Palabras para Alberto

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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El acto celebrado hoy en el IES Sidón, en Medina Sidonia, ha sido, antes que nada, una manifestación de solidaridad, de apoyo y afecto a los compañeros —y a sus familias— que sufrieron el terrible accidente que hace apenas unos días nos conmocionó a todos. Un acto con el que hemos querido expresar nuestro cariño a la familia de Alberto Vázquez, que se nos fue irremediablemente para siempre, y también a los otros chavales accidentados —Inma, Javi, Cris, Antonio— y a sus respectivas familias, amigos y allegados, que hoy somos todos. Que sepan que no están solos en este durísimo trance por el que les está haciendo pasar la vida. Que sepan que nos importan, que su dolor es también el nuestro. Que sientan, en definitiva, que los queremos.

No es posible dar marcha atrás al reloj del tiempo para cambiar el curso de los acontecimientos. ¡Cuánto daríamos por poder hacerlo! No es posible. Pero sí podemos hacer que los accidentados y sus familias sientan el aliento de sus amigos y compañeros. Que sientan el cariño de toda la comunidad educativa de su instituto. Situaciones dramáticas, como esta que hoy nos ha unido, sirven para forjar valores cívicos que nos hacen mejores personas, más dignas y más nobles. Valores como la solidaridad y el afecto entre compañeros que compartimos la aventura —y en este caso la desventura— de la vida.

Si la muerte de cualquier persona es siempre un hecho triste y doloroso para sus familiares y amigos, lo es mucho más cuando quien muere es una persona joven que tenía toda la vida por delante.

En situaciones como esta solo nos cabe pensar que hay vidas fulgurantes —breves, pero intensas y luminosas, como estrellas fugaces— cuyo único sentido tal vez sea el de iluminar las vidas de quienes hemos tenido la suerte de cruzarnos con ellos. Es ahora, al sentir el vacío y el frío de la ausencia de Alberto, cuando mejor comprendemos la enorme suerte que ha sido para todos nosotros haberle conocido y haber compartido su alegría natural, su vitalidad contagiosa, la amistad sana que derrochó siempre hacia quienes tuvimos la fortuna y la dicha de tratarle.

Gracias, Alberto, por ser como eras. O por ser como eres, porque aunque te hayas ido permaneces vivo en nuestros afectos. Nos queda el consuelo de que mientras los demás nos iremos marchitando con el paso del tiempo, tú, en cambio, permanecerás luminoso y joven, clavado en tus 18 años —para siempre— en nuestro recuerdo.

Rafael Gil Cano. Profesor del IES Sidon de Medina Sidonia.

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