¿Quién dijo que el vetusto Senado era un cementerio donde los paquidermos de la política española iban a morir?
¿Quién dijo que el vetusto Senado era un cementerio donde los paquidermos de la política española iban a morir? Le petit Nicolás parece querer desmentir ese hecho presentando su cara de pilluelo a la Cámara Alta. A sus 21 años, amenaza si sale elegido con demoler los cimientos de una institución que vale para poco, tanto más si le eligen, cosa que no me extrañaría en un país donde el libro más vendido es el de una insigne autora que comparte apellido con un servidor.
Así como Belén Esteban se ha propuesto ser el caballo de Troya para destruir la cultura desde dentro, el enfant terrible quiere hacer lo mismo con la Cámara territorial. Tiembla, María José García-Pelayo. Personalmente, si yo fuera Bárcenas ahora mismo estaría anunciando mi candidatura al Congreso, porque los asesores del petit Nicolás se le han adelantado y, si se me permite una expresión vulgar, se la "han metido doblada". Otra opción sería que unieran fuerzas, pero para eso necesitarían un cabeza de cartel fuerte que se presentara a las generales como candidato a la Presidencia. No sé ustedes, pero yo estaba pensando otra vez en mi prima, la Esteban.
Os prometo que si así fuera soy capaz de irme a Siria a solicitar asilo o de contratar a una periodista húngara para que les haga las zancadillas en el colegio electoral a los posibles votantes de dicha formación, que bien podría llamarse 'Gran Hermano'. Ojo, que no es ninguna broma. No me refiero al GH de la tele, sino al futuro apocalíptico que vaticinó el visionario George Orwell.
Aunque para caballo de Troya de la cultura, más que la Esteban, me vale la Preysler, cuyo romance con el Nobel peruano Vargas Llosa me escandaliza casi tanto como el hecho de que Don Mario vaya a ser el padrastro de Enrique Iglesias. Al menos Ruiz-Mateos se ha podido dar un capricho antes de morir. Dicen algunos que a pesar de su estado, al roteño se le había visto reír cuando le enseñaron las fotos del romance. Chúpate esa, Boyer. La venganza es un plato que se sirve bien frío, como el Flandul, de "huevo y leeeche". "Que te pego, leche".
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