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Al pensar en la palabra “enseñar” inconscientemente la relacionamos con conceptos estrechamente vinculados por su significado como “instruir”, “formar” o “educar”.

¿Qué queremos decir cuando hablamos de enseñanza? ¿Qué es enseñar para ti? ¿Sabrías decir qué se enseña en los centros educativos? ¿Piensas realmente que lo que se enseña a los niños de hoy les permitirá ser adultos seguros de sí mismos y ciudadanos críticos en el futuro?

Al pensar en la palabra “enseñar” inconscientemente la relacionamos con conceptos estrechamente vinculados por su significado como “instruir”, “formar” o “educar”. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su última edición, la vigesimotercera por ser precisos, que vió la luz en 2014, define en su primera acepción el verbo “enseñar” como “instruir, doctrinar, amaestrar con reglas o preceptos”. Esta definición, relativamente reciente, resulta a día de hoy caduca y obsoleta a efectos prácticos.

La enseñanza no ha cambiado tanto como debería, pero la necesidad de transformación es sin duda alguna urgente. En este espacio pretendemos reflexionar sobre la cuestión planteada desde nuestra experiencia como docentes, posiblemente planteando más preguntas que ofreciendo respuestas definitivas, pero procurando en todo momento aportar nuestro grano de arena al trazado de un nuevo camino hacia una nueva educación.

Somos Diana, Elisa y Ana. Profesoras de Enseñanzas Medias en las especialidades de Historia y Geografía, Matemáticas, y Lengua castellana y Literatura, respectivamente. Como profesionales de la enseñanza hemos recibido una herencia teórica incardinada en rutinas escolares que cuentan con un público cautivo, pero nuestro proyecto educativo va más allá de  contenidos y criterios de evaluación. Lo que necesitan aprender los niños del siglo XXI no puede reducirse al saber acumulado de sus maestros. Para nosotras la enseñanza de nuestras materias pretende abrirles una puerta al desarrollo de herramientas que les sirva de ayuda en su vida cotidiana. Por eso, teniendo en cuenta nuestros objetivos, hemos construido un decálogo que nos sirva de guía básica de forma conjunta e individual:

1. Invitarlos a explorar su creatividad, descubriendo capacidades con frecuencia adormecidas.

2. Desarrollar su conciencia de grupo para que aprendan a gestionar conflictos desde el respeto y el diálogo, a proponer y sugerir con fundamento y ser autocríticos con su trabajo y aportación.

3. Mejorar cada día con actitudes como la satisfacción por  el trabajo bien hecho y la generosidad al compartirlo con otros alumnos y alumnas.

4. Aceptar la diferencia como una oportunidad de conocer a personas con cualidades físicas y mentales distintas que pueden cooperar en su progreso. Respirando que en la diversidad está nuestra riqueza.

5. Hacerles entender que las aulas son también ese espacio para expresar sus sentimientos, sus miedos, sus inquietudes, sus dificultades y ante ellos darles estrategias para que aprendan a desarrollar su inteligencia emocional.

6. Lograr la participación del alumnado en la creación de contenidos y en la responsabilidad de su propio aprendizaje mediante la realización de proyectos cooperativos.

7. Investigar e innovar en las formas de evaluación evitando la ansiedad y la arbitrariedad de pruebas escritas estandarizadas.

8. Ofrecerles la oportunidad de que nos muestren su dominio de la imagen con contenidos como la metáfora en concursos de “metáforas urbanas”, cortos en los que los colores son símbolos de sentimientos universales. Es decir, conjugar su herramienta favorita (la imagen) con la literatura.

9. A través de las Matemáticas se juega con el lenguaje y la lógica, llevándolos a una maduración mental que los ayuda a afrontar problemas con determinación, sin límites.

10. La Historia son mucho más que fechas y datos a memorizar, incidiendo en el análisis del rastro que dejan los acontecimientos y con ello fomentar la capacidad crítica de los estudiantes respecto a su pasado, presente y futuro.

Somos educadoras… nos sentimos educadoras…no somos perfectas, pero cada día nos formamos y no nos conformamos con este sistema rancio e inútil que adormece el interés de “nuestros niños y niñas”.

Por eso, querido lector, te invitamos  a que sigas con nosotras. 

Diana Repeto, Elisa Montero y Ana Martínez

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