Ayer sentí que había llegado el invierno

La incertidumbre internacional va creciendo y con ella el presagio de otro año complicado

El invierno se aproxima.
El invierno se aproxima.

Ayer sentí que había llegado el invierno.

Entré en una de las escasísimas tiendas del centro y me topé con abrigos, gabardinas, botas… sentí frío y una melancolía que fue en aumento al salir a la calle. La ciudad se iba apagando con un atardecer cada vez más temprano. La oscuridad llega pronto, los días más cortos hace pensar, ya, en un invierno largo.

Se avecinan meses difíciles con escenarios nada halagüeños en cuanto a la economía se refiere y si esto va mal todo se traduce en necesidad.

Necesidades para familias con precariedad laboral y dificultades para llegar a fin de mes. Pagar las necesidades perentorias como la luz, el gas que se ha puesto más arriba de las nubes, la compra...

Nubes negras por una guerra injusta en Europa, pero también en otras partes del mundo a la que no prestamos la misma atención, porque no nos afecta al bolsillo, a nuestra vida diaria.

La incertidumbre internacional va creciendo y con ella el presagio de otro año complicado.

Pasamos el virus, los estados de alerta, la pandemia y sus secuelas… Y ahora el derrumbe del crecimiento económico y la inflación que soportamos con el aumento general de los precios.

Todo ha subido, los euros se nos van de las manos cuando vamos a pagar la compra, una consumición, y ya no digamos, los gastos comunes de una casa.

Los costes de la geopolítica venida por la guerra en Ucrania continuarán, según los expertos, a lo largo de todo el 2023.

Esto no hace falta que nos lo vaticinen los gurús del mundo mundial, lo temíamos y lo estamos sufriendo en la elevación de los precios, del coste de la vida en todos los sectores, en las pocas ofertas y muchas demandas laborales, en los sueldos precarios de los jóvenes y no tan jóvenes.

Si bien, lo curioso y demoledor, en estos escenarios de incertidumbre,

es que los ricos se hacen más ricos y los millonarios más millonarios. En tiempos de crisis mundial ellos se compran barcos más grandes, aviones privados, invierten, ganan…Mientras los pobres son más pobres y la clase media va perdiendo poder adquisitivo de una forma galopante.

Luego las grandes compañías, no ayudan no están por la labor de hacer un esfuerzo cuando vienen mal dadas para la población. Ellos no quieren un trozo de pastel, se quedan con la tarta entera.

Así las cosas, no queda otra que resistir como siempre hacemos. Actitud esta que hemos desarrollado desde la llegada de la covid-19.

Una buena relación con nosotros mismos. Motivarnos en lo que hacemos. Tener tiempo para la familia, los amigos, la cultura, las cervezas, la actividad física... Vivir de pequeños detalles que nos haga el día a día, como dice la letra de una canción “más humano, menos malo”.

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