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Charo Cano, miembro de la plataforma Derecho a decidir

Señor Gallardón, disculpe el atrevimiento de esta mujer, madre, hija, hermana, abuela, tía, suegra, sobrina... En fin, una más de los millones de mujeres de este país, por dirigirme a usted.

Señor Gallardón, reconociendo su superior criterio, le ruego preste un poco de atención a lo que quiero decirle. Para entenderme es necesario que abandone por un momento la actitud arrogante, prepotente y despectiva hacia las mujeres que viene mostrando en los últimos tiempos. Creo que eso puede ayudarle a ejercer mejor como Ministro de Justicia, porque la justicia, para serlo, debe ser impartida a toda la ciudadanía por igual.

Señor Gallardón, ninguna persona sabe las circunstancias en que la vida le va a situar. Ninguna mujer puede anticipar las necesidades que vivirá en el futuro. Si su terrible Proyecto de Ley entrara en vigor, cada mujer que nazca, por el sólo hecho de ser mujer será una potencial delincuente. Tomar decisiones sobre su cuerpo y su vida se convierte en un delito según la llamada Ley Orgánica de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada.

Señor Gallardón, ¿qué derechos de la mujer embarazada? Usted, con su retrógrado Proyecto de Ley los hace desaparecer de un plumazo. No es la mujer quien tiene derecho a decidir, otros lo hacen por ella. Médicos, psicólogos, psiquiatras… tomarán la decisión que estimen oportuna sobre el presente y el futuro de esa mujer. Así, la mujer perderá su condición de persona con capacidad de pensamiento, reflexión y decisión para convertirse en un objeto receptor de las decisiones de otros.

Señor Gallardón, ¿no le parece terriblemente injusto despojar a la mujer de una capacidad que la define como ser humano? También la esclavitud se caracteriza por la ausencia del derecho a decidir.

Señor Gallardón, desconozco sus experiencias vitales, desconozco su relación con las mujeres, desconozco cómo son, en general, las mujeres de su entorno y desconozco cuáles son las razones que le han llevado a tener ese concepto de mujer-objeto y ese desprecio hacia la condición femenina que se percibe en su Proyecto de Ley.

Señor Gallardón, sí conozco, en general, a las mujeres de mi entorno: vecinas, amigas compañeras de trabajo, de partido, de carrera, primas, cuñadas, sobrinas, nuera, amigas de mis vecinas, vecinas de mis amigas, amigas de mis hijos, vecinas de mi madre, compañeras de esta plataforma… Conozco a muchísimas mujeres de mi entorno y son personas respetuosas, solidarias, con voluntad, con capacidad de elección, que cuidan a sus hijos e hijas, que se preocupan y protegen a sus mayores, que hacen compatible su vida laboral familiar y social, que saben planificar y organizar, que aman y amparan a los suyos, que son responsables en todos los ámbitos de su vida y son capaces de tomar las decisiones adecuadas.

Señor Gallardón, si pasara un solo día con estas mujeres seguro que al volver a Madrid retiraría su Proyecto de Ley porque comprendería que no es necesario. Comprendería que las mujeres son suficientemente responsables como para permitírseles mantener el derecho a decidir sobre su propia vida. Y así, usted se quedaría tranquilo y nos dejaría tranquilas.

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