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¿Pero esto qué es? ¿Ha llegado el corralito a Jerez antes que a Grecia y yo no me he enterado? ¿Se ha producido el tan temido ‘Sherrexit’ (salida controlada de la ciudad del vino de la moneda única) y como siempre he sido el último en enterarme? Maldita sea, las medidas del delegado Espinosakis no han surtido efecto y nos vamos al… abismo. Jerez no ha podido refinanciar su deuda y nos han cortado toda la asistencia financiera de los bancos centrales, lo que indefectiblemente nos llevará… a guardar el dinero debajo del colchón. Porque yo, cuando observé estupefacto e impertégrito (permítenme citar al cómico Reguera una vez más) como una horda de ‘jubiletas’ hacían colas kilométricas ante varias entidades financieras de la ciudad, me temí lo peor, ya que soy de natural hipocondriaco o hipocondríaco.

Mientras contemplaba cuidadosamente, en plan Puyol o Rato, alquilar varias Telefurgo para trasladar ingentes cantidades de dinero a Andorra o Gibraltar, siempre y cuando no llegara el último y los ‘jubiletas’ hubieran exprimido a las entidades bancarias hasta el último euro, la que llaman ‘caja tonta’ me dio la clave. Viendo que en las emisoras locales no decían nada sobre el tema, decidí pasarme a las nacionales, que éstas sí que tienen un espacio para nuestra ciudad siempre y cuando de sacar mierda se trate. Pero en cambio vi que la imagen se repetía en todas las localidades españolas. Joder, esto no es cosa de Jerez, afecta a todo el conjunto nacional, ahora sí que me cuadra.

Lo que no me cuadraba absolutamente nada es que dejaran la noticia para la mitad del informativo y el presentador la transmitiera con una sonrisa en la cara, como si de algo lúdico se tratara, y con voz desganada, como si de algo ya sabido y recurrente fuera la cosa. Entonces escuché algo de la nueva legislación bancaria y el DNI que hay que presentar en los bancos para que no te bloqueen las cuentas. Total, que esto es España y no salimos del euro, pero la gente ha dejado lo de presentar el documento de identidad para el último día.

Respiré tranquilo, tiré todos mis papeles con anotaciones, el número de Telefurgo, mis intrincadas cuentas bancarias y los túneles que iba a cavar más las dimensiones de mi colchón canapé –ya sabemos cómo se ha puesto las pilas el Gobierno con las inspecciones de Hacienda- y de repente recordé que yo no había entregado el DNI. Otra vez las palpitaciones en el pecho, el respirar ansioso y el simulacro de ataque de pánico, al recordar lo que me había dicho mi agente del banco (vale, en realidad solo tengo una cuenta): “Como no traigas el DNI antes de la fecha, se te bloquean las cuentas y no sé qué podrá pasar con tu dinero”.

Ese no sé escondía miles de interrogantes, así que le llamé: “No pasa nada, hay diez días más para presentarlo y además si no lo haces, se te bloquean las cuentas hasta que lo presentes y puedas volver a operar con tu dinero”, me dijo con una sonrisa, como si tranquilizara a un neurótico a punto de padecer un ataque apopléjico por una banalidad. En esas estoy ahora, buscando mi DNI, rezando por que no esté caducado, aunque en ese caso prometo no volver a aburriros con mis historias en el siguiente artículo.

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