Informativos de RTVE. FOTO: ELDIARIO.ES.
Informativos de RTVE. FOTO: ELDIARIO.ES.

Todos los demócratas que confiábamos en que la manipulación televisiva terminaría con el nuevo Gobierno estamos de luto, como los propios trabajadores de televisión que han continuado protestando de la misma forma que hacían anteriormente, poniéndose trajes negros, ante la renovada injerencia gubernamental del servicio público.

La manera en que se han elegido a los consejeros de televisión es lamentable y bochornosa y, además, no guarda ni las más mínima proporcionalidad o equivalencia con el color político de nuestros representantes, votados por todos los ciudadanos, tanto del Congreso como del Senado de este país.

Por otra parte, la técnica legislativa utilizada, la más común durante el franquismo, es muy cuestionable: el decreto-ley. La única razón de ser de esta norma es la urgencia y, de algún modo, ese proceder plasma la prioridad de este nuevo Gobierno: lo primero es el control de los medios de comunicación públicos, antes que las emergencias sociales, como son los desahucios, las pensiones, la asistencia a personas dependientes, reforma sanitaria, reforma educativa,  medio ambiente,  paro, reforma laboral, lucha contra la corrupción, etc.

Más aún, la manera con la que se han conseguido los apoyos parlamentarios en estas votaciones, en las que solo han sido válidos los candidatos que han obtenido el respaldo de al menos cuatro grupos parlamentarios, está suponiendo un coste adicional a todos los españoles, porque el Gobierno ha tenido que hacer bastantes concesiones a varios partidos minoritarios, a cambio de ese aval. Ejemplo de ello, con coste a las arcas públicas, es el incremento de las bonificaciones de las tarifas aéreas a los canarios. Tanto empeño y tanto ahínco por conseguir el manejo del mayor juguete de propaganda del Estado no augura nada bueno.

A pesar de vivir en la era de internet, en la que los ciudadanos disponemos de múltiples alternativas para informarnos, la televisión sigue siendo un medio muy poderoso de manipulación. La manipulación en televisión es muy fácil y tentadora.

Glosando al escritor francés Pierre Lemaitre en su novela Camille: "La manipulación tiene mucho en común con el robo. Se necesita mucha preparación y buen personal de ejecución".

En primer lugar, porque para los españoles es mucho más cómodo encender una televisión que andar buscando por la red de redes información alternativa, siendo por tanto una fácil presa. En segundo lugar, porque las imágenes producen el llamado efecto realidad, estas nos enseñan solo una muestra de lo sucedido que sirve para evocar algo general,  como si eso fuese el todo.

En tercer lugar, porque es un instrumento de movilización o desmovilización social, al despertar sentimientos negativos o positivos a fuerza de reportajes, películas , discursos o tertulias desequilibradas en donde abunden gente afín ,de una misma ideología o signo político. En cuarto lugar, porque la noticias de televisión, las escaletas de los programas de debates o los reportajes se utilizan como un recordatorio que nos trae a la memoria determinados asuntos predeterminados en función de la cobertura informativa.

En último lugar, porque hay infinidad de técnicas de manipulación muy sutiles. A parte de mentir, que es la más burda, citaré algunas: mezclar información con opinión; repetir una información en demasía o exagerarla; ocultar información con noticias banales; informar con poca profundidad solo aportando datos superficiales; utilizar una sola fuente de información sin contrastarla; emplear un lenguaje confuso difícilmente interpretable por las audiencias para que no se enteren bien. No obstante, una de las más obscenas de esas técnicas es cambiar la cronología de los hechos.

Así, no es lo mismo decir que han sido agredidos unos manifestantes por la policía y después citar que se quemaron vehículos en la vía pública; que decir que tras la quema de varios coches por algunos alborotadores de la manifestación la policía cargó contra ellos.

Otra muy utilizada es salir a la calle a recabar las opiniones de los viandantes y poner solo o  mayoritariamente las que coincidan con el ideario de la dirección, o hasta recortar frases de esa misma gente para dar la impresión que dicen lo contrario.

En resumidas cuentas, si la televisión pública solo sirve para que el Gobierno de turno, sea del signo que sea, haga propaganda y manipular, se puede considerar que es un dinero malgastado, un derroche para el ciudadano que se podría dedicar a cosas más útiles. Glosando al escritor francés Pierre Lemaitre en su novela Camille: "La manipulación tiene mucho en común con el robo. Se necesita mucha preparación y buen personal de ejecución".  Sería preferible que cerremos la televisión y que se dedique su presupuesto a enjugar el déficit de las pensiones, por ejemplo.

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