Aquí mandas tú

Mandas más de lo que crees mandar. Es cierto que no eres el único, sino uno más de los muchos que mandan

José Bejarano

Periodistas Solidarios

Aquí mandas tú. Dos personas en una cabina de voto ejerciendo el voto.
Aquí mandas tú. Dos personas en una cabina de voto ejerciendo el voto. MANU GARCÍA

Aquí mandas tú y mañana es el día de demostrarlo. Mandas más de lo que crees mandar. Es cierto que no eres el único, sino uno más de los muchos que mandan. En realidad, en tu ciudad o en tu pueblo manda una especie de ente a la vez abstracto y concreto formado por la suma de los electores que componen el censo. La voluntad popular se materializará este domingo entre las nueve de la mañana y las 20 horas. El resto de los cuatro años siguientes mandas menos, pero puedes y debes seguir influyendo con tus opiniones, tu activismo en asociaciones o partidos políticos, sindicatos o manifestaciones de protesta o de apoyo, acciones que miden la calidad de una democracia.

La actividad política consiste esencialmente en gestionar lo que tenemos en común, la vida en comunidad. Por eso, no votar es cruzarse de brazos o encogerse de hombros y la consecuencia de esa actitud no será la ausencia de política, sino que quienes se ocupen de la gestión pública actúen sin control alguno. La política existe desde el momento en el que vivimos en sociedad, independientemente de lo que cada cual crea. Dicho de forma directa, o haces política u otros la harán por ti o contra ti. Por lo tanto, quienes mañana no voten -que serán los menos- tendrán por delante cuatro años en los que no estarán legitimados para quejarse si las cosas van mal.

Hay otra forma algo mejor de entender la vida política: la que consiste en votar el domingo de elecciones y desentenderse de todo lo que ocurra en el ayuntamiento -o de la comunidad autónomo o del gobierno central- durante los siguientes cuatro años. Esta forma es individualmente menos negativa que la abstencionista, pero desde el punto de vista colectivo es aún peor porque es mayoritaria. Minoría son los que se abstienen y los que mantienen una cierta actividad política de manera permanente. Entre uno y otro extremo, la mayoría se conforma con votar cuando tiene que hacerlo y afanarse el resto del tiempo en su vida personal o familiar. Si acaso, muy de tarde en tarde, se asoman a la gestión de los intereses comunes y siempre al hilo de algún escándalo.

Unos y otros -abstencionistas e indiferentes- olvidan que una parte muy importante de la calidad de sus vidas personales y familiares está condicionada por decisiones que se toman en el ámbito político. El empleo, la vivienda, la salud, las escuelas, los precios de los alimentos, el estado de las calles, los parques, la seguridad... están sujetos a la voluntad de los diferentes estamentos gobernantes. La corrupción en la vida política es una consecuencia directa de esa indiferencia de la mayoría de los electores. La corrupción sería casi imposible con una ciudadanía activa y vigilante. No es verdad que los políticos de los países del norte de Europa sean más honestos, sino que sus ciudadanos —y su prensa— están más pendientes y participan más activamente en las organizaciones que les controlan de forma cotidiana.

Una parte del electorado se encoge de hombros argumentando que hay miedo o que en los municipios se cambian votos por favores. Es posible, pero el voto es secreto, como es sabido. Por lo tanto, escudarse en que hay miedo a votar a uno u otro candidato es una falacia. Igual que decir que los votantes se dejan comprar a cambio de los favores del poder o de promesas de éste o de aquel partido. En el acto de depositar la papeleta en la urna nadie sabe a quién vota un ciudadano. Los electores, las electoras, votan a quien les resuelve problemas, le hace la vida mejor o sencillamente con quien comparte modelo de sociedad. 

Otro lugar común en política es escudarse en que un partido lleva demasiado tiempo en el poder. En democracia no existe ni mucho ni poco tiempo en el poder, sino la voluntad del electorado. Un alcalde -y un presidente de la Junta o del Gobierno- repite las veces que deciden los ciudadanos, cuya voluntad no admite corrección ninguna. Porque tú eres quien manda aquí y el domingo es el día para demostrarlo, aunque sería recomendable no dejar de ejercer el control durante los 1.460 días que restarán de la legislatura que empieza mañana.

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