La caleta de Donosti

El voto nacionalista acaba decantando la igualdad tonta de izquierda-derecha del resto del país

'La caleta de Donosti', de Gonzalo Jiménez.
'La caleta de Donosti', de Gonzalo Jiménez.

¿Cómo puede ser que las dos comunidades autónomas con más trastornos de personalidad sean las mejor tratadas por el Estado? Para tomar pistas sobre esta cuestión me dirijo al País Vasco

Mi guía me aburre con datos históricos: que si es una región joven, que si no existió como tal hasta el siglo XIX... Por fin piso el asfalto y respiro el ambiente. Calculo que el casco histórico de Bilbao debe ser pequeño, son siete calles. Por ellas uno observa e incluso envidia su pavimento. ¡Qué lustre! ¡Qué accesible! He escuchado que una persona en silla de ruedas puede cruzar San Sebastián como una ardilla la Península en tiempos de Carlos V. Digamos que el País Vasco es joven y pudiente. ¿Y qué hace un adolescente con muchos billetes? Cometer excesos. Poner en práctica sus ideas tópicas. Recrearse en sí mismo.

Por ejemplo, Bilbao está adornada con esculturas monstruosas. De repente, transitas bajo las patas de una araña o tienes que huir de una variante ovoide de acero de 16 toneladas. O en un pueblo vi que querían recuperar la siega con la hoz. Con los dolores de espalda que da eso. Por lo general, un vasco es tan normal como cualquier otro español pero con mejor opinión de sí mismo. Disponen de un idioma peculiar, eso sí, pero con tantas versiones como pueblos y de un valor exterior insignificante.

Además, la Administración autonómica se empeña en traducir todo al batúa -Luis Morales “el Divino”, un extremeño del siglo XVI, es allí alias el Jainkotiarra-. También dicen arrastrar una represión excepcional de época franquista pero no es verdad. En todos lados sufrieron la guerra y la dictadura. 

Vuelta al sur con el estómago extasiado. Estoy en una playa de Cádiz. Aún con la retina vasca, todo a mi alrededor parece similar, si acaso esto es más caótico, suelto y despolitizado. Evidentemente ese trato desigual que concede el Estado no es tan enigmático.

El voto nacionalista acaba decantando la igualdad tonta de izquierda-derecha del resto del país. En fin. No creo que aquí se trate de imitar ese voto chovinista, excluyente, conflictivo, en una palabra, adolescente, para tensar constantemente la relación como medio de exigir privilegios. Andalucía representa otra cosa superior.  

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