wolfman_jack
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Quiero agradecer a la emisora de FM de las fuerzas armadas norteamericanas en Rota que supliera mi penuria económica adolescente al brindarme un universo gratis de música, de rock, que me ha marcado para siempre. Internet me permite recuperar todas esas bandas y solistas en cualquier dispositivo, en cualquier lugar. Mi voracidad musical solo tiene hoy dos límites, que donde esté no haya wifi y el que fija mi operadora de telefonía móvil para los datos.

Desde que Mary y yo visitamos las playas de Normandía en 2005 (antes también) tengo clara, y me duele, la contribución a la paz mundial que miles de soldados de diferentes nacionalidades, la mayoría de los Estados Unidos de América, pagaron con sus vidas en la lucha contra los nazis. No olvidemos nunca esa sangre derramada para frenar la barbarie fascista, el holocausto que a veces muchos olvidan. Aquel Tercer Reich.

El modo de vida norteamericano, su cultura joven, su historia, ha estado siempre presente en mi vida porque teníamos un apartamento cerca de la Base de Rota. He entrado más de una vez a la base, amigos y amigas militares me compraban los discos que aún no habían salido en España y sobre todo escuchaba mucha radio. Un profesor nativo, algunos cursos y mi afición radiofónica hicieron el resto puliendo un idioma que me ha venido siempre como anillo al dedo en el trabajo. Y diariamente, porque leo mucha prensa internacional, desde hace años.

No obstante, mi inglés, que no está nada mal, tiene un acento neoyorkino porque de la gran manzana eran muchos de esos amigos y amigas emigrados de uniforme. Me gustaban las sesiones del disc jockey Wolfman Jack (1938/1995), porque pinchaba el rock que entonces y ahora, me fascinaba. Funk, heavy rock, blues profundo, pop elegante, el mismo que sonaría en los barcos atracados en el muelle de la base, en cientos de domicilios del área de Rota, de la Bahía de Cádiz. Interminables tarde de radio viendo atardecer en la playa de Fuentebravía, escuchando la hoy denominada American Forces Network (AFN) Rota.

La música que sonaba cerca de mi hermano Javi (hoy en Suecia), que comparte lógicamente conmigo muchos de aquellos artistas y bandas. Era lo que escuchaba en mi casa y nuestro apartamento, donde pasamos tantos veranos increíbles. Lo que no quita que nunca me haya hecho puñetera gracia tener una instalación militar estratégica a varios metros de mi casa. Ni que firmara aquel histórico manifiesto contra el referéndum de la OTAN, ni que alguna que otra vez hay participado de corazón en las marchas. Pero una cosa es la política exterior, la de Estado, y otra la gente, su cultura, incluso su democracia. Hay que diferenciar. Me quedo con la gente, el rock & roll y la cultura del esfuerzo en la carrera hacia el éxito.

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