¿Cómo tiene que ser un pobre según las derechas?

Se acerca la Navidad y empezarán las campañas de entidades que nadie conoce para recoger alimentos y cuyo objetivo es o publicidad o satisfacer egos. Mi consejo: confíen en las instituciones que siempre se han dedicado a esto. Ellos saben lo que hacen.

Un balón pinchado, en una imagen de Save the children.
Un balón pinchado, en una imagen de Save the children.

Hace unos cuantos días leía un mensaje de Cáritas pidiendo con urgencia leche, azúcar, aceite café y colacao. Conociendo la autoridad moral de Cáritas y sus actividades, yo ni me lo cuestiono. Nadie mejor que quién mira al pobre directamente a los ojos para saber lo que necesita.

Pero ya saben ustedes como son las redes sociales: un fiel reflejo de la sociedad. Mientras la mayoría atendía a ese petición en silencio, como debe ser, sin que su mano derecha sepa lo que hace la izquierda, los de siempre arremetieron contra la petición en los comentarios, desviando la atención a lo que ellos pretenden siempre: justificar la existencia del pobre y culpabilizarlo de su pobreza.

El comentarista más furibundo se indignaba porque se pedía café y el café, según él, no era un alimento básico. Comentario aplaudido con muchos ‘me gusta’. Miren, hace tiempo me pasó una situación que me hizo pensar. Un gorrilla me pidió un euro por tener el coche aparcado. Ya saben, ese impuesto revolucionario que tanto nos molesta, porque tiene guasa dar dinero después del pagar la ORA. Dinero que uno da, no por generosidad, sino pensando en que una venganza del gorrilla te puede arañar el coche.

Era tarde noche cuando le di el euro y me dijo: "Qué bien, con esto que me da usted y lo que he cogido hoy, ya me puedo tomar una cerveza y puedo ver el fútbol en el bar". Por supuesto, ni la cerveza ni el fútbol es un alimento básico, ¿pero no tiene una persona, en ese caso un joven, que no sé por qué circunstancias se encuentra pidiendo dinero, derecho a tomarse una cerveza y ver un partido? ¿Es un lujo eso? Me hizo reflexionar.

Al pobre le falta todo, pero hay una cosa que no pierde: la dignidad. Dejen actuar a los que saben gestionar la pobreza en el caso extremo que es cuando se pasa la necesidad. Si piden café o colacao es porque saben lo que necesitan. No hagan caso a la gente mala como ese comentarista de Facebook, que después de irritar a la gente porque el pobre pedía café, empezó a sembrar la duda de si el pobre era español o no. Como si las fronteras importaran para ser pobre.

Algo parecido me pasó en la radio durante una campaña que hizo la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Jerez en Navidad para recoger regalos para los presos. Regalos que son muy limitados porque Instituciones Penitenciarias regula esto severamente por seguridad. Solo puedes regalar objetos como pañuelos o una cartera. De nuevo salieron las fieras a comentar. ¿Qué locura era esa de regalar algo a un preso? Al preso ni agua. Quieren verlos como al Conde de Montecristo, con una bola de hierro amarrada a una cadena, una jarra de agua y un cacho de pan duro. Que vean la televisión es un lujo según las fieras. Olvidan que la pobreza aparte de carecer de alimentos o ropa es también carecer de libertad.

Estas fieras, esos monstruos, no perdonan. No se ponen en la piel del otro. Envenenan la convivencia pacífica a diario. No permitan que sean modelos a seguir. Ustedes hagan el bien y no miren a quien. Ayuden en lo que puedan. Ayuden también en transformar la sociedad para que no engendre pobres. La caridad es como una transfusión de sangre. El luchar contra la injusticia es el tratamiento de la enfermedad para que no se vuelva a repetir.

Por curiosidad, miré el perfil del comentarista que criticaba a los pobres. De derechas él, español y mucho español, con fotos de ‘su’ Cristo y ‘su’ virgen y desconociendo lo que decía San Pablo, que no sabe quién es porque no sale en una procesión: "Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza" (2 Cor 8, 9).

Se acerca la Navidad y empezarán las campañas de entidades que nadie conoce para recoger alimentos y cuyo objetivo es o publicidad o satisfacer egos. Mi consejo: confíen en las instituciones que siempre se han dedicado a esto. Ellos saben lo que hacen.

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