Jerez ha pedido fondos europeos para implantar un nuevo contenedor marrón.
Jerez ha pedido fondos europeos para implantar un nuevo contenedor marrón. MANU GARCÍA

Últimamente estoy viendo más la tele y por lo tanto me trago más anuncios. Parece que las grandes compañías centran ahora su publicidad en el respeto al medio ambiente, un movimiento agudo que explota una sensibilidad creciente en los consumidores. Anuncian así sus estrategias de marketing eco-friendly. Coches eléctricos, cervezas que sustituyen sus embalajes de plástico por cartón sostenible, placas solares… Anuncios sobre un futuro optimista a base de pequeños cambios voluntarios. Pero ¿es suficiente?

En pocas palabras, la transición ecológica se quedará corta si depende únicamente del mercado. Lo que se plantea en la pequeña pantalla es una utopía, no se va a salvar al medio ambiente con cambios tan superficiales en los hábitos de consumo privado. Se necesitan medidas mucho más profundas que inicialmente no serían aceptadas ni por oferentes ni demandantes. Si el libre mercado no puede garantizar esto, la intervención del Estado es obligatoria.

Nuestro modelo productivo es como un túnel por el que entran recursos y salen desechos. Existen dos problemas, el agotamiento de recursos y el exceso de acumulación de desechos. El reciclaje y la sustitución de plástico por cartón está bien, pero con todo lo que consumimos no es suficiente. Es necesaria cierta remodelación del consumo hasta que disciplinas científicas como la bioquímica o la biotecnología avancen lo suficiente como para garantizar la plena asimilación y transformación de los desechos en nuevos recursos. El túnel se cerraría, convirtiéndose en un círculo.

De todas formas, en nuestra sociedad, el problema no son solo los recursos en sí, sino también el transporte. Aparte de las innumerables flotas de camiones, hay que pensar en los colosales buques mercantes, cargados a más no poder de contenedores de acero. Esto ahora mismo es posible dado el potencial energético del petróleo, pero si no contáramos con él, sería imposible seguir con esta dinámica propia de la globalización. Estos transportes seguirán utilizando petróleo, es la única forma de mover un barco de 400 metros de largo capaz de cargar cientos de miles de toneladas. El uso y agotamiento de los combustibles fósiles ocurriría aunque todo el mundo use coche eléctrico.

No estoy diciendo que los coches eléctricos, las placas solares y la sustitución de plástico por cartón sea inútil, sino que hay que ir más allá. Hay que añadirle a la receta más elementos como la apuesta por los productos de proximidad, reducir el consumo de ciertos bienes y un fuerte impulso al I+D. El libre mercado no va a facilitar esta segunda parte, o de hacerlo no lo hará en la cantidad necesaria. En estos tiempos, más que nunca, es necesaria la intervención del Estado en la economía.

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