El asombro hipócrita ante Israel

Todos los países se alarman de la hambruna, pero no escucho a ninguno pedir en firme un alto el fuego definitivo, ni poner el grito en el cielo por los desplazamientos continuos a los que se somete a la población

Una huelga estudiantil en la Hispalense por la situación en Gaza.

Dice el señor Albares, nuestro ministro de Exteriores: “Yo creo que es lo mínimo, yo creo que es fácil, yo creo que es lógico” el embargo de venta de armas a Israel. Y añade: “Hay que ser valientes, hay que tomar medidas […] para que todo el mundo tome conciencia del horror que está ocurriendo”. Mire, señor Albares, del horror de lo que está
ocurriendo tenemos conciencia la gente normal y corriente desde hace muchísimos meses.

Así como muchas personas llevamos reivindicando el cese del comercio armamentístico y tecnológico con Israel y otras medidas, incluidas las diplomáticas, desde hace bastante. ¿Por qué no lo han puesto en práctica ya? ¿Por qué la Unión Europea es ahora cuando se piensa revisar los tratados con Israel y no antes? ¿A qué responde que ahora todos ustedes, en España y países europeos, se lleven las manos a la cabeza por horror que se vive en Gaza como si fuera la primera vez que tienen noticia de ello?

Pero no nos hagamos ilusiones, son más palabras, diferentes, pero solo eso. Puestos a ser realistas el ministerio de Defensa español advierte de que aunque se ponga en marcha la ley para prohíbir la compraventa de armas, su resultado práctico puede ser escaso, ya que se podría sortear la ley mediante la compra a través de segundos países, por ejemplo. Además, no estamos en condiciones de prescindir de la tecnología israelí relacionada con la ciberseguridad y la Inteligencia Artificial. Pero mejor que se termine de poner en pie la ley lo antes posible, menos da una piedra.

A continuación de leer las palabras del señor Albares, veo en las noticias que en un ataque contra una escuela que servía de refugio a desplazados han muerto al menos 35 personas, de ellas 20 eran niños y niñas. Y el día antes habían muerto calcinados nueve de los diez hijos de un matrimonio, el mayor de doce años y el más pequeño un bebé de meses.

Hace una semana las autoridades sanitarias de Gaza publicaron las cifras conocidas de menores muertos, es decir, quienes han llegado a un centro sanitario. Bajo los escombros después de veinte meses, nadie sabe. Son 16.523 menores, de los cuales 916 eran bebés que no habían llegado al añito y 4.365 tenían entre uno y cinco años. Y sigo mirando noticias sobre la hambruna, la escasez de agua, los ataques a hospitales, las tierras de cultivo destruidas en su mayoría y sobre todas las demás barbaridades que comete impunemente el gobierno israelí y su ejército.

¿Le envío, señor Albares, algunos enlaces de prensa para que se ponga al día? Supongo que está usted informado, pero ahora toca hacer el paripé de llevarse las manos a la cabeza por las atrocidades que dicta ejecutar Netanyahu y su gobierno. Asistimos a un postureo internacional de asombro y condena ante la actuación de Israel cuando hasta hace nada se guardaba silencio, o casi.

De todas formas seguimos en las mismas, los que pueden, nada hacen. Y lo que sí ha hecho el gobierno israelí es desenmascarar a tantos países que llevan tiempo permitiendo un genocidio sin mover un dedo. No nos llamemos a engaño, Netanyahu dijo hace una semana que Israel "tomará toda Gaza" y que aprobó la entrada de ayuda por presión de aliados. Aludió a un senador estadounidense que le garantizó toda la ayuda que necesitara para sus propósitos, “pero no podemos seguir recibiendo imágenes de hambruna”.

Molestan las imágenes de hambruna a EEUU, a los gobiernos europeos, pero, al parecer, la hambruna en sí mucho menos, pues de ser así, cuando Israel bloqueó toda la entrada de ayuda a mediados de marzo con la ruptura unilateral del alto el fuego, habrían hecho algo más que pronunciar discursitos. Como respuesta a las presiones internacionales, Israel tiene a bien dejar entrar un centenar de camiones un día, otro centenar otro día, cuando durante el alto el fuego entraban entre 500 y 600 camiones de ayuda humanitaria diarios.

Hasta aquí llega la presión internacional. Por otra parte ha comenzado el reparto de ayuda ideado por Israel y EEUU a cargo de una empresa, cuyo presidente ha dimitido antes del comienzo del reparto, ya que considera que no se respetan principios humanitarios de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia, puesto que su control estaría en manos del ejército israelí.

Y a día de hoy, ese mismo ejército ha disparado contra un grupo de personas en uno de los puntos habilitados por Israel para repartir comida. Un muerto y medio centenar de heridos según la ONU. Y dice EE.UU. que “deberíamos abrazar” a quien entra ayuda y que eso es un éxito... Como si no existiera la magnífica labor de la UNRWA, Plan Mundial de Alimentos, World Central Kitchen y todas las demás ONG ocupadas, hasta más allá de sus posibilidades, de la salud, el bienestar y la supervivencia de toda la población palestina.

Todos los países se alarman de la hambruna, pero no escucho a ninguno pedir en firme un alto el fuego definitivo, ni poner el grito en el cielo por los desplazamientos continuos a los que se somete a la población. Son 180.000 los gazatíes desplazados en los últimos diez días sin considerar las órdenes de evacuación recientes, en ambos casos para ejecutar en el norte y el sur de la Franja ataques masivos.

Los gazatíes quedan arracimados en el centro y la costa a la espera de qué. ¿De que los maten? ¿De que al final consiga Netanyahu lo que lleva queriendo desde finales de 2023, que volvió a intentar en abril de 2024, que es expulsar a la población palestina de la Franja por el sur y que Egipto se haga cargo de ella en la península del Sinaí? ¿Todo “limpio” para que Israel pueda colonizar tranquilamente el territorio, EE.UU. darle ambiente de resort, ambos repartirse la riqueza natural palestina no dañada: el gas natural? Podría ser. Si en la Unión Europea se paga a países para que se hagan cargo de las personas migrantes y no lleguen a Europa, por qué no pagar a algún país o varios de Oriente Próximo para que se hagan cargo de la población palestina “provisionalmente”.

Pero a día de hoy, la población gazatí está presa en su territorio: los pasos fronterizos están tomados por el ejército israelí, a un lado el mar y el resto del perímetro es una valla
llamada Muro de Hierro, construida por Israel, con sus correspondientes torretas de control.

Es un campo de concentración, y no uso el término de forma banal: todos son palestinos, no pueden salir, son bombardeados y dependen para su supervivencia de lo que deje entrar su carcelero, el gobierno israelí. Leo que a Alemania se le plantea un dilema moral entre lo que está haciendo Netanyahu y su propia historia. Hace unos días Netanyahu dijo que el grito “'Palestina Libre' es la versión actual del 'Heil Hitler'”. ¿Se refugian en la historia, la
manipulan para justificar comportamientos injustificables?

Concluye nuestro Departamento de Seguridad Nacional que no detecta que “el conflicto en Oriente Próximo entre Israel y Palestina haya provocado la aparición de grupos terroristas o de carácter violento”. Lo que no menciona, porque no creo que sea de interés para la seguridad nacional, es que va cundiendo entre la gente joven y no tan joven el sentimiento de antimilitarismo, del “No a la Guerra” que en 2003 sacó a la calle a millones de personas en nuestro país y Europa, que quienes a finales de los 70 del siglo pasado
pertenecíamos a movimientos pacifistas y de objetores de conciencia aún seguimos sientiendo y pensando lo mismo.

Ojalá creciera esa mentalidad, ese movimiento, hasta el extremo de que los gobiernos se echaran a temblar y fuéramos una “amenaza”, no para la seguridad nacional, sino para el comercio de armas que enriquece a unos cuantos y mata a millones de personas en todo el mundo, en su inmensa mayoría civiles y pobres. Los ricos no van a la guerra, los ricos disponen de medios para huir de las guerras. Así es ahora, así ha sido siempre.