Demócratas de micrófono.
Demócratas de micrófono.

En un primer momento, el golpe de Estado de 1936 se hacía "para salvar la República"; después de ochenta y seis años la República sigue oculta tras los pliegues del manto de una monarquía herencia del dictador. Aunque los altavoces no pueden disimular su autoritarismo, cuando están ante un micrófono todos, Aznar, Casado, García Ejea, Juanma, Rajoy y hasta Abascal se declaran demócratas y Feijóo, jefe máximo de quienes votan contra la subida del salario mínimo y las pensiones se permite afirmar estar dispuesto "a lo que sea en beneficio de los más necesitados". Una problemática cuadratura del círculo por su mala memoria, debe ser, pues luego votan a favor de rebaja de impuestos para los que más ganan, becas para salarios superiores a los cien mil euros, pero contra subida de salarios y pensiones y contra el freno a los disparatados precios de la vivienda. Es que no se puede ser al mismo tiempo defensor y enemigo de un objetivo: en este caso permitir que los habitantes del reino de España puedan vivir con un poco de menos apreturas. Es como adorar al mismo tiempo a Dios y al diablo, la diferencia es que en este caso solamente se pueden hacer enemigos de ambos. Por lo visto los únicos que no se enteran son los votantes, por la sola ignorancia de que hay más de dos opciones.

Cuando la derecha reconocida y el pretendido centro se oponen a frenar la escalada de precios de la vivienda no defienden a la mayoría, se benefician a sí mismos y con ellos a todos los especuladores más o menos amigos, por ejemplo a la familia Aznar vendedores de VPO a fondos buitre al diez por ciento de su valor para que se puedan forrar poniéndolos a la venta al doble de su precio original. El cinismo es quien se expresa cuando simulan lamentación y protesta contra el precio de la vivienda. ¿Cuánto estará n gastarse la presidenta madrileña, para "no poder pagarla" con unos emolumentos superiores a los cien mil euros anuales? Y, a mayor abundamiento ¿Por qué no le pone remedio?

Ahora es procedente recordar sucesos de 1973, cuando en Chile, un país tan largo dónde el transporte por carretera es la única opción, la poderosa patronal del transporte hizo tambalearse al gobierno de Salvador Allende hasta el punto de hacerlo caer bajo las botas de los eternos "salvadores de la patria", como si el disponer de la fuerza fuera garantía de capacidad estratégica y económica. A la patronal le estorbaba Allende para llevar adelante su egoísta política monopolista, hoy en el Estado español eléctricas, energéticas, bancos y grandes promotoras-constructoras intentan poner en jaque el gobierno legítimo con la inestimable ayuda del bloque político de derechas y ultra. En Chile, modelo mundial de democracia, el golpe fue posible por la eficaz ayuda de la CIA y sus "ramas paralelas", quienes veían con creciente desagrado la emergencia de un sistema democrático capaz de escapar de sus dictados en cuanto democrático.

Las condiciones no son las mismas, sólo paralelas, y esperemos que se cumpla el principio geométrico: "las paralelas no llegan a unirse nunca", porque la similitud está en el procedimiento. Crear una situación económica insostenible llena unos cuantos bolsillos a costa de vaciar muchos otros y el trasvase generaliza un malestar enfocado siempre no hacia quien la provoca, sino hacia la máxima autoridad del Estado. Los poderes económicos y políticos de todas las tendencias conocen de sobra este principio, aunque, cosa lógica, sólo sea manejado por los más autocráticos y violentos —y téngase en cuenta que la violencia no es sólo física—, por eso no pueden sentir repugnancia ante la posibilidad de un golpe de Estado violento. De la situación de Chile 1973, más que el tiempo, nos separa la situación: la Unión Europea no puede permitirse una dictadura dentro de sus fronteras, ya es bastante descrédito amamantar regímenes filo nazis y armar alguno de ellos para que la guerra se eternice y así debilitar a Rusia en beneficio de sus valedores norteamericanos.

En el Estado español no se ha destacado ningún general de bigote canoso y gafas oscuras, menos mal, predomina la cordura; pero el egoísta sentimiento anti democrático del fanatismo intolerante de ciertos poderes políticos y económicos está movido por el mismo espíritu despótico y desalmado. Que no esté entre sus posibilidades la de dar un golpe de Estado no les hace demócratas.

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