Un balcón con un crespón y farolillos, en Sevilla, en días pasados. FOTO: José Luis Tirado (www.joseluistirado.es)
Un balcón con un crespón y farolillos, en Sevilla, en días pasados. FOTO: José Luis Tirado (www.joseluistirado.es)

La letra de esta canción compuesta por Víctor Manuel y cantada por Ana Belén refleja como ninguna la realidad de España:

España camisa blanca de mi esperanza

A veces madre y siempre madrastra;

Navaja, barro, clavel, espada.

La muerte siempre presente nos acompaña

En nuestras cosas más cotidianas

Y al fin nos hace a todos igual.

La muerte, consecuencia de la vida, siempre nos ha estado presente en nuestra vida como país y como personas. ¿Quién no la ha sufrido? Nadie está libre de ello. En todas las etapas de nuestra Historia como país, la hemos padecido. Muertes colectivas como los atentados de ETA, accidentes de aviación, trenes, incendios, etc. La muerte en lo personal también nos acompaña en nuestras vidas. Usted, que me lee, seguro que tiene alguien que se ha ido y le ha dejado un dolor en el corazón.

La única manera de vencer esta angustia, este sufrimiento con el que nos hiere cada día, es superar el proceso de luto que tiene varias fases según la psicología: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Si en una de estas fases fallamos, tendremos un problema de algo no resuelto que nos arrastrará de por vida.

Sin embargo, el problema de muerte colectiva que estamos teniendo en España debido al coronavirus es distinto. Porque es un problema que aún no ha terminado. La gente aquí no ha muerto de pronto. No, aquí las personas siguen muriendo. Esto no ha terminado, por mucha desescalada que hayamos empezado, y encima, tenemos la incertidumbre de no saber cuándo terminará.

Algunos partidos piden el luto oficial por las víctimas de la pandemia. Yo me niego a ponerlo ahora. No soy partidario de exhibir símbolos tristes en una época triste. Por solidaridad y por respeto con las personas mayores vivas, principales víctimas de la enfermedad. Si alguien está tratando con personas mayores como yo estoy haciendo, sabrán que no quieren ver los telediarios, que prefieren distraer la cabeza antes de estar 24 horas viendo la tragedia pasando ataúdes. ¿Creen ustedes que hay derecho a que yo ponga una bandera de  España con un crespón negro en mi balcón para que sea lo primero que vea mi vecina mayor al abrir la ventana por la mañana? Insisto, no puede haber luto mientras el problema no haya terminado.

Cuando todo haya acabado, entonces que vengan todos los homenajes que se quieran. Pero ojo cómo se hace. Los vivos se deben a la ley. Pero los muertos y sus almas, no. Cuidado con hacerle ceremonias religiosas a gente que no es religiosa. No faltemos al respeto en el último momento.

Luego, viene lo peor: la utilización política del dolor que nos indica la catadura moral y humana de quien maneja este tipo de hacer. El luto como arma arrojadiza contra el Gobierno para conseguir un puñado de votos o que otros puñados se queden en casa y no voten.

Ayer mi amigo Pablo Soto me envío una fotografía desde Sevilla y hay muchas otras, como las que ilustra esta columna. Es un balcón con un crespón negro. Y con los farolillos colgados, que para eso estamos en feria. ¿Luto o arma política? Aprendan a distinguir. No seré yo el que comparta una copa de vino con esa persona que está utilizando el dolor ajeno y el símbolo de toda la nación en su balcón, para conseguir que su partido gane unas elecciones a la vez que se baila unas sevillanas.

Hace unos días explicaba mis razones para no poner en luto en mi balcón en mi canal de Youtube que si quieren pueden verlo aquí.

https://youtu.be/W-9VYB8C5_4

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