La estrella Betelegeuse. FOTO: Software libre Stellarium
La estrella Betelegeuse. FOTO: Software libre Stellarium

Después de estos días de lluvia, la tarde del sábado me ha regalado un bonito atardecer. El universo me recuerda que la vida no solo está a nuestros pies, sino que también está sobre nuestras cabezas. ¿Te has preguntado, amable persona que me lees, cuánto tiempo le dedicas en tu vida a contemplar lo que te rodea? Vivimos tan cabreados permanentemente por la vida diaria por el trabajo o la falta de él, por la política, por… tantas cosas que nos distraen, que nos impiden disfrutar de las cosas que tenemos gratis, como es por ejemplo, mirar y contemplar nuestro alrededor.

El atardecer me hizo mirar de nuevo al cielo, tapado por las nubes estos días. Noté más luz, el atardecer más tarde. Claro. El Sol me lo dijo: Alfonso, que ya hace un mes de la navidad. El tiempo pasa implacable. Sabemos que pasa por nuestras arrugas en la piel, pero también por lo que ocurre en el cielo. Las vueltas de la Tierra alrededor del Sol. Las aparentes vueltas del Sol alrededor nuestra. Y las estrellas. El cielo de invierno es precioso, lo malo es que las luces de la ciudad nos impiden ver el firmamento estrellado. Es un precio más a pagar por esto que llamamos civilización.

Pero hubo en tiempos remotos otras civilizaciones más oscuras que nosotros. Más oscuras porque no producían tanta luz nocturna que por las noches se maravillaban mirando las estrellas. Por ejemplo, en Egipto. Justo allí se fijaron en una constelación, en un conjunto de estrellas que marcaban una forma. Tres estrellas seguidas. El conocido como Cinturón de Orión. Usted que me lee seguro que alguna vez las habrá visto. Son fáciles de distinguir, incluso en un cielo sucio como el de Jerez, porque son muy brillantes. Pues más arriba de ellas, y la puede ver en el gráfico, hay una estrella roja muy conocida por los aficionados a ver estas cosas. Tiene de nombre Betelgueuse, aunque aquí cada cual la pronuncia como quiere: Betelgeus o Bitelchús. Es una estrella supergigante roja. Grandísima. Si estuviera en el sitio del Sol, su volumen llegaría hasta Júpiter.  Para que nos entendamos también, es una estrella abuelita. Está en los últimos momento de su vida. Os cuento esto porque desde noviembre pasado, esta estrella tan importante, que estaba entre las diez maś brillantes, de pronto ha perdido la mitad de su luz. Es lo que sucede cuando le están llegando sus últimos momentos.

Muchos han pensado que nuestra estrella se muere. Pero una estrella no se muere como nosotros que vamos al tanatorio y ya está. No, una estrella se muere a lo grande, explotando y convirtiéndose en una supernova, que es un astro muy brillante que podríamos ver incluso de día. Suerte tenemos que Betelgueuse está lejos. A 642 años luz de distancia más o menos. Eso significa que la luz tarda esos años en llegar a nosotros. Lo que indica que lo que estamos viendo ahora sucedió hace todos esos años. O sea, que vemos el pasado. Parece magia. Pero así es. El cielo es una máquina del tiempo.

No se preocupen, aunque a la estrella le quede poco, ese ‘poco’ es mucho para nosotros. Miles de años. Cientos de miles de años. Resumiendo, que no lo vamos a ver. Pero estamos disfrutando de ese espectáculo. De darnos cuenta que el cielo no es tan inmutable como pensaban los antiguos. Posiblemente, esto de hoy hubiera asustado a civilizaciones como la inca o la maya y hubieran sacrificado gente para aplacar la ira de los dioses. O también algún conquistador listo, hubiera amenazado a algún reyezuelo  con hacer desaparecer una estrella si no cumplía sus deseos, haciendo creer que tenía el poder de un dios.

Betelgueuse está cambiando de brillo. Otras estrellas también lo hacen. ¿Por qué no prueban a apagar la tele, a apagar las luces de casa, y mirar al cielo? Y si las luces de la calle les estorban, de un día un paseo por una zona oscura. Ya, cada vez son más difíciles de encontrar. Pero hágalo. Mire al cielo. Le ayudará luego a mirarse a sí mismo.  A hacerse preguntas. A hacerse crítico. Y cuando lo consiga, no habrá políticas ni religiones que le puedan alterar y mentir.

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