Una escena de 'La conjura contra América'. Autor: HBO
Una escena de 'La conjura contra América'. Autor: HBO

Para quien no la conozca, La conjura contra América es una novela de Philip Roth, recientemente adaptada por HBO en una miniserie. Esta trata sobre una realidad alternativa en la que el famoso aviador y confeso admirador de Hitler, Charles Lindbergh, se presenta a las elecciones norteamericanas de noviembre de 1940 y las gana. A menos de un mes para las elecciones norteamericanas donde Trump se juega la reelección, es una novela que merece la pena leer, o en su defecto verse los seis capítulos de la serie.

Salvando un par de tiros de piedra dentro de un hipotético multiverso, y 80 años de distancia, las similitudes entre Lindbergh y Trump son escalofriantes. De tal forma, la frase “America first” encaja en la campaña de ambos personajes. Sin embargo, la similitud más importante es el odio y la confrontación que han generado durante su mandato.

Realmente, tampoco sería generar odio, sino despertarlo. En esta vida hay gente de todo tipo, y aunque no lo parezcan estás comprando el pan al lado de racistas, xenófobos, homófobos, machistas, etc. Sin embargo, no manifiestan esos comportamientos porqué sí. Personajes como Trump canalizan todas esas maldades y mandan un fuerte mensaje a aquellos que llevan esos demonios dentro: No estás solo. Así es como se despierta el supremacismo blanco y la xenofobia, o en 1940 también el antisemitismo. Su discurso sirve de llamada de reagrupamiento de todos aquellos que odiaban en la soledad.

De todas formas, si algo nos ha enseñado este último lustro, es que tampoco hace falta ganar las elecciones para obtener este efecto llamada. El único escaño de Douglas Carswell en 2014 le valió al UKIP iniciar la espiral de odio que desencadenó en el Brexit. Aquí en España, Vox consiguió despertar los sentimientos xenófobos de más de uno y reagruparlos, aparte de despertar también el fantasma del franquismo y el absolutismo centralista.

Volviendo a EEUU, si salvaron a Boris Johnson del coronavirus, Trump vivirá, y por lo que parece tampoco se le está complicando mucho. Lo utilizará también en su favor. Primero, será una historia de superación no muy distinta a cuando Reagan sobrevivió a aquel tiro. Ayer salió a la puerta del hospital a saludar a sus seguidores y estos le aclamaron como “un verdadero héroe”. En segundo lugar, le sirve para que Biden no le pille contradicciones en los debates.

Estos movimientos hacen confusas las elecciones. Al final de La conjura contra América, el votante mediano se dio cuenta del mal que hizo votando a Lindbergh, cambiando por tanto su voto para la reelección. Sin embargo, para el mes que viene no lo tengo tan claro.

Para empezar, la figura de Biden ya fue acusada de escándalos de acoso, y puesta por lo tanto a la altura de Trump. A partir de aquí, Biden representa un continuismo de la política norteamericana de los últimos 30 años. El único que se ha salido del molde en todo ese tiempo ha sido Trump. Por muchos cambios profundos que prometiera Obama, finalmente fueron superficiales, sin suponer una gran diferencia con sus antecesores demócratas. La gente estaba harta de este continuismo y puede que siga así.

Trump es el anti-todo, representando aparte las maneras brutas de “si puedo lo hago”. Da igual cuanto comprometas su reputación porque se vende así. El antihéroe semi fascista a la manera de Harry el Sucio, un estilo que parece gustar. Son pocos los presidentes que no han repetido, pareciendo a veces que los estadounidenses votan con el único criterio de a ver que le jode más al resto del mundo. Y yo, sinceramente, me espero cualquier cosa del país en el que el 7% de los adultos piensa que el batido de chocolate viene de las vacas marrones.

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