10341677_10204459790552548_9067824875419952434_n
10341677_10204459790552548_9067824875419952434_n

Javier Saborido, técnico de Educación para el Desarrollo. Participa en movimientos sociales y trabaja en la Asociación Madre Coraje.

No entiendo que haya ONG que se dediquen a los pobres de otros países con la que está cayendo aquí. Que aquí también se pasa mal. Antes hay que arreglar lo que tenemos aquí, ayudar a los de aquí, los que tenemos cerca. No sé cómo se sigue dando dinero público a ONG que trabajan en África con la de pobres que tenemos en España.

Sin duda, estas frases las habrás escuchado y leído mucho en redes sociales desde que comenzó la crisis. De entrada, es natural que nos remueva más sensaciones lo cercano, que nos interpela en nuestra vida diaria, que lo lejano, que no me afecta directamente. Vivo en Jerez (Cádiz), por tanto estoy más cerca de Tánger que del 90% de ciudades españolas, y más cerca que Tánger está el Estrecho de Gibraltar, donde todos sabemos qué ocurre. Esa realidad me interpela con mucha fuerza: ocurre a escasos kilómetros de mi casa, ocurre en las playas donde me baño, playas desde las que veo Marruecos. Sin ir más lejos, hace año presencié la llegada de una patera en las aguas de Bolonia (Tarifa).

Lamentablemente, quien te dice eso de Ayudar antes a los de aquí, a los que tenemos cerca no se siente identificado con lo acabo de decir, sino que quería decir España y españolas/es. Por tanto, no se trata de la realidad cercana, ya que tan cerca tengo al conocido que acaban de echar de su casa por llevar tres años en paro, como al inmigrante que vende pañuelos en el semáforo (ojo, digo España y españoles como ejemplo, puede ser Andalucía y andaluces, o mi municipio). Sé que en muchos casos se trata de una cuestión identitaria cultural: el proceso de socialización nos hace identificarnos con unas personas, a las que consideraremos de los nuestros. El problema es que sólo nos socializan como miembros de una familia, barrio, ciudad, región y nación. Y ahí se para. Y, por tanto, ahí se acaba nuestra fraternidad. Esos son los nuestros. No nos educan como ciudadanas y ciudadanos del mundo, mi fraternidad acaba donde acaba mi patria. Y esa senda conduce a la xenofobia: hace poco, en Igualada (Cataluña) se hizo una colecta de alimentos para la gente del pueblo que lo está pasando mal; la única condición para recibir esos alimentos era mostrar el DNI español. La respuesta de la población inmigrante de Igualada fue memorable.

Para mí, antes que la nación, está la condición. Cualquier persona del mundo en situación o riesgo de exclusión es de los míos, ya sea de Uganda, de España, de Camboya, de Perú o de Estados Unidos. Si a ti la nacionalidad te pesa más que la situación de cada persona, te animo a que te veas como habitante del planeta. Estoy convencido que además de (añade aquí tu nación: Andalucía, España, Euskal Herria, Catalunya, El Bierzo) puedes considerarte ciudadana/o del mundo, y ampliarás ese concepto de los nuestros, porque estoy convencido de que la mayoría de las personas está más cerca de la fraternidad universal que de la xenofobia.

Sí, vale, yo puedo dar alimentos para los pobres de África, pero creo que con la que está cayendo en España, ni el gobierno ni las comunidades, ni los ayuntamientos, deberían dar dinero para la cooperación. Si el mundo está dividido en países, aunque no nos guste, tendremos que utilizar el dinero de nuestro país para nuestros asuntos internos, ¿no?

Las ongd (la ‘d’ es de ‘desarrollo’: así se les llama a las ONG que se dedican a la cooperación internacional) siempre han tenido como objetivo que el dinero público que se destine a la ayuda exterior al desarrollo sea el 0,7% de la Renta Nacional Bruta. Esto equivale más o menos al 3% de los presupuestos del Estado, Comunidades, Diputaciones y Ayuntamientos. Es decir, tenemos el 97% del presupuesto para gestionar el país.

Campesina de Huancavelica, Perú. FOTO: Isabel Palma, Asociación Madre Coraje

Por cierto, nunca en España se ha llegado al 0.7%, lo máximo a lo que se llegó fue el 0.45% y actualmente estamos en el 0,15%, el nivel más bajo de los últimos 25 años. Y ni siquiera podemos decir que se ha recortado igual que las otras partidas, ya que la partida de cooperación ha sido la más castigada por los recortes del gobierno dictados por los poderes financieros europeos, comenzados por el PSOE y culminados con saña por el PP. Deberíamos poner el foco en el uso que se le da al 97% del dinero que, supuestamente debería utilizarse en beneficio de las personas que viven en España. Digo supuestamente porque, aparte de otras cuestiones dudosas, recordemos que en 2011, PSOE y PP modificaron la Constitución para darle prioridad absoluta al pago de la deuda. Es decir, que antes que la sanidad, antes que la educación y antes que todo, está el pago de la deuda. Pero nada, sigamos pensando que es vergonzoso que se ayude a Perú mientras aquí se pasa hambre. Sin duda, enfrentar a los pobres ha tenido éxito.

Las ongds saben que las personas empobrecidas aquí y allí son víctimas del mismo sistema, están en el mismo barco y así lo demuestran haciendo ‘lobby’ a las instituciones de muchas maneras: se han sumado a las diferentes ‘mareas’ que luchan por defender los servicios públicos españoles, han salido a la callehan firmado manifiestos, algunas de ellas también ayudan a los pobres de aquí… Es decir, las ongd no obvian la realidad que les rodea, lo que pasa es que la realidad para las ongd y para muchas personas no es sólo la más inmediata geográficamente, como hemos explicado anteriormente.

Así que, por favor, no enfrentes a pobres contra pobres, ayudar a una familia que vive en los Andes no implica quitarle recursos a una familia que vive en España. Si vas a donar 5 kilos de arroz, las opciones no sólo son “o a los de aquí o a los de allí”. Puedes donar 3 kilos a unos y 2 a otros, o 4 y 1, o los 5 a unos y el mes que viene 5 (o 1, 2, los que consideres) a otros. Es normal que si antes de la crisis donabas 5 kilos para los pobres de allí y 1 a los de aquí (o ninguno, porque mucha gente parece que piensa que en España antes no había pobreza y no hacía nada para paliar esta situación. Pero ese es otro tema –o no-), ahora dones más para la pobreza de tu entorno más inmediato, pero no podemos olvidar a los de allí, ¿por qué no?

Porque a pesar de la terrible situación por la que atraviesan millones de personas en España, la situación en las regiones donde se realiza la cooperación internacional, es sencillamente incomparable. Si aquí sufrimos la crisis, imagínate cómo afecta regiones del mundo que ya estaban en una situación dramática antes de la crisis.

Porque sería muy hipócrita no ayudarles cuando nuestras élites económicas les están expoliando. Es decir, no es que no estemos ayudando a los pobres de allí, es que además somos cómplices de su situación.

Porque abandonarles ahora confirmaría algo terrible: que no se le puede llamar solidaridad a lo que hacíamos antes, era simplemente limosna, dar lo que sobraSe trata de justicia social.

Porque, en resumen, como ya se ha dicho, las personas empobrecidas de aquí y de allí son víctimas del mismo sistema.

Están en el mismo barco. Estamos en el mismo barco.

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído