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La conocí una tarde de otoño, sentadas ante una taza de café en La Rosa de Oro, en el barrio de Pio XII. Yo estaba recién llegada a esta ciudad, donde apenas conocía a tres o cuatro personas, una de las cuales me proporcionó el contacto. Ella era entonces concejala de Servicios Sociales y Género en La Barca de la Florida. Las referencias que tuve sobre su persona y sobre su compromiso social con las mujeres del pueblo, fue lo que me animó a proponerle un proyecto dirigido al colectivo femenino. Cuando le hablé del taller Coser y c@ntar sus ojos se iluminaron y en pocos minutos, mientras, entusiasmada, le iba contando los objetivos del trabajo, había tomado una decisión. Pero lo más sorprendente para mí fue su propuesta: quiero que con todo ese material escribas un libro, me dijo. La Barca es una población muy joven y estaría muy bien empezar a escribir su historia a través de los relatos femeninos. ¿No te parece? Sorprendida, no pude negarme. No me lo pensé. Después de haber enseñado mi proyecto a unas cuantas personas y entidades, no podía creerme que una responsable política tardara menos de cinco minutos en hacerme un encargo tan ilusionante para mí, y naturalmente, para ella.   

Ese trabajo se realizó gracias al empeño y las gestiones de Mari Carmen ante la Diputación de Cádiz. Se trata de un libro pionero en esta zona que rescata del olvido la durísima peripecia de tantas y tantas familias que, como la suya propia, llegaron desde muy lejos a la campiña jerezana para crear uno de los núcleos de colonización más importantes de la comarca. Una historia desde abajo; las voces femeninas, invisibles durante siglos, dejando sobre el papel magníficas y durísimas historias de lucha y superación.   

Mi relación con Mari Carmen Martínez viene de esa época y a través del trabajo que he descrito. Enseguida me di cuenta de que, para ella, estar en política era poder actuar, tener la posibilidad de hacer cosas por su pueblo, estar al lado de las mujeres sencillas y acompañarlas en su camino hacia una mejor calidad de vida y mayores cuotas de libertad. En ese camino llevaba ya unos años, pues desde muy joven se comprometió y volcó toda su pasión en lo social, desde cualquier ámbito donde era posible hacer algo por los demás. Se ganaba la vida en su propia peluquería, un pequeño negocio que ha regentado desde muy joven. Pero su espíritu inquieto la ha impulsado siempre a otras tareas altruistas, de las que muchas personas de La Barca pueden dar fe.

El proceso que viví hasta ver el libro sobre las mujeres de La Barca en la calle, me posibilitó tener una relación muy cercana con Carmen. Siempre tenía un rato para recibirme, o para asistir a reuniones con las protagonistas del libro. Y, cosa muy rara en una política, permaneció siempre en un segundo lugar. Incluso la tarde que presentamos la publicación, con el teatro del pueblo abarrotado de gente, y las autoridades locales y provinciales en la mesa presidencial, ella se mantuvo en un lugar discreto y cedió el protagonismo a otros compañeros y compañeras, que apenas sabían nada del trabajo que allí se presentaba. Son detalles que han quedado en mi retina y que hoy rescato, porque definen la personalidad de esta mujer, hecha a sí misma y con vocación de servicio.    

Estas líneas es lo único que yo puedo hacer en favor de Mari Carmen Martínez, una mujer que, si nadie lo remedia, puede verse entre rejas, a causa de una decisión a todas luces equivocada, tomada cuando era responsable de la delegación del Medio Rural en el Ayuntamiento de Jerez.

Los jueces se han pronunciado, eso está claro, pero hay en marcha una petición de indulto, apoyada por miles de firmas de personas, que,  como yo, conocen a Carmen y sabemos de su trayectoria y de su presente. Nunca ha tirado la toalla, a pesar de la pesadumbre con la que ha vivido todos estos años, y de la enfermedad que ha venido a agravar el estado en que la dejó este proceso judicial, no se ha rendido. Todo lo contrario. Ingresó en la Universidad, tras la superación de la prueba de acceso para Mayores de 25 años y ha conseguido el título de Grado en Humanidades.

Al margen de si su sentencia me parece más o menos justa, no puedo dejar de preguntarme por el sentido que puede tener que personas como Carmen, sin otros antecedentes y con su potencial, dispuesto para seguir siendo útil a la sociedad, tengan que pagar su culpa en la cárcel. Tengo muy serias dudas sobre que ese sea el mejor modo de hacer justicia, no sólo en este caso, sino en otros muchos con características semejantes.

Por todo ello, quiero dar mi apoyo a la petición de indulto para Mª del Carmen Martínez, actualmente en proceso de resolución.  

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