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Querido amigo Fermín: Hoy, en este rinconcito de lavozdelsur.es se habla de un hombre bueno y honrado; de un zapatero de profesión que en su pequeña tienda de la calle Évora de Jerez arreglaba zapatos y remendaba sonrisas a espíritus desganados. Con chistes regulares, con sonrisa extraordinaria, con delicada atención y paciencia… conquistaba siempre a sus clientes. Algunos ojos curiosos pasarán por estas letras y podrán saber —aunque no te conozcan— que hablan de ti, Fermín, mientras prosigue el café, como todos los días, en cualquier bar del centro de Jerez, o en el de algún pueblo de la provincia que sigue recibiendo periódicos en papel.

En estos dos meses ya casi he logrado encajar, como Dios me ha dado a entender, la noticia de tu fallecimiento por cáncer. Quería yo contarte una noticia que te has perdido y que suena como un chiste de los malos. Fermín, ha quedado registrada la velocidad de propagación de la estupidez humana. ¡Por fin! Sí, es de 11 kilómetros por segundo, que es la velocidad a la que avanza por el espacio, rumbo al planeta Marte, un tal Starman en su coche Tesla descapotable. Si el dinero invertido en esa estrategia de publicidad se invirtiera en investigación médica…, enfermedad como la tuya podría ser crónica pero no mortal.

Escribo ahora tus últimas palabras con el encargo que me dejaste de publicarlas. Están llenas de amor y dignidad. Las junto aquí con estas para dar esperanza a quienes más lo necesiten: "Hola, me presento. Soy el zapatero de la calle Évora, Fermín. Y quería contaros mi pequeña historia. Fui al médico para una revisión y allí me dijeron que estaba malito. Me preguntaron que cómo la llamaría —a la enfermedad— y yo les dije: un bichito. Todo cambió pero, desde ese momento nos arremangamos mi mujer y yo, y tomamos cartas. Lo primero, no pensar en ello, después la familia con esa fuerza que me han dado y me dan, luego los amigos y clientes, y personas que no conozco y que no paran de darme ánimos. Quisiera compartir tanto amor del que estoy tan lleno para dárselo a los que no tienen la misma suerte. Podría llenar campos y campos de fútbol. Estoy agradecido al Hospital; a la Administración, a los celadores , médicos, enfermería, limpiadoras… ¡el trato tan exquisito que recibo! Y sin más, esta es mi pequeña historia. ¡Ánimo! Fuerza de todo corazón a todos los que tengan este bichito. Sin más, GRACIAS.

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