intramuros-455_copia
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Hay que invertir para que vivan personas que después no sólo mantengan sus propiedades en perfecto estado, sino que también paguen impuestos con los que sufragar los equipamientos y servicios públicos, y sostengan e incrementen el comercio de cercanía.

Siempre ha sido el quid de la cuestión. Si normalmente me leéis, os habréis dado cuenta que insisto muchísimo en la repoblación como el factor clave para la reactivación del centro histórico. Y no es por casualidad: en estos momentos la zona intramuros de la ciudad cuenta con unos 800 vecinos censados, cuando la capacidad real es prácticamente de 13.000. Dicho de otro modo, la ocupación de todas las casas, pisos o apartamentos de intramuros no llega ni al 10% de lo que es capaz de admitir. Eso implica y explica en gran medida lo que se vende como crisis de los comercios del centro —para mí no es tal, ya dije que prefiero valorar a los comerciantes autónomos que se quedan y apuestan por el centro a lamentarme porque grandes cadenas, que no tributan en la ciudad y muchas ni en el país, abandonan el entorno de la calle Larga—, el abandono  y ruina patrimonial. Porque intramuros es un barrio. Acogerá multitud de actos, actividades y será el foco de atracción turística, pero sigue siendo un barrio en el que vive gente que necesita abastecerse y contar con unos equipamientos públicos medianamente potables. 

El caso, para no incidir demasiado en aspectos de los que ya he hablado en alguna ocasión, es que hay personas que critican que nos quejamos mucho, todo el rato, pero que no aportamos ideas ni soluciones para conseguir resolver el problema. Oye, en su derecho están. Desde el momento en que decido publicar mis artículos, soy consciente de que puedo ser criticado o lo contrario, sin que por ello en ningún momento haga cambiar mi opinión, como es natural.

Pero en este asunto concreto la crítica es falsa, ya que en su día se presentó un escrito con una serie de medidas para conseguir llegar al objetivo de la repoblación. Hace ya dos años y medio de eso, y creo que ha llegado el momento de contar y desarrollar las propuestas que se realizaron, muchas de ellas sin coste alguno para la administración. Por tanto, en las siguientes entregas me centraré en ello, en intentar explicar minuciosamente cuál es para mí, para nosotros, la mejor forma de repoblar intramuros. Sobre lo que sucedió con ese documento, os podéis imaginar perfectamente lo que hicieron con él…Partimos del año 2014. En aquel momento, el anterior gobierno, a través de la inútil mesa del centro histórico, encargó a los arquitectos Irene Luque y Jorge Izquierdo, InfusionesUrbanas, un estudio sociológico y poblacional de la zona intramuros, una diagnosis de los problemas y propuestas para solucionarlos. Y eso fue precisamente lo que hicieron. Ese documento, titulado “ADN Intramuros” debe ser el lugar de salida, el epicentro alrededor del cual se articulen las medidas necesarias para revitalizar el centro histórico. No existe un estudio más completo y clarividente que ese. Sin embargo, nada más publicarse, ese documento debe dormir el sueño de los justos en algún cajón de la delegación de Urbanismo, donde reposan tantas otras cosas que escandalizarían a toda la población.

Allí se dividía intramuros por manzanas, de las cuales se hacía un estudio personalizado una por una. La conclusión que publicaron los arquitectos fue demoledora: se necesita volver a llenar el centro histórico de habitantes. El ADN de intramuros es, efectivamente, la población que lo habita. Las medidas deben ir encaminadas a que la zona se muestre amable, apetecible para vivir. Para ello, lógicamente, hay acciones que requieren de una gran inversión, pero otras muchas o cuestan muy poco o nada directamente.

"El ADN es la base de la vida y en Jerez, el nombre del documento que desvela la forma de devolver la vida al centro histórico"

De todas formas, habría que tener la suficiente altura de miras como para vislumbrar que toda inversión que se realizase en ese sentido revertería en unos beneficios mucho mayores a medio y largo plazo. La ecuación encaja: hay que invertir para que vivan personas que después no sólo mantengan sus propiedades en perfecto estado, sino que también paguen impuestos con los que sufragar los equipamientos y servicios públicos, y sostengan e incrementen el comercio de cercanía. Vamos, lo que se ha venido en llamar círculo virtuoso, en oposición al vicioso en el que llevamos sumidos durante demasiados años.

En el mes de noviembre, Irene Luque estuvo en la sala Julián Cuadra exponiendo nuevamente el documento y el proceso llevado a cabo para su elaboración. Apenas 15 personas presenciamos la conferencia, y posiblemente todos ya conocíamos lo que se iba a decir. Una verdadera pena que la piedra angular, la clave de bóveda de la recuperación de intramuros no tenga la atención que merece, aunque eso no le resta ni un ápice de valor al magnífico trabajo de estos jóvenes arquitectos jerezanos. El ADN es la base de la vida y el código que descifra sus misterios. En Jerez, además, también es el nombre del documento que desvela la forma de devolver la vida al centro histórico, un documento por el cual la administración nunca mostró el más mínimo interés ya desde el momento mismo de encargar su elaboración. Una verdadera pena, pero ahí sigue. Algún día llegará esa persona sensible que sepa apreciar lo que vale.

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