La brecha salarial existe.
La brecha salarial existe.

Abuela, hoy se conmemora el Día por la Igualdad Salarial. Qué jarturita de tener que recordar, año tras año, días de este tipo: el de la Mujer, el día Contra la Violencia de Género, el de la Mujer y la Niña en la Ciencia… Y el hartazgo viene porque esto significa que siguen existiendo importantes déficits de igualdad entre hombres y mujeres a pesar de que algunas fuerzas políticas lo nieguen y aboguen por deshacer lo hecho durante décadas de lucha en el camino de la igualdad; fuerzas que, a varias vueltas de la meta, nos quieren hacer regresar a la casilla de salida.

Conmemorar el día de la Igualdad Salarial para visibilizar las desigualdades económicas entre hombres y mujeres no es baladí. La independencia económica es la base del empoderamiento y la libertad para nosotras las mujeres. Y no es que no hayamos avanzado: en estas cuatro décadas de democracia las mujeres hemos ocupado puestos que tu generación o la de mi madre ni soñaron, pero no lo hemos conseguido en condiciones de plena igualdad como se demuestra en el hecho de que, de media, las mujeres seguimos cobrando un 21,4% menos que los hombres. Así, "las mujeres cobraron de media general 5.726 euros menos que los hombres al año (21.012 euros las mujeres frente a los 26.738 euros de éstos)". Según el informe de CCOO Cuentas claras para acabar con la brecha salarial esto es consecuencia de "cómo se ha gestionado y concebido el mundo del trabajo, un mundo organizado con criterios masculinos donde el trabajo reproductivo y de cuidados no se tiene en cuenta, lo que dificulta de forma importante el acceso, promoción y desarrollo laboral de las mujeres".

A pesar de ello, una buena parte de la sociedad sigue cuestionando la brecha de género. Cuando comento en mi entorno su existencia, suelen rebatírmelo argumentando que un hombre y una mujer que ocupan puestos similares cobran sueldos similares; y me lo demuestran con ejemplos concretos. Y tengo que darles la razón, pero les insisto en que esto ocurre en determinados sectores, los más sindicalizados, los que cuentan con convenios colectivos, y hasta determinados niveles a los que se accede por capacitación o por antigüedad, pero a partir de ahí, los puestos de más alta jerarquía que se designan ‘a dedo’ y que requieren de una mayor disponibilidad suelen ser ocupados por hombres; y cuando la mujer accede a ellos, no es raro encontrar diferencias en los pluses o en el salario variable no regulados por convenio.

Pero hay sectores, especialmente el terciario, muy feminizados. Estos son los peor valorados y pagados. Por otro lado, hay millones de mujeres que realizan un trabajo doméstico y familiar ni pagado ni valorado: según Judith Carreras, Consejera de la OIT, "en España en el 2018 se emplearon 130 millones de horas diarias en el trabajo de cuidados no remunerados, lo que equivale a 16 millones de personas trabajando ocho horas al día sin remuneración alguna". Igualmente, hay más mujeres que hombres ocupando puestos a tiempo parcial o con excedencias para cuidado de menores y dependientes (sigue muy extendida la idea de que nos toca a nosotros asumir este rol de cuidadoras). Y para completar el panorama, la cultura empresarial sigue asociando la maternidad a una menor disponibilidad y, consecuentemente, menor productividad, por lo que los puestos de más responsabilidad siguen ocupados, mayoritariamente, por hombres. Y todo ello va sumando para mantener una brecha salarial que se resiste a desaparecer.

Urge solucionar este asunto, aunque no es tarea sencilla: según el Índice de Igualdad de Género 2020 del Instituto Europeo de Igualdad, se tardará más de 60 años en lograr el objetivo de igualar salarialmente a hombres y mujeres y ello a pesar de que esta equiparación contribuiría a aumentar considerablemente el PIB según un informe de la OIT del 2018. Hay que seguir trabajando, abuela. Por justicia y por puro interés económico. Porque nos queda mucho por avanzar, aunque determinadas fuerzas políticas pretendan volver a un tiempo desigual e injusto para más de la mitad de la ciudadanía en nuestro país. Para nosotras, las mujeres.

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