Palestina, crimen contra la humanidad: más allá del Holocausto y el infierno de Netanyahu

Carta al director de José Verdón sobre Palestina

José Verdón

Concentración en Sevilla en apoyo a Palestina por los ataques en Gaza.
Concentración en Sevilla en apoyo a Palestina por los ataques en Gaza. MAURI BUHIGAS

Los crímenes del Estado de Israel contra ciudadanos inocentes palestinos nos rompen el alma, mientras EE. UU., junto a gobiernos y personas insensibles, parecen no afectarles, carecer de límites en su capacidad de odio, des humanidad y maldad.

Culpables o cómplices de miles de muertos, mutilados, hambrientos, niños sin escuelas ni lugares donde jugar, personas sin hospitales para sus curas ni mercados donde comprar alimentos. Desplazados, pobres y enfermos, los supervivientes llevarán a cuestas sobre el resto de sus vidas penalidades incurables, desequilibrios mentales, analfabetismo, enfermedades varias y odio a sus criminales. A los más de 70 años de la colonización por Israel de los territorios palestinos, sus casas, campos y sitios religiosos o mitológicos  se unirán más años sin paz ni amistad entre pueblos hermanos.

Salvo Sudáfrica, Bolivia y poco más, infinidad de gobiernos y naciones tienen las manos manchadas de sangre por no actuar valiente y decididamente contra tal genocidio que parece más cruel que el Holocausto nazi, paradójicamente sufrido por el pueblo judío.

Los ejecutores y criminales nazis en algunas ocasiones aplicaban la solución final con relativa rapidez y precisión (perdón por la expresión), la situación en palestina es de un sadismo, tortura y crueldad  e hipocresía   al máximo nivel tolerable.

Decir que se persigue a terroristas, que los desplazamientos de casi dos millones de personas son para evitarles mayores males, los disparos al aire o contra hospitales que esconden milicianos de Hamás.

Es todo una gran mentira, la verdad es  un genocidio para invadir y apropiarse de unos territorios que Israel viene anexionándose ilegal e impunemente con una violencia fría y premeditada. Con el objetivo de someter en ellos a una población esclava, sin estado, derechos, gobierno ni instituciones  propias.

Este proceso lo ilustran los múltiples incumplimientos de las resoluciones de las Naciones Unidas y los ataques contra todos los que cuestionen, critiquen o no asuman sus crueldades.  El conflicto ya se extendió, la ayuda humanitaria se impide y la paz negociada o las treguas para propiciar la diplomacia y los compromisos han fracasado. La ONU y los países no garantizan nada, Israel sigue matando y no existe una querella internacional suficientemente amplia contra Israel que impida el genocidio, ni sanciones contra su economía, ni bloqueo a venderles armas, retirarles las embajadas y cuerpos diplomáticos, es decir impedir la actual impunidad casi absoluta para seguir exterminando civiles.

Muchos intelectuales y artistas están comprometidos en esta lucha, otros, y no pocos  miran para otro lado, pretenden ser neutrales y no poner en riesgo sus economías y pasan olímpicamente de los derechos humanos y los abusos sobre los bienes colectivos. Son muy loables y ejemplares los periodistas y personas que se manifiestan y trabajan cada día por el fin de la guerra pero Israel y los EE. UU.

Siguen insensibles y empeñados en su potencial y eficacia militar contra indefensos y desarmados ciudadanos. No escuchan los gritos de miedo y los llantos del hambre. Están escribiendo una página de crueldad y horror en la historia de la deshumanización  y la falta de principios en el siglo XXI.  

¿Qué hacer ante esta situación? No cabe otra que la denuncia y la movilización continua, la ayuda y solidaridad con Palestina siempre y su derecho a la vida a poseer su propio estado e instituciones, que les devuelvan sus territorios y que Israel y las Naciones del mundo restituyan en lo posible todo lo reparable en vidas y bienes materiales y permitan la amistad y la colaboración entre pueblos y naciones hermanas.

Nada de relaciones con el Gobierno de Israel mientras no firme la paz y adquiera compromisos con Palestina, juicios y castigo a los criminales y sus responsables para superar las actuales legislaciones y acuerdos internacionales contra invasiones, crímenes de guerra y genocidios. Propuestas y denuncias como esta o similares deberían debatirse en barrios, sindicatos, centros de trabajo, grupos, partidos y movimientos de clase   para elevar la protesta a los gobiernos y fortalecer las manifestaciones.

Por último, debemos reflexionar sobre si la creación de un estado propio para el pueblo judío tras la 2ª Guerra mundial fue el primer error, pues Europa debió garantizar que en todos los países se hubieran permitido a los judíos permanecer en sus países de acogida o nacimiento y restituirles sus propiedades incautadas por la Alemania nazi. Así se hubiera reconocido su residencia, la libre circulación, la libertad ideológica y religiosa, pero al parecer ello estorbaba a la Iglesia católica y a los gobiernos no ajenos a esta rama o secta espiritual. Crear un gueto en 'la tierra prometida' en conflicto con los palestinos y no respetar sus derechos fue un error que han pagado miles de inocentes palestinos. Permitir las agresiones y crímenes de Israel aumenta y perpetúa aquel error. Lo que ocurre hoy en Gaza y Cisjordania mañana puede suceder en otro lugar. Anotemos las lecciones de Irak, Libia, Siria, etc.

En Sevilla, 3 marzo de 2024 

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