amar.
Cuidar, descuidar, amar.

Los cuidados son la clave de bóveda que sostiene nuestra sociedad. Son las actividades imprescindibles para la vida, que permiten y habilitan que todo lo demás sea posible.

Una persona descuidada es aquella que no presta el debido cuidado a las cosas. Estamos habituados a ser cuidados. Es muy probable que seamos los únicos animales que no podríamos sobrevivir sin cuidados. No me refiero únicamente a la infancia, sino a lo largo de toda nuestra vida. Los cuidados, como tantas otras cuestiones importantes, son normalizados, pasan desapercibidos, y solo nos percatamos de ellos cuando son evidentes. Existen muchas formas de cuidar: una mirada, un pensamiento, un saludo, una sonrisa, un favor, una muestra de preocupación. Necesitamos que alguien nos cuide, aunque solo sea un poco.

El acto de cuidar es altruista y no pide compensación, implica esfuerzo y atención. Es necesario ser consciente del porqué lo hacemos y de la validez de nuestros actos. Los cuidados no son involuntarios, pues carecerían de afecto; las emociones y los sentimientos son herramientas fundamentales. Cuidar es amar, y el amor es un acto deliberado, por mucho que el patriarcado con su idealización lo haya vaciado de contenido. Sin amor, no hay cuidados, descuidamos y maltratamos. Descuidar es lo contrario a cuidar. Los maltratadores no cuidan porque no aman.

Cuidar no es fácil, ya que implica generosidad, empatía, compasión, y sufrimiento. Es dedicar parte de nuestro tiempo, ser y energías a otra persona con el único fin de procurar su bienestar o aliviar su dolor o incomodidad. Cuidar es igualdad, porque esta no es posible sin cuidados.

Muchos hombres sostienen que las mujeres están biológicamente mejor capacitadas para cuidar, y eso es un acto de egoísmo y maldad. Cuidar es una capacidad de los seres humanos tan necesaria como comer y respirar.

Cuidar es equidad, un sentimiento que nos impulsa a buscar la justicia y la igualdad. Sin embargo, para que exista equidad ha de haber reciprocidad, aunque en las relaciones humanas sea difícil cuantificar lo que cada persona aporta, pues nunca sabremos quién amó más, aunque es seguro que quien más cuidó. Las personas que cuidan necesitan ser cuidadas, por eso no podemos seguir con esta actitud e incomprensión que los hombres tenemos hacia todo lo relacionado con los cuidados.

La Encuesta de Población Activa del último trimestre de 2021, nos mostraba que el 95% de quienes optaban a reducir su jornada de trabajo remunerado por motivos relacionados con el cuidado de niñas y niños, adultos enfermos, personas con discapacidad o mayores, eran mujeres.

Por eso uno de los principales objetivos del de la Hoja de Ruta del Plan estatal de Cuidados, del Ministerio de Igualdad en nuestro país, es cerrar las brechas de desigualdad entre mujeres y hombres, fundamentadas estructuralmente en la diferente carga de cuidados que soportan unas y otros.

Los hombres no cuidamos, y eso es malo y agotador. El egoísmo destruye y nos deshumaniza. La mitad de la población no puede continuar permanentemente cuidando de la otra mitad. Tenemos que cambiar un modelo de masculinidad que es la antítesis de los cuidados, por masculinidades cuidadoras. Me atrevo a decir que el futuro es lo que está en juego.

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