Cabeza fría y pies calientes dan larga vida a la gente

Mario Ortega

Estoy casado y tengo una hija. Licenciado en Ciencias Químicas y Doctor en Ciencias Ambientales.

Bandera roja.
Bandera roja.

La sincronía de las olas no puede verse desde dentro de la ola. La sincronía de la política tampoco.

Casualidad o causalidad, los resultados de las elecciones del 10 de noviembre forzadas por Pedro Sánchez que no quería pactar gobierno con Unidas Podemos porque quería pactarlo con Ciudadanos, tal y como la CEOE decía y el Ibex 35 quería, junto con la posterior sentencia de los ERE, durísima respecto de Chaves y Griñán para compensar la de la Gürtel, se han sincronizado para situar al PSOE en una posición de debilidad ante la opinión pública progresista.

La ola del 10N revuelca a Sánchez en el rompeolas de todas las Españas, ningún calculo le sale. Ni Madrid ni el PSOE son España. Ni había centro, ni mayoría cautelosa, ni Más era más sino menos, ni Ciudadanos tenía voto pesoista sino de Vox, ni el PP iba a ser más más si no más menos.

La ola de la repetición electoral arroja a la playa un todo sigue igual pero con peores números para el PSOE y Unidas Podemos. Así, con Vox enaltecido, con los independentismos, nacionalismos, regionalismos y localismos aumentados (por fin Teruel existe) llega la ola de los ERE, que probablemente Sánchez y el Ibex 35 sabían que venía desde antes, coge al PSOE revolcado y lo arrastra por las arenas de las mares del sur. 

Como bien se ha dicho, recordando a Vázquez Montalbán, se ha puesto de manifiesto no una correlación de fuerzas, sino una correlación de debilidades. Síntoma de un momento con potencialidad de cambio. Una correlación de debilidades con una certeza: La onda media del 15M, del 8M, de Stop Desahucios, de la lucha por garantizar las pensiones dignas y de las múltiples formas de demanda del derecho a decidir, desde Teruel hasta Cataluña (no se rían), hace que esa correlación de debilidades partidistas pueda transformarse en fortaleza asumiendo que frenar a la derecha española y al fascismo que la escolta a escasa distancia con el objetivo de deteriorar hasta destruir la democracia (condición de posibilidad del bienestar común), solo pueda hacerse mediante la cooperación política, el diálogo y los acuerdos del caleidoscopio de fuerzas progresistas y de izquierdas que salpican España.

Construir democracia hoy en España es contribuir a resolver la cuestión territorial (plurisoberanías) en sus múltiples variables, no solo la catalana por relevante que sea, paliar la cuestión de la desigualdad, afrontar la cuestión de la seguridad en el futuro (pensiones para los mayores, renta mínima para las familias y empleo para los jóvenes), escuelas gratis, medicina, hospital, mujeres libres y medio ambiente limpio. Eso no lo representa hoy precisamente ninguna mayoría cautelosa, lo representa una mayoría afectada por el último decenio depredador y lo plasma aunque sólo sea ha modo de intenciones el preacuerdo de Gobierno firmado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Como dice un viejo refrán cabeza fría y pies calientes dan larga vida a la gente. El nuevo Gobierno que se aventura con el apoyo claro de las bases del PSOE, Podemos, IU y ERC habrá de aplicarse el refrán asentándose con fuerza sobre el calor ígneo de sus respectivos territorios electorales y la refrigeración de sus impulsos cerebrales partidistas para que tenga larga vida y mejor gloria.

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