¿De quién es Andalucía?

Andalucía no tiene dueños. No tiene dueños externos. En este momento forma parte de un Estado plurinacional por derecho de conquista

Mapa de Andalucía. IMAGEN: GALDIUS
Mapa de Andalucía. IMAGEN: GALDIUS

Después de nacer el despropósito de Tabernia, prototipo de la borrachería, cualquier despropósito va a llegar a parecer sensato desde la insensatez de provocar enfrentamientos que sólo pueden conducir a más enfrentamientos. Dª Isabel Meopongo Atodo (eso sí, un respeto al castellano mesetario) pretende apropiarse del flamenco a estas alturas sin que hayan podido oírse los cantes en la intimidad de la alcoba, aunque Tabarnia no conozca ese cante por lo bajini, hecho en Andalucía para no ser descubiertos por los prohibidores del cante como elemento de liberación de un pueblo, los mismos que inventaron la tergiversación del cante para mixtificarlo y quitarle su grito de filosofía, aunque no hayan conocido el exilio de la taberna, que no es característico “taberniano”, la señora Meopongo quiere ser reina cañí del cante elaborado por Andalucía a lo largo de siglos y muy recientemente adoptado en su comunidad solamente de la forma más parcial y falseada posible.

Después de tanto despropósito, después de ver cuantos quieren redentores no deseados de una tierra por su culpa cada vez más irredenta, no es extraña la aparición de tantos “redentoristas” equivocados en beneficio de un interés insano por hacerse sus dueños. Ya en la Edad Media Andalucía se vio constreñida, aplastada como un emparedado entre dos corrientes: la intransigencia pseudo-cristiana desde el norte y la  pseudo-musulmana desde el sur. La de los reinos necesitados de territorios para repartirlo entre los conquistadores en grandes predios y la de los imperios nacidos en lo más profundo del desierto, ambos en su intento imperialista de obligar a los andaluces a profesar su fundamentalista e intransigente interpretación de la religión, con una importantísima diferencia: los guerreros del desierto se adaptaron, fueron ganados por el genio andaluz.

Pero ni unos ni otros han sido, ni son, ni podrán ser nunca, dueños de Andalucía. Ni Madrid es cuna del flamenco, porque el flamenco no nació en la Meseta, ni los intransigentes imperios medievales del sur del desierto pueden ni podrán ser dueños de Andalucía, porque Andalucía nunca hizo la yihad, pues ni la guerra es santa ni está en los presupuestos de una comunidad tradicionalmente pacífica y mediadora. Andalucía da, regala, reparte su arte y su cultura. Los filósofos béticos, andalusíes y andaluces se adelantan a los movimientos culturales europeos, como se adelantaron a su arquitectura, construyendo los arcos más complejos y bellos y los conjuntos más hermosos y trabajados de la historia. Los beduinos beben la copa de la cultura andaluza, como el vino de sus viñedos que los llevó a asumir la supuesta “degradación” que venían a combatir supuestamente.

Andalucía ofrece su cultura, enriquece a quien cuenta con capacidad para absorberla. Pero no renuncia a ella, ni el alumno puede ser el creador de la sabiduría transmitida por el maestro. Andalucía no es apéndice de Castilla, incapaz de asimilar la pureza de su cultura en su plenitud, ni jamás formó parte de ella antes de 1224, ni después más que de forma política y limitada. Tampoco puede pertenecer a los emiratos ni a ningún Estado árabe o no árabe, porque nunca formó parte de ninguno. Andalucía compartió prefectura con la Mauritania Tingitana, pero nunca fue parte más que de la Bética durante el Imperio romano y su capital nunca se movió de Córdoba, o de Sevilla durante el periodo almohade.

Andalucía no tiene dueños. No tiene dueños externos. En este momento forma parte de un Estado plurinacional por derecho de conquista, pero ni eso presupone “ser” de. Andalucía tiene un dueño, sólo uno. Andalucía, el flamenco, su cultura, su arte, sus avances, su literatura, su poesía, sólo tienen un dueño. Uno colectivo, el único dueño de Andalucía es el Pueblo Andaluz.

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