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No es de extrañar que esta fiesta esté estrechamente ligada con los rituales de la antigüedad, y que supone un vestigio de nuestro pasado.

La jornada de San Juan siempre será de enorme expectación para un antropólogo. Cada localidad que la celebra tiene una forma peculiar de ejecutarla, y observar su funcionamiento, simbología y significado resulta de gran interés para especialistas y curiosos. La cosmología, el esoterismo y la tradición se unen para entregar al ciudadano o viajero uno de los ritos más antiguos que la sociedad conoce.

No es de extrañar que esta fiesta esté estrechamente ligada con los rituales de la antigüedad, y que supone un vestigio de nuestro pasado. La utilización del fuego y del agua como elementos purificadores y protectores resurgen a modo de leyenda popular para que los gaditanos podamos hacer uso de las ceremonias más primitivas. A través del sincretismo cristiano mediante las festividades paganas (más concretamente la celta), la unión de los cuatro elementos (Tierra, Agua, Viento y Fuego) durante la noche de San Juan (asociado al solsticio de verano) procura la buena fortuna de aquel que realice el ritual de unirlos en un momento determinado.

Usted mismo puede ser partícipe de esta tradición ancestral sin necesidad de elaborar una “Queimada gallega” o saltar una hoguera improvisada. Imagínese como altar de culto la propia playa de la Caleta (o cualquiera que flanquean nuestra ciudad), con los pies desnudos sobre la tierra mojada que alcanza la orilla. Sienta la leve brisa del viento de poniente. Tras haber contemplado como las llamas ha consumido los Juanillos, presencie en ese idílico enclave los fuegos artificiales que anuncia que va llegando el momento de realizar el hechizo. Tras esto, y ya con agua hasta las rodillas, salte las olas, refrésquese la cara o si es muy intrépido, báñese bajo la luz de la luna de San Juan, ¡pero no se olvide de pedir sus deseos!

Quizás usted no sea supersticioso y piense que realizar estas pamplinas ni le va dar buena suerte ni ná de ná, pero no me puede negar que es una noche especial y agradable de vivir en buena compañía simplemente para trasmitirle sus buenos deseos a sus seres queridos.

San Juan sigue siendo una noche mágica, no solo por ser la llegada oficial del verano, sino también por la simbiosis que se produce entre el hombre y la tradición que tanto intenta transgredirse en esta ciudad.

Carta al director de Daniel Pérez Madueño

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