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Que le pase a nada menos que ocho personas, algunas de las cuales recibía la visita de la parca justo una semana antes de prestar declaración…

Aún en estado de shock se encuentra la opinión pública en general tras el hallazgo del cadáver de Miguel Blesa en una finca cordobesa, supuestamente por suicidio. Y digo supuestamente porque, aunque la autopsia diga que, en efecto, el finado apoyó la escopeta contra el suelo y así se disparó en el pecho, la circunstancias que rodean la muerte no dejan de ser caldo de cultivo para suspicacias de diversa índole. 

Baste echar una vista atrás a la suerte que han corrido otros implicados en la trama Gürtel (a saber, con Miguel Blesa ya son ocho muertos en tres años), para empezar a pensar que tanta casualidad escama, y mucho. Porque, si pasa una vez, si pasan dos… no llamaría la atención a nadie. Pero que le pase a nada menos que ocho personas, algunas de las cuales recibía la visita de la parca justo una semana antes de prestar declaración… no me dirán que no es para desconfiar. 

Y ya puestos a desconfiar, y entregarnos a la conspiranoia (que insisto, mimbres hay) ¿hasta qué nivel o estamento estaría implicado en este caso para provocar esta masacre en tan poco tiempo? Sin ningún tipo de pudor. A sabiendas de que somos muchos los que pondríamos el foco en esta casualidad/causalidad tan llamativa. Tanto como una luciérnaga en plena noche. 

Llegados a este punto, se me ocurren pocos estamentos o personalidades que puedan estar “por encima” de Miguel Blesa o Rita Barberá. De hecho, se contarían con los dedos de una mano, y sobrarían dedos. Desde luego si este “supuesto” fuera el cierto, quien estuviese llevando a cabo esta limpieza sería torpe de cojones, porque estas cosas (ya nos lo enseñó El Padrino) se hacen con más sutileza y elegancia. La idea de que nadie salga salpicado, en la ficción, la plasmó de manera magistral Francis Ford Coppola en su trilogía. Pero en la realidad, cuando uno comprueba que en nuestro país también ocurren muertes “extrañas”, a uno en vez de pasarle por la mente a Michael Corleone o Santino, más bien le asaltan las imágenes de Mortadelo y Filemón. 

¿Casualidades? Nunca creí en ellas. Y menos con esta cadencia y sobre todo querencia hacia los implicados en un mismo caso abierto. Permítanme que me alinee con los de la mosca detrás de la oreja y, si quieren, llámenme conspiranoico. Sí… aquí hay una causalidad muy clara. Otro asunto sería saber quien maneja los hilos. Esperemos que las fuerzas del orden público hagan sus averiguaciones y nos saquen de dudas. Sería una gran noticia para el Estado de Derecho y nuestras libertades.

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