Argumentos a la izquierda (IV)

A mi candidato ideal le pongo un poco de esta y también un poco de aquel. Probablemente saldría una pizza sin mucha personalidad pero eficiente

Los candidatos en el primer debate de las elecciones andaluzas, organizado por RTVE
Los candidatos en el primer debate de las elecciones andaluzas, organizado por RTVE

El voto de las elecciones suele ser una decisión tan difícil como elegir carrera universitaria. Piensas que por ahí se te irá la vida, o por lo menos, cuatro años. Luego casi se te olvida que votaste. También están los de voto vocacional que cumplen como el pago de una cuota. Lo suyo sería como en las pizzerías actuales. A mi candidato ideal le pongo un poco de esta y también un poco de aquel. Probablemente saldría una pizza sin mucha personalidad pero eficiente.

- En el Primer debate de las elecciones de Andalucía se apreciaron muchos matices,- me dice el amigo mientras vamos a comer caracoles a un sitio, donde me asegura, hacen los mejores -la honestidad de las izquierdas era más transparente, más natural-. 

- Pero sólo con simpatía no se gana. 

- Ya… vi a las derechas excesivamente aleccionadas -continua mi amigo-, cumpliendo con el inmovilismo presidencial o con las provocaciones de la que llega de nuevas-. 

- Así lo vi yo también. Se le podría agradecer, al menos, esas entradas de elefante en la cacharrería.

- Eso estuvo muy calculado- dice mientras toma asiento en la terraza.

- Evidentemente. Como Podemos cuando empezó. Otra cosa es poner en práctica todo eso que dicen…-. 

- Bueno- mi amigo encaja el golpe, buscando con la mirada un amable camarero que nos sirva cervezas-, es verdad que esa táctica exige contrarrestar bien claro. No me podrás negar que la ironía de Nieto estuvo bien, así como el arrojo de Rodríguez-.

Unos minutos más tarde, nos traen la ración de caracoles bajo el extenso cielo del anochecer veraniego al tiempo que corre una brisa deliciosa. Nos pusimos de acuerdo en que a la izquierda no se le ve sólida en el asunto territorial. 

- ¿Me puedes decir hacia dónde va eso de las nacionalidades?- me pregunta mientras absorbe caracoles. 

- Se presume, en el mejor sentido, que a mayor autonomía, mejor gestión. Digo yo… no sé. El asunto se pone delicado cuando se empieza con las exclusividades, con los enemigos nacionales, o se manipula la Historia… 

- Cuando se construye la identidad excluyente-.

- Exactamente. Ahí lo has clavado. Además, que yo sepa, el ideario andaluz no es excluyente. Por si fuera poco, luego está la descentralización de la Unión Europea, y finalmente la descentralización de todas las centralidades: la economía-.

Entonces, nos pusimos a recordar cuando hacía unos veinte años se decía en círculos próximos aquello de España no existe. 

- Sólo cuando veíamos a la selección española, le encontrábamos algún sentido a la cínica afirmación- dicen que las especias acentuan la sorna. 

- Para ser coherentes con esa forma de negacionismo -continué mientras pedía las dos cervezas de refresco postcaracoles- se debería llegar a la condición de apátrida o a un nacionalismo excluyente tipo vasco y catalán. 

- Y así es. A falta de una idea dentro de España, se copia el discurso de los que sólo barren para casa. Pero volvemos a lo mismo, la mayoría de andaluces no duda de su nacionalidad. Quizás la idea del proyecto común deba recuperarse, frente al cada uno a lo suyo o al los de fuera nos roban. 

 

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