Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno, entrando en Moncloa.
Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno, entrando en Moncloa.

Cierre la puerta al salir. Esa es la frase que ha resonado en los medios, lo que ha quedado de un diálogo inmerso en la enésima campaña de acoso y derribo contra el líder de Podemos. Una frase usada como excusa para culpar a todos por igual de la crispación, para hablar de la polarización, para advertir del pensamiento binario. Como coartada para ocupar el cómodo espacio de la equidistancia, aunque ese sea un entorno falso. No es nuevo. La lupa en cualquier acción u omisión lleva puesta en Podemos y, especialmente, en Pablo Iglesias desde el irrupción en el escenario político. La diana tardó un poco más, cuando el partido impulsaba un colaborador de La Sexta, que se había pateado antes los medios ultra, se convirtió en una opción, en un peligro. Tan mala es una sonrisa cordial en un pasillo como decirle a esa misma persona que cierre la puerta al salir. La frase puede ser más o menos afortunada, pero hay que contextualizarla y hay que ser justo.

Se han vertido acusaciones e insultos muy graves para tener un nivel tan alto de sensibilidad. Pese a que referentes para la izquierda como Iñaki Gabilondo o Ignacio Sánchez Cuenca repartan culpas de la crispación y la tensión, no todas las personas involucradas en política son iguales y no todo es lo mismo. No se puede poner al mismo nivel en los dos extremos de la balanza a la oposición más agresiva y desleal de Europa frente a un gobierno, guste o no, legítimo, que ha gestionado la mayor crisis sanitaria del país bajo la constante crítica salvaje. Han aguantando hashtags dirigidos por esta oposición con nombres tan serios como #Perdroelsepulturero, #vicepandemias o #unidaspandemias y responsabilizándoles directamente de la muerte de miles de personas por inacción y de la instauración de un régimen dictatorial a la vez. Lo uno y lo contrario.

Se ha tolerado que un concejal electo del ayuntamiento de la capital de España llame “hijo de puta” públicamente al vicepresidente de gobierno, que se hable de “estado terrorista” por pactar con los que pactaba Maroto y de pedir la ilegalización de Podemos por antifascista. Un concejal de un pueblo de Sevilla ha amenazado de muerte a Iglesias. Se ha permitido un mes de acoso en la casa de una familia con niños pequeños. Se han proferido bulos tan graves como decir que había una ambulancia dedicada en exclusiva a la familia Montero-Iglesias en el programa de Ana Rosa en los momentos más crudos de la pandemia, sin que la presentadora hiciera la más mínima corrección. Cierre usted la puerta al salir. Esta frase se ha usado como se usó otra hace más de cuatro años.

El dos de marzo de 2016 el actual presidente de gobierno, Pedro Sánchez Castejón, se postulaba por primera vez al cargo. En esa sesión de investidura, Pablo Iglesias aludió a no seguir el consejo de “el que tenía el pasado manchado de cal viva” y pactar con la izquierda, no con Cuidadanos. Duro mensaje o no, se empleó para castigar de forma inmisericorde la figura de Pablo Iglesias. Se usó para arrastrar a la formación morada al espacio de la radicalidad, para arrinconarla junto a su secretario general. El hostigamiento en prime time en los medios, la preparación de informes policiales falsos sobre su financiación y su consiguiente publicación, el robo de un móvil, el invento de noticias falsas, todo eso ya estaba justificado con una frase que no atacaba a nadie de los presentes en el hemiciclo y que no dejaba de ser cierta, como están corroborando los documentos desclasificados de la CIA.

Pero es que minutos antes, en ese escenario, el aspirante a presidente de gobierno había sacado la artillería pesada. Había sacado a ETA. Había usado la memoria del asesinato de Isaías Carrasco para atacar al líder del partido de izquierdas al que estaba pidiendo más que el voto, el sometimiento. De forma personal, a la cara. Ningún medio masivo se hizo eco de ese grave error democrático que tuvo una respuesta posterior que sí se sobredimensionó y se aireó de todas las formas posibles. Una dura confrontación que, afortunadamente, no ha impedido tener un gobierno progresista entre ambas formaciones cuatro años después, pero que siguió persiguiendo al actual vicepresidente.

No era la primera vez que se utilizaba de forma deleznable esta artillería pesada contra el líder de Podemos. Daba igual la, obvia, condena explícita a ETA por parte de Podemos o que el acercamiento de presos lo pidiesen organizaciones tan poco sospechosas como Amnistía Internacional desde 2012. Pensaban que habían encontrado la krytonita morada para aderezarla a Venezuela e Irán. Machacado el tema por todos los medios ultras, finalmente el uso de ETA llegó hasta la televisión pública. En diciembre de 2014, en el programa La noche en 24 horas, Sergio Martín, director del Canal 24 horas de TVE y presentador del programa, le espetó textualmente "está usted de enhorabuena esta semana", acerca de la liberación de etarras. Un uso lamentable de los muertos y del dolor de sus familias que tristemente encajaba dentro de una televisión pública constantemente denunciada por su parcialidad. Una manipulación en el ente público español que llegó hasta Bruselas en 2018, a la Comisión de Peticiones del Parlamento Europea, donde se debatieron las acusaciones de manipulación y censura en la televisión pública expuestas por el Consejo de Informativos de TVE. Sólo entre octubre y diciembre de 2017 se contabilizaron casi 50 casos, un caso de manipulación o censura cada dos días.

El mensaje repetido en los medios, especialmente en la tele, tuvo su efecto. Iglesias pasaba de ser el político mejor valorado de España en una encuesta de Sigma2 en noviembre de 2014, en la que los votantes del PSOE le valoraban más que a Pedro Sánchez y los votantes de IU más que a Cayo Lara, los respectivos líderes de sus formaciones, a una caída paulatina de valoración en las encuestas. En enero de 2.015, según la empresa My Word en una estimación realizada para el ObSERvatorio de la cadena SER, Pablo Iglesias era el preferido en los encuestados para gobernar en cualquiera de los escenarios a los que se enfrentase España, tanto de crecimiento como de recesión. Según el CIS, desde mayo de 2.014 a octubre de 2.015 se representaba la irrupción, con un 8%, el ascenso, con un 23,9% en enero de 2.015 y la caída, con un 10,8% de intención de voto en octubre de 2015.

Esto no fue así, ya que Podemos y sus confluencias lograron un 20,60% de los votos en las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015, pero es obvio que sí se había intentando por todos los medios, como se intenta ahora, descabalgar al líder. Destruirle como un símbolo de una alternativa posible. Y se había logrado tocar a un partido con opciones reales de ganar usando el miedo. Irán, Venezuela y ETA. Si ETA se había usado contra Zapatero, aunque en su gobierno se hubiese logrado el desarme de la banda terrorista, también valía contra un joven profesor con coleta, aunque dijera lo mismo que Amnistía Internacional.

Dentro de unos años ganar el gobierno se jugará en Youtube o Tik Tok, o lo que toque, pero hasta ahora el peso ha estado en los platós televisión. Una televisión milimétricamente diseccionada por Manuel Ligero en La Marea en el artículo ‘Así la televisión te convierte en fascista’. En este soberbio repaso al electrodoméstico rectangular se plantea un campo de juego muy escorado a la derecha, bastante complicado para un político progresista, pero donde había que seguir jugando. Eso lo entendió Iglesias y asumió el reto. En el paso por los platós, Iglesias se topó con la invitación fantasma de Bertín Osborne (al final entrevistó sólo al trío de Colón); jugó a los dados eróticos con Susanna Griso en Dos días y una noche en junio de 2016, corrió por su barrio de Vallecas con Ana Rosa Quintana en septiembre de 2015 en 24 Horas y se entrevistó a sí mismo gracias a un tremendo Joaquín Reyes caracterizado en Feis to Feis en mayo de 2016. Fueron entrevistas relativamente cordiales y asépticas.

La entrevista de El Hormiguero de noviembre de 2015 batió su récord de audiencia, con 21,7% de cuota de pantalla, y ya hubo polémica. Fue cortado el final de un simbólico juego de poda de un árbol que representaba a España y que tenía ramas con temas polémicos como la monarquía, el concordato de la Iglesia, el euro o los toros. Pese a ese suceso extraño, no tenía nada que ver con la lamentable entrevista en el mismo espacio en noviembre de 2019, que muestra la deriva del programa. Pablo Motos llegó a preguntar por sus familiares con cáncer a Iglesias ante las críticas de éste a la pretendida filantropía de Amancio Ortega. Una bajeza que puso la guinda a un programa que difería mucho del blanqueamiento de Trancas y Barrancas a la ultraderecha.

Pablo Iglesias había aguantado hasta las elecciones generales de diciembre de 2.016 el envite de los digitales ultra, de la televisión pública acusada de manipulación por sus trabajadores, de las reinas de las mañanas, del late night cañí, de los informativos con noticias que luego los jueces desmentían una y otra vez, pero también de los referentes televisivos para los votantes de izquierda. En noviembre de 2.014 Ana Pastor entrevistó a Pablo Iglesias en ‘El Objetivo’. No fue una entrevista amable en absoluto. Fue un ejercicio de hemeroteca duro y descontextualizado. Había que mostrar equidistancia, y para ello también se recurrió a ETA, cortando una afirmación que, además, no tenía nada que ver con Podemos.

Es difícil encontrar otra entrevista tan seca en El Objetivo y tiene difícil comparación con la realizada en abril de 2015 a Albert Rivera. Al entonces líder de la formación naranja se le preguntó, en el momento más incómodo de la entrevista, por los problemas con Hacienda de Jordi Cañas. Se obviaron temas serios como la alianza de Ciudadanos con la extrema derecha de Libertas en las europeas de 2.009, los 3 millones de euros facilitados por el millonario ultra Declan Ganley en 2.005 o las afirmaciones sobre la eugenesia de uno de los fundadores de Ciudadanos, Arcadi Espada. Esto último sí lo trató Risto Mejide en febrero de 2.019 en el programa de Cuatro `Chester´, donde Arcadi fue expulsado del plató. No se tocaron ninguno de estos temas, no fue en absoluto una entrevista de una dureza equiparable. Era un momento crítico en el crecimiento de Podemos y una entrevista de un tótem del periodismo como Ana Pastor dejaba huella.

El otro referente televisivo masivo para el votante progresista en los últimos años ha sido Jordi Évole, con un programa impecable en la sobria puesta en escena y valiente en los temas abordados. `Salvados` mutó de espacio de humor a programa de crítica social. Aquí la relación con Podemos también ha sido complicada. En este caso no tanto por las entrevistas, honestas y concisas, como sí por el casting. Después del paso de ‘Salvados’ por Ecuador con Iglesias en 2.014 y las dos entrevistas con Rivera, una cordial en octubre de 2.015 y una segunda más tensa en junio de 2016 (en la que hacía mucho calor para Carlos Alberto), se efectuó un encuentro de Iglesias con simpatizantes de Podemos en el programa de marzo de 2.017. Todos simpatizantes eran seguidores de Errejón, al que denominaron “el cerebro de Podemos”. Una situación estadísticamente difícil cuando la corriente ‘pablista’ es la que gana Vistalegre II. Pero es más extraña la entrevista conjunta con Íñigo Errejón, todavía en Podemos, y Eduardo Madina, como parte del PSOE, en marzo de 2.018. En esta sosegada entrevista, ambos políticos visitaban Villaverde y tomaban contacto con personas del barrio desilusionadas con los políticos de izquierda.

Al inicio del diálogo, rodado en un bar, una de las personas desencantadas con la falta de entendimiento entre PSOE y Podemos que llevó al gobierno otra vez a M.Rajoy entró abruptamente en la conversación y centró las culpas en Iglesias. Mientras sujetaba un botellín, llamó a Iglesias “muy radical” e inflexible. La intervención tuvo una tibia, Más Tarde nos explicamos por qué, defensa por parte de Íñigo Errejón. Esta anónima persona de Villaverde era en realidad un activo militante de la agrupación del PSOE de Getafe que también participa como apoderado en Leganés cuando hay elecciones. Pero pudo decir en prime time como “persona anónima de Villaverde” que la culpa era del radical de Iglesias frente al futuro líder de la escisión de su partido.

Todo esto marcó la evolución de un partido y el gobierno de un país. Era necesario estar en los platós para plantear ser una alternativa de gobierno. No valía con estar sólo en ámbitos académicos y el activismo social, había que estar en los medios y exponerse. Había que remangarse y bajar al fango para poder llegar a las instituciones y poder cambiar las cosas. Se entendió, se hizo y se ha llegado al gobierno pese a pisar un tablero de juego desigual para la izquierda. Hay que recordar cómo se ha llegado, corregir los errores y valorar que si ha sido muy complicado, cada vez será peor. Así que sí, que cierre la puerta al salir.

Kike Pinel es enlace de Organización en Podemos Leganés

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