Califa en lugar del Califa

La ciencia política, una ciencia inexacta más que nada gracias a los políticos, requiere ejercicios aparentemente inexplicables

03 de julio de 2025 a las 10:26h
Gran Visir Iznogud,  personaje de Uderzo y Goscinny.
Gran Visir Iznogud, personaje de Uderzo y Goscinny.

Esa era la obsesión del Gran Visir Iznogud, personaje de los geniales Uderzo y Goscinny: eliminar al Califa para convertirse en Califa, pero para su desgracia, todo le salía al revés. Un revés tras otro en todos sus intentos. Pero eso era ficción. Y humor. Del serio.

Debe ser lógico que florezcan los análisis después de cada elección; y que se yerre el tiro con frecuencia. También. Debe serlo. La política no es una ciencia lineal, más bien sinuosa y obtusa; la obligan a ser enrevesada. Sinuosa, como las mentes de quienes son capaces de acercar al votante a su terreno, después de laborar en su contra durante cuatro años. Cuatro que, a fuerza de repetición, va camino de eternizarse, dado que poco cambia de cada uno al siguiente.

La ciencia política, una ciencia inexacta más que nada gracias a los políticos, requiere ejercicios aparentemente inexplicables; hace compañeras estrategias enfrentadas, utiliza dobles y triples lenguajes, para desacreditar al otro, aun siendo superado, y se ganan a muchos en su crítica contra el otro político, pese a que al final ambos se entienden. Los políticos solo valoran la sumisión de los demás y desprecian, y si pueden castigan a quienes no rían sus gracias, a quienes no ensalcen incluso sus errores hechos horrores da igual sea, periodista, industrial o simple ciudadano o ciudadana que no ría y apruebe de forma inmediata y absoluta todas sus intervenciones y resoluciones. Aunque tenga que buscar charcos dónde meterse.

Las acciones son buenas o malas objetivamente, pero se hacen ver en función del protagonista o beneficiado. La práctica del doble lenguaje, del uso subjetivo, está siendo reiteradamente utilizado sin desgaste para quien lo manosea, por el partido que en cada momento cuente con mejor aparato propagandístico, con más medios económicos y políticos para su propia justificación y el ataque a sus enemigos o antagonistas ocasionales.

PSOE y PP tienen claro que su enemigo respectivo no es “el otro”. Cada uno de ellos son la oposición vicevérsica, por tanto, ambos necesitan conservar a su aparente competidor. Para ambos el enemigo a batir es toda persona, grupo o institución que persiga el bien de Andalucía. El bien de la mayoría, se entiende. Si se trata de envenenar ríos, destruir acuíferos, cerrar empresas y crear paro o mantener la ocultación de la historia y la cultura de Andalucía, ambos están plenamente de acuerdo cuando ocupan el poder, aunque hagan alguna leve crítica “al otro”, si están en la oposición.

Tener afición a un cargo no es negativo. Aferrarse a él, como es el caso de Mazón, de Chaves o Moreno, sí. Utilizarlo para medrar, para favorecer a multinacionales o para labrarse un futuro boyante y seguro, mucho más. Eso es lo peor. Pero hay muchos Visir Iznogud. Todos cuantos y cuantas persiguen un interés particular, ya sea personal o de algún grupo de presión. Todos cuanto anhelan el cargo para continuar la obra inútil de sus predecesores, como la disminución de arboleda, la terminación del tranvía, o el destrozo del “tranvibús”, que para buscar nombres sí echan imaginación aunque sea inservible, porque son conscientes que más líneas de autobús no resuelven el tráfico en Sevilla.

Todos cuantos persiguen beneficiar a multinacionales en contra de los intereses locales, como no mover un dedo ante el cierre provocado de una gran empresa como Abengoa, más cuando se limitan a aprovechar sus instalaciones con el fin de ahorrarse la construcción de una Ciudad de la Justicia. Todos cuantos gastan millones en obras de poca o ninguna utilidad, como las citadas o para financiar el viaje a Roma de una estampas de nuestra Semana Santa.

Todos cuantos gastan dinero de la ciudad, necesario para servicios útiles y prioritarios, como prepararla contra la elevación de las temperaturas y los cambios bruscos de tiempo ya comenzados, y lo gastan con el único fin de ahorrar a la Junta de Andalucía la terminación de la red de metro, única solución definitiva al problema del tráfico en Sevilla.

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