Camellos del ego y yonkis del cariño ajeno

¿Qué son estos premios? Son una sustancia tóxica para alimentar el ego y generan mucha adicción porque a los dos días de recibir uno, tienes una sensación de vacío y deseas más

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Diseñador.

Ilustración de MARÍA GÓMEZ.
Ilustración de MARÍA GÓMEZ.

¿Han visto Breaking bad? Es una serie que narra la historia de un profesor de química, Walter White, que comienza a cocinar y vender metanfetaminas junto a Jesse Pinkman, un antiguo alumno. A través de cada entrega, te van mostrando el backstage del mundo de las drogas. Aparece quien crea y vende un producto que te produce efectos de satisfacción porque hay unos compradores deseosos de su consumo con la finalidad de sentir placer. Un negocio perfecto con un gran inconveniente, las drogas no son buenas, ni legales.

Las drogas generan una adicción parecida a la que genera el ego y la fama. Leiva decía esto sobre la fama y el éxito en la letra de Chernóbil: “Solo es humo y nada más, se parece tanto al veneno de medusa que roza y quema en un instante fugaz, una montaña rusa la gloria enferma de los que quieren reinar, reinar el cielo”.

En un paralelismo con Breaking bad, ¿quiénes serian los camellos del ego? Hay mucha gente que tiene la necesidad de aprobación social. Y existe una serie de personas que se ha dado cuenta de esas carencias en relación al reconocimiento, esos que trafican con esas necesidades son los yonkis del cariño. Yonkis del cariño ajeno o llámales como quieras. Los hambrientos de estima y aceptación están dispuestos a pagar grandes cantidades de dinero por participar y recibir premios. ¿Son premios o es la droga del ego? Es que la palabra premio, hasta hoy, se había asociado a los méritos que alguien recibía por una buena acción. Imaginen esta situación: un niño que aprueba sus exámenes y además le da 150 euros a sus padres para que le recompensen con una bicicleta. Esto es lo que está ocurriendo con miles de premios… ¡No lo son como tal! Son otra cosa, pero no un premio.

¿Qué son estos premios? Son una sustancia tóxica para alimentar el ego y generan mucha adicción porque a los dos días de recibir uno, tienes una sensación de vacío y deseas más. Haces lo que sea por pertenecer cada año a ese reducido y clasista círculo de premiados, sin ser consciente de que con cada galardón estarás más enfermo y nunca quedarás saciado. Esta enfermedad tiene síntomas parecidos al Alzheimer porque es casi cómico verles cómo se sorprenden al recibir uno de estos premios, parece que no recuerdan que pagaron para estar ahí. Las caras que ponen son muy parecidas a la de Mr. Bean en el capítulo donde se hacía el sorprendido al ver la cena en el plato. Una cena que él mismo antes preparó. Todo el show que hay alrededor de estos premios es un timo, pero un timo legal, que existirá porque la gente cree en ello. Es como la religión, que existe porque hay gente que cree en ella, y de lo contrario no existiría.

Con esto no digo que se rechacen los premios, sino que sean una consecuencia. Se han convertido en una causa, porque cuando pagas, sólo sirve para engrosar la cuenta corriente de quien los organiza, poner tu talento en sus manos, ceder tu libertad y, en conclusión, les permitimos que trafiquen con las emociones. Al final nos volvemos más idiotas. Créetelo: el éxito no existe.

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