La rebelión de los electrodomésticos

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

Alaska y los Pegamoides.
Alaska y los Pegamoides.

¿Los electrodomésticos… tienen vida? ¿Quién no ha fantaseado alguna vez cuando está fuera de su casa –ah, qué tiempos- pensando que la batidora, la tostadora o la aspiradora, cuando están solas –curiosa expresión-, hablan de su cosas o incluso se echan unas risas a cuenta de las personas que viven en la casa? A principios de los ochenta había precisamente una canción muy famosa de Alaska y los Pegamoides –creo recordar que iba en la cara B de la célebre Bailando— que se llamaba La rebelión de los electrodomésticos, titular que resume perfectamente el contenido de la tonadilla y de lo que pienso que está ocurriendo en mi casa.

Yo, la verdad, es que después de cuatro semanas –ayer fue Viernes Santo, 10 de abril- aquí encerrado en mi casa (esa era de Parálisis Permanente, banda paralela de varios Pegamoides que, por cierto, ya ha desfilado por esta sección), he llegado a la conclusión de que mis electrodomésticos están empezando, al menos, a relajarse un poco en su cometido. Yo diría que se trata de cierto hastío que están desarrollando hacia lo que seguramente consideren abusiva presencia –estamos hablando de un mes de 24/7, como dicen las marcas de ropa y zapatos para su gama de prendas atemporales- de los dos moradores habituales de la casa. Ahora solo pueden, tal vez, hablar un poco por lo bajini de noche… y de eso de salir por ahí de parranda, no sé, a la terraza, ni hablamos. Verá el lector que estoy hablando de electrodomésticos pequeños o medianos, yo creo que los grandes –el frigorífico, la lavadora, la tele o el friegaplatos— son gente seria, responsable… piensan de sí mismos, y con razón, que son piedra angular del bienestar de la casa, por eso se rompen menos (y cuando se rompen lo hacen de una vez). Son los pequeños los más dados al bullicio, sin duda.

Les decía que vengo notando cierto relajo en su cometido… Todo empezó con un problemilla en la aspiradora, rápidamente subsanado; luego fue un pequeño calentador, de esos para el baño o habitación, el que dijo basta y la verdad es que estos días atrás en que no acaba de hacer bueno se le ha echado en falta al salir de la ducha. Y luego está el termo, que ya antes del confinamiento no andaba bien y cada vez va peor, hay veces que para que salga agua caliente de la ducha tienes que ir antes a la cocina y darle al agua caliente en el fregadero para que ‘cebe’ (habrá que llamar al técnico ya, a ver si hay próximamente Una hora con Pedro y nos dicen en el programa algo sobre el fin de la hibernación de la economía). He dejado para el final el ordenador –en el momento en que escribo estas líneas me ha costado cinco minutos ‘arracarlo’- y el equipo de música, que yo creo que lo que está haciendo es elevar una protesta por su falta de uso precisamente por la costumbre de unos años acá de poner música en el ordenador, aunque suene como una higa…

No sé si les ocurre lo mismo a ustedes, queridas lectores y lectoras, pero creo que este fenómeno está siendo bastante común entre mis amistades… a los que hay que sumar otros similares como atascos en el fregadero, pérdida de wifi sin  venir muy a cuento o televisores que se desprograman solos. Si hay piraos y majaderos que van diciendo por ahí que la Tierra –o la Pachamama o la mal llamada Gaia— tiene que ver con la difusión de la pandemia defendiéndose del ser humano… no sé, tal vez, solo tal vez, exista una especie de Electropachamama o similar –Gaia House… bueno, esto suena muy a discoteca de Ibiza- que esté intentando mandarnos también un mensaje sobre nuestra forma de vida. Tendré que consultar con mi grúa verde, definitivamente oráculo de mis desvelos durante estas cuatro semanas interminables…

Bien… en lo que se despejan todas estas dudas en un cerebro, como ven, recalentado, llega el momento de dar paso a nuestra sección Cultura Infecta. Recordarán mis intentos por empezar a ver series estos días, una afición que ya les comenté que no tengo. Tras dos capítulos de La conjura contra América y otro de Chernobyl he decidido que a esa hora mejor leo o bebo, sin descartar un ‘mix’.

Y así damos paso a Desinfección y Chuletas, la sección favorita de muchos de ustedes, entre otras de mi amiga M.J.C., también periodista; ya saben que las autoridades sanitarias exigen que nos lavemos continuamente las manos, algo que hago sin pestañear. Ayer, en el sexto lavado apareció en la palma de mi mano algo en latín, ‘Veni, vidi, Vinci’… en realidad, esta útima palabra es sin n, ‘vici’, así que ya ves, Julio César, que ni para copiarte valía en Latín…

Ayer, 500 muertos. Creo que voy a ver un telediario. Es Sábado Santo y seguro que algún becario de segundo grado muestra su satisfacción por la cifra, ya les informo mañana, espero…

Cuídense.

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