La Junta de Andalucía ha emprendido una campaña, digamos, transversal con la Educación y la Sanidad, en la que las cofradías, el mundo cofradiero, va a impregnar estas dos áreas clave para el estado social.
Allí donde parece que no llega el vil metal, se abre hueco la espiritualidad. O eso parece haber pensado la Junta. Hay una circular –una palabra preciosa, por cierto, que desde estas líneas animamos a recuperar: pida al camarero con una circular, discuta con sus vecinos a través de una circular– de la Consejería de Educación que invita a que los responsables de los centros educativos públicos a que hagan más porque la muchachada conozca la música cofrade, las marchas cofradieras, que bueno, pero que además deja caer que no estaría de más, ya puestos, un mayor conocimiento de iglesias y capillas. La Semana Santa, vaya.
En realidad son propuestas que no son tan novedosas: cuántas veces hemos visto a los pequeños reproduciendo una procesión estos días que se acercan, los niños a lo costalero, las niñas de mantilla y luto riguroso... vaya, que un poco más y se pone algún niño un miniterno, modo 'padre', mientras otros hacen grupo familiar y empiezan a tirar bolsas de patatas fritas (vacías) al suelo, esa bonita costumbre. Hay gente a la que le gustan las procesiones infantiles y otra a la que no tanto. Colores.
El caso es que la Sanidad no se libra tampoco de la transversalidad cofradiera. Hace ya tiempo que se anunció, por ejemplo, que el nuevo centro de salud de Jerez se llamará la Esperanza de la Yedra (es el antiguo edificio de Díez Mérito). La Yedra es una hermandad próxima y de las más populares de Jerez, sin duda, a la que da nombre la capilla. Que a ver, que hace mucho que hay hospitales con nombre de vírgenes –ahí salen inmediatamente, sin pensar, Rocío y Macarena de Sevilla–, pero aquí es que hay un conflicto de intereses. Y serio. Hay que tener en cuenta que la Esperanza de la Yedra va a sustituir a Madre de Dios. Y esa es mucha sustitución: dónde se ha visto que una advocación sustituya a la titular. Y tampoco en su barrio.
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