Cribados, poder y machismo: una historia de silencios en Andalucía

Es el resultado directo de una estrategia política que está desmantelando progresivamente la sanidad pública andaluza, favoreciendo los intereses privados y dejando a miles de mujeres desprotegidas

Juanma Moreno junto a su equipo de confianza.
26 de octubre de 2025 a las 16:48h

En Andalucía, el machismo, los hombres y el Partido Popular han vuelto a mover sus hilos para desprestigiar a una mujer y, de paso, a todas aquellas que han osado alzar la voz. Esta vez, el ataque se dirige contra quienes han denunciado la incomprensible gestión sanitaria que ha dejado al descubierto las consecuencias de una clara política de privatización.

Lo que ya nadie puede negar es que el escándalo de los cribados de cáncer de mama no se debe a errores informáticos ni humanos. Es el resultado directo de una estrategia política que está desmantelando progresivamente la sanidad pública andaluza, favoreciendo los intereses privados y dejando a miles de mujeres desprotegidas.

Y cuando una mujer denuncia esa realidad, los resortes del poder se activan. Viejos mecanismos de descrédito y manipulación vuelven a funcionar: columnas, editoriales, tertulias y declaraciones donde los de siempre —hombres, conservadores, guardianes del orden de siempre— tratan de reducir su voz a una cuestión partidista o personal.

La presidenta de la Asociación Amama se ha convertido en la diana perfecta. En lugar de escuchar sus denuncias, algunos medios y portavoces han preferido atacarla. Uno de los ejemplos más claros es el del periodista Francisco J Lopez de Paz, conocido en los mentideros cofrades de Sevilla por su participación en el programa El Llamador. En una columna publicada en el diario ABC —ese supuesto bastión de la igualdad—, el sábado 25 de octubre, López de Paz intenta, sin prueba alguna, desprestigiarla, acusándola de simpatizar con el PSOE y repitiendo, palabra por palabra, el discurso emanado desde San Telmo: “no hay mala gestión política, solo errores de los profesionales”.

Esta estrategia no es nueva. Es el clásico movimiento de quienes no soportan que una mujer cuestione su autoridad. Se trata de culpar a los trabajadores, desviar el foco y silenciar las voces femeninas que incomodan. O, dicho de otro modo, la mano que mece la cuna del poder patriarcal y político.

Pero esta vez, la sociedad observa. Cada ataque injusto a una mujer que denuncia desigualdad o negligencia institucional refuerza la evidencia de un sistema que todavía se siente amenazado por la voz femenina.

Porque sí, señor López de Paz, ya sabemos quién es usted y de qué pie cojea. Y también sabemos que, por más que muevan sus hilos, las mujeres seguirán alzando la voz, más firmes y más visibles que nunca.

Qué poca seriedad, ética, profesionalidad y humanidad, señor López de Paz. ¿No le da vergüenza escribir lo que ha escrito?