Ha muerto nuestro compañero Villamor, que era, amigablemente, como le llamábamos en el Taller de Paz, el grupo pacifista jerezano donde coincidimos durante varios años, en los años 90.
Compartimos con él muchas horas de compromiso por la Paz, muchas actividades en defensa de los Derechos Humanos, en defensa de la solidaridad internacional con los pueblos oprimidos y tantos otros compromisos —como el movimiento 15M o la marea verde— que él, como militante, adquirió y supo desarrollar muchos años en primera línea. Nacho, de carácter independiente, espíritu crítico y corazón noble donde los haya, se implicó en muchas labores de emancipación social y de reivindicación directa de un mundo mejor posible y en todos estos trabajos destacó siempre por su buen juicio, serena inteligencia y conocimiento de las cosas.
Recuerdo muchas cosas de Villamor. Su brusca ausencia me deja sin respiración y casi sin palabras, pero no me queda otro remedio que agarrarme a las cosas más valiosas que de él se aprendían: humildad, comprensión, respeto, capacidad de análisis, honestidad, mesura.
La última iniciativa que sé que tomó fue activar un grupo de debate acerca de los conflictos internacionales en Oriente Medio y sus repercusiones en Europa, para conocer más al respecto, para analizar más y poder posicionarnos mejor. Aunque le envié alguna documentación sobre el tema, me fue imposible asistir ese día a aquel encuentro, pero siempre mantuvimos el contacto y nos veíamos en los actos públicos en los que muchas veces coincidíamos.
Lo vamos a echar de menos. Y aunque nos deja una difícil herida no olvidaremos nunca la gran nobleza interior de Villamor. A pesar del fuerte dolor de este momento, Manoli sabe que cuenta con muchos de nosotros y nosotras a su lado.
Cristóbal Orellana González.
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