'Bloody Sunday' o 'Spain's day of shame'

Sebastián Chilla.

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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En Jerez, este martes 3 de octubre a las 20 horas en la plaza del Arenal está convocada una concentración "por los derechos y libertades y contra la represión en Catalunya".

Un domingo, 22 de enero de 1972, miles de norirlandeses salían a las calles de Derry en una marcha por los derechos civiles. En un contexto de violencia, el Gobierno británico había impuesto el toque de queda y había encarcelado a centenares de personas sin pruebas, diciendo que estaban vinculadas con el IRA, el Ejército Republicano Irlandés, como sabéis, con cierto paralelismo —y con marcadas diferencias— con la ETA. La marcha, pacífica, tuvo una respuesta por parte del Gobierno británico: el despliegue de un operativo militar sin precedentes en el que, además de cargas y lanzamientos de pelotas de goma tras incidentes leves con un grupo de los manifestantes, abrieron fuego.

La matanza nunca fue juzgada y los paracaidistas desplegados argumentaron que respondieron en defensa tras haber recibido disparos, algo que no sucedió. La ira, nunca mejor dicho, de algunos militares británicos acabó con la vida de 14 personas y con más de 30 heridos. Desde aquel momento, el IRA se fortaleció. El Gobierno británico jamás buscó responsables e hizo la vista gorda, como ya venía haciendo en general con el conflicto irlandés. Pasaron décadas hasta que, hace relativamente poco tiempo, el conflicto cesó. La brecha social sigue existiendo.

No estamos en el Reino Unido. Estamos en el reino de España. Hace tan solo unos años, la banda terrorista ETA abandonó la lucha armada. Pese a que algunas fuerzas políticas y sociales siguen escudándose en el odio y en el rencor, la mayoría de sus integrantes apuestan por la vía democrática, integrando listas en un partido político que gobierna en muchos municipios de Euskadi. Al otro lado, en el Mediterráneo, Cataluña nos saluda. Otra de las patas del conflicto territorial que existe en España. Una nación —uy... si se me permite el término— que puso las espadas en alto, sin violencia, desde la sentencia del Tribunal Constitucional al famoso Estatut y desde los recortes previos a ese mismo Estatut que fuerzas como ERC y las CUP rechazaron.

El Estatuto de Autonomía de Cataluña que el pueblo catalán votó y aprobó con una clara mayoría hace ya más de una década fue el comienzo de la deriva. Desde su redacción hasta su aprobación, en un referéndum con la oposición de PP, ERC —y las CUP, sin representación— y el apoyo de CiU, PSC, ICV-EUiA. Tras la sentencia del Tribunal Constitucional, que anuló 14 de los artículos del Estatuto de Autonomía de Cataluña, el 10 de julio de 2010 más de un millón de catalanes salieron a la calle bajo el lema "Som una nació, nosaltres decidim". Desde entonces, un largo recorrido de siete años hasta hoy.

El pasado domingo, 1-O, el pueblo catalán estaba llamado a votar por la Generalitat... y llamado a "no votar" por el Gobierno central y las "fuerzas constitucionalistas". Pese a ello y pese a las irregularidades, las cifras vuelven a ser similares a la de la otra consulta realizada, en noviembre de 2014. Más de dos millones de catalanes han salido a las calles en busca de una urna, con todos los obstáculos posibles, para depositar su voto. Un derecho cívico, el de ejercer el derecho al voto y elegir el futuro de una nación recortada por un tribunal a juicios de muchos ilegítimo, al representar al bipartidismo de facto, que es negado, literalmente, a palos. Palos que se lleva el pueblo, como siempre, y no los que supuestamente son culpables, de uno y de otro lado.

A estas alturas nadie puede negarlo. El procés, por muy ilegal que sea, ha triunfado. Y ha triunfado porque el Gobierno del reino de España no ha sabido dirigir la situación. Año 2007: sí 33,9%; no 43,9%. Año 2017: sí 42,5%; no 37,6% (fuente: La Vanguardia). Un porcentaje, estoy seguro de ello, que se incrementa décima a décima exponencialmente con cada una de las cargas policiales que se hicieron el pasado domingo.

En Cataluña no hemos tenido un Bloody Sunday como tal, pero también ha habido sangre. Y no descartemos una posible desgracia en el futuro. El periódico escocés The National se acerca en la portada de ayer lunes: "Spain's day of shame". Y es que el clima de violencia que se respira en Cataluña —y en España, donde uno escucha todo tipo de cosas...— no es nada positivo. Vamos a más. Más vale que pongamos el freno, reculemos y reflexionemos. La actuación de la Generalitat y del gobierno de Puigdemont es un auténtico despropósito que viene a responder a otro despropósito por parte del Reino de España: el ninguneo constante y durante una década a las reivindicaciones del pueblo catalán, hechas realidad en las urnas y en las calles. O se sientan o esto va a acabar muy mal.

En Jerez, este martes 3 de octubre a las 20 horas en la plaza del Arenal está convocada una concentración "por los derechos y libertades y contra la represión en Catalunya". Yo lo tengo claro. Por la condena a la violencia, por el diálogo y por la apuesta de un modelo alternativo sobre Cataluña. ¿El mío? La negociación de una consulta seria y vinculante a medio plazo y la propuesta de una República Federal por parte del Gobierno central. La realidad es que vamos muy tarde. Por cierto... ¿dónde está el Rey de todas las Españas? Ni está ni se le espera...

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